Cada día de Pentecostés, alrededor de las 12 del mediodía, centenares de romanos y turistas con cámara de fotos en ristre intentan abrirse un hueco en el reducido espacio del Panteón de Agripa para contemplar uno de los espectáculos más originales de la Ciudad Eterna. Y la espera merece la pena, explica la web cafébabel.
 
Tal y como marca la tradición, durante aproximadamente 5 minutos miles de pétalos de rosa roja “han llovido” desde el óculo central del Panteón como símbolo del descenso del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles para conmemorar el milagro de Pentecostés. Se trata de una metáfora en la que los pétalos encarnarían las llamas con las que el Espíritu Santo se manifestó a los Discípulos.
 
Cabe mencionar la gran intervención del cuerpo de bomberos de Roma, sin el cual no sería posible esta maravilla. Después de subir por una serie de escaleras estrechas para llegar a la cima de la cúpula del Panteón (43,44 metros de altura), esta brigada se asoma a la abertura (9 metros de diámetro) que ofrece la cubierta de uno de los monumentos más famosos del mundo. Una vez en la cima de la bóveda, los bomberos descargan unos sacos que contienen alrededor de 7 millones de pétalos ofrecidos por la ciudad sureña de Giffoni Valle Piana (SA).
 
Se trata de una celebración muy antigua, que ya existía desde la Edad Media y que, al parecer, se remonta al 13 de mayo del 609 d.C., cuando el Panteón fue donado por el emperador Focas Augusto al Papa Bonifacio IV. Tras haber sido suspendida durante varios siglos, en 1995 el Ayuntamiento de Roma restauró la tradición con la única diferencia de que esta evocadora lluvia ya no se lleva a cabo durante la ceremonia, sino al final de la Misa de 10:30 de la mañana.