«Corté el vientre, abrí la placenta y el líquido amniótico se derramó. Agarré al niño, forcejeé un poco y, tras extraerle, lo puse sobre un paño. De pronto miré y vi una mano, algo grande. El niño tenía tres meses y medio, tal vez cuatro. No tenía una cinta métrica a mano para medirla. Había salpicaduras de yodo en la mesa y las terminaciones nerviosas de la mano entraron en contacto con el yodo. ¿Y qué ocurrió? Miré y dije: “Dios mío, la mano se está moviendo”. Sin embargo, continué trabajando con mis pinzas y de nuevo cogí algo. Lo sujeté y lo extraje. Me dije a mí mismo: “Que no sea una pierna”. Tras extraerlo, lo miré: una pierna. Quise poner la pierna en otra mesa cuidadosamente, para que no estuviera al lado de la mano. Ya la había dejado, cuando escuché un golpe detrás de mí. Me sobresalté, se me escaparon las pinzas y la pierna cayó junto a la mano. Y vi que tanto la pierna como la mano se movían. Pero de nuevo introduje las pinzas en el vientre y apreté todo lo que había dentro. Pensé que lo que necesitaba para acabar con aquello era extraer el corazón del niño. Continué apretando y apretando y apretando… Hasta que estuve seguro de que había convertido aquello en una pasta. Y una vez más forcejeé con las pinzas… Cuando saqué una masa pensando que serían fragmentos de hueso, la llevé hasta el baño y vi un corazón humano latiendo y latiendo. Pensé que me iba a volver loco. El latido era cada vez más y más lento hasta que finalmente se detuvo. Nadie pudo ver lo que yo vi con mis propios ojos. Acababa de asesinar a un ser humano».
 
Quien describe este horror es el doctor Stojan Adasevic, de Belgrado (Serbia). En toda su vida, debió realizar unos 55.000 abortos, con jornadas intensivas en las que acababa con la vida de unos 35 o 40 niños. Desde hace años, es uno de los más importantes defensores de la vida. El día antes de realizar este aborto, soñó con santo Tomás de  Aquino que se le presentaba vestido de blanco y negro en medio de unos niños. El sueño se había repetido otras veces, pero no fue hasta ese día cuando le «preguntó» quién era.

Después de realizar ese aborto, comunicó a las autoridades comunistas de la antigua Yugoslavia que no volvería a realizar más abortos, le redujeron el salario a la mitad, echaron a su hija del trabajo y no permitieron a su hijo ir a la Universidad.

El relato es parte de un DVD que la Asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada va a regalar a toda persona que lo quiera en el marco de la campaña «La vida es un regalo» que pone en marcha a partir del día 13 de octubre con el objetivo de «apoyar la defensa de la vida desde su concepción hasta su muerte natural». El DVD, que se puede conseguir llamando al 902 636 737, contiene dos documentales. Uno centrado en el aborto y otro en la eutanasia.
 
Ambos están elaborados por la delegación de AIN en Alemania y en ellos se reflejan testimonios de impacto de médicos y personas relacionadas con el aborto y la eutanasia en varios países.