Obras Misionales Pontificias está celebrando aniversarios importantes este mes de mayo de 2022, ligados a una de sus iniciadoras hace dos siglos, la Venerable (ya casi Beata) Paulina Jaricot (1799-1862).

Paulina nació en 3 de mayo de 1822: se cumplen dos siglos de su nacimiento. También se cumple un siglo desde que el Papa Pío XI asumió como "Pontificias" tres importantes obras dedicadas a las Obras Misionales:

- la Obra Pontificia para la Propagación de la Fe (hoy famosa por el Domund o Domingo Mundial de las Misiones)
- la Obra Pontificia de la Santa Infancia (lo que hoy conocemos como Infancia Misionera)
- y la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol (la que impulsa el clero nativo y vocaciones nativas en zonas de misión)

El otro gran evento misionero de este mes es que el 22 de mayo Paulina Jaricot será beatificada en su ciudad natal, Lyon, en Francia. Presidirá la misa el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Paulina Jaricot, hija de empresarios de la sed, empezó haciendo cosas pequeñas, un rosario quincenal, un grupo de niñas... pero dijo "este árbol dará muchos frutos", y, efectivamente, lo que se convertiría en Obras Misionales Pontificias hoy tiene equipos directivos en 120 países.

Los pasos de Paulina

A los 17 años, Paulina Jaricot pronunció en privado su voto de consagración a Dios en la capilla de Notre Dame de Fourvière.
Al año siguiente, fundó una asociación llamada "Reparadoras" para fomentar el culto al Santísimo Sacramento, al Sagrado Corazón y el Rosario.

Un año después, en 1818, con 19 años, recogía fondos entre los trabajadores de su padre para enviar a misiones. Lo ingenioso era su sistema de recogida: grupos de diez, que se organizaban luego con cientos de grupos, y más adelante, miles. Los participantes se comprometían a donar "un céntimo" y reunirse a rezar por las misiones. Este sistema creció, se consolidó y se reconoció oficialmente como "Obra de Propagación de la Fe".

Siete años después, en 1826, Paulina lanzó otra iniciativa: el Rosario Viviente. Los miembros se reunían cada 15 días, pero se comprometían a rezar cada uno un misterio del rosario cada día. En los siguientes 35 años más y más personas se apuntaron: cuando ella murió en 1862 eran 2,2 millones de personas las integrantes del Rosario Viviente en Francia, y una multitud en otros países.

En 1833, con las "Hijas de María", una comunidad de niñas piadosas que había fundado, se instaló en Fourvière, la colina que domina Lyon, en una casa a la que dio el nombre de Lorette (Loreto), en recuerdo de la casa de la Sagrada Familia. Dos años más tarde, ya enferma, viajó a Roma, donde conoció al Papa Gregorio XVI, quien la animó en su labor a favor de la evangelización y la vida de oración.

El Papa concedió a Paulina un gran honor para aquellos tiempos: la hizo caminar delante de él contra todo protocolo.

El arzobispo Giampietro Dal Toso, actual presidente de Obras Misionales, destaca que entre las intuiciones geniales de Paulina estuvo el ayudar a los misioneros lejanos implicando a muchos vecinos cercanos. Ella dijo que no se sentía inclinada a entrar en un convento porque veía que todo el mundo era su convento.