En noviembre el Gobierno de Etiopía inició las acciones militares contra su región norteña de Tigray, que a su vez cuenta con veteranas milicias del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF), curtidas en dos décadas de guerra contra la vecina dictadura militarizada de Eritrea. Ese mes, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en el 2019, hizo bombardear con aviones la capital de Tigray. 

Desde entonces, los datos sobre la guerra y sobre el desastre humanitario que implica se conocen con cuentagotas: la opacidad es enorme.

Los misioneros salesianos, presentes en el país, han podido difundir algunos hechos a través de la Agencia de Noticias Salesiana.

“Desde que estalló la guerra el 4 de noviembre de 2020, hasta hoy, muchas personas han perdido la vida o sus bienes, muchas se han quedado sin hogar y miles huyen y escapan de los bombardeos y tiroteos convirtiéndose en refugiados o desplazados internos dentro de su propio país. Ricos y pobres llaman a nuestra puerta todos los días, mendigando algo de comida para sobrevivir”, explican. 

Según los informes de la Agencia de Información Salesiana, “la noche del 20 de noviembre de 2020 (el día en que comenzaron los conflictos en Adua) muchos cuerpos sin vida yacían en las calles y muchos heridos intentaban escapar de la guerra. Estos meses han sido oscuros, ya que durante más de dos meses la gente no ha tenido electricidad, agua, alimentos, etc. Damos gracias a Dios por tener un pozo en nuestro recinto que, gracias al generador, puede beneficiar a miles de personas que vienen a por agua cada día, desde primera hora de la mañana”.

En rojo, la región de Tigray, de etnia tigré al 95%, que tiene un ejército poderoso y veterano; hace frontera con Eritrea (dictadura comunista militarizada y sus enemigos de décadas)  y Sudán (que intenta afianzar una democracia aconfesional tras décadas de dictadura islamista)

Las organizaciones misioneras están haciendo todo lo posible para ayudar a los desplazados internos que “han huido a Adua desde lugares lejanos como Setit Humera, Kafta Humera, Mereb, Segede”. En particular, las Misioneras de la Caridad (MC) y las Hijas de María Auxiliadora (FMA) trabajan en al menos 5 centros de acogida de desplazados. Las hermanas MC, las FMA y los salesianos trabajan juntos y preparan pan para abastecer a los desplazados, con unos 2.200-2.600 bocadillos diarios. Los salesianos también colaboran en la donación de alimentos a los necesitados, y proporcionando al centro de desplazados internos diversos artículos, alimentarios y de primera necesidad".

Se calcula que la guerra ha provocado una enorme crisis humanitaria que afecta al menos a 4,5 millones de personas.

Además de decenas de miles de víctimas, hay más de 2 millones de desplazados internos y decenas de miles de refugiados en el vecino Sudán.

El conflicto amenaza con implicar a otras regiones de Etiopía y a los estados vecinos de Eritrea y Sudán, provocando una crisis humanitaria de proporciones aún más dramáticas.

Médicos Sin Fronteras ha denunciado la destrucción deliberada y el saqueo de los centros de salud en Tigray; en un comunicado enviado a la Agencia Fides se lee que “de las 106 estructuras sanitarias visitadas por los equipos de MSF entre mediados de diciembre y principios de marzo, casi el 70% habían sido saqueadas y más del 30% dañadas; sólo el 13% funcionaban normalmente”.

La religión en Etiopía

Etiopía es el 2º país más poblado de África, con unos 110 millones de habitantes. Un 43% de la población etíope pertenece a la Iglesia Ortodoxa Etíope, mientras que un 33% son musulmanes, sobre todo en el sur y en las zonas fronterizas con Somalia o Sudán. Las distintas iglesias protestantes pueden sumar hasta un 18% de la población, los católicos no llegan a un 1% y hay etnias minoritarias que mantienen el paganismo (un 2% de la población).

La región norteña de Tigray es la de mayor porcentaje de población cristiana: allí los cristianos ortodoxos son un 95% de la población, con apenas un 4% de musulmanes.