La ciudad de Córdoba (España) acogió el 30 y 31 de enero la Asamblea Ordinaria de los Obispos del Sur de España. Un encuentro que ha traído como fruto la reactivación de la causa de canonización de Ana Ponce de León (1527-1601), monja clarisa; de Antonio Rangel Macías (1946-2003), de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y del proceso de virtudes heroicas de la Madre María del Prado Almagro Roldán (1932- 2017), fundadora de la Familia Eclesial Hogar de Nazaret.

¿Pero quiénes eran estas tres figuras andaluzas de nacimiento, o de adopción, con fama de santidad?

Monja, viuda... y mujer libre

Ana Ponce de León nació en Marchena (Sevilla), en 1527 y fue hija de los primeros duques de Arcos. Huérfana a los tres años, tuvo siempre una gran inclinación espiritual, sin embargo, a los catorce años fue obligada a casarse con el conde de Feria, don Pedro Fernández de Córdoba. Con él tiene a su hija Catalina, y en 1552 enviuda, negándose a casarse de nuevo.

La viuda deseaba ser laica recogida en oración, vinculándose a algún monasterio bajo la obediencia de su confesor, San Juan de Ávila. Una idea demasiado rompedora para la época. El santo se niega y le obliga a prestar obediencia a su suegra y marquesa, manteniéndola así sometida a los intereses señoriales. Ante esta propuesta, Ana decide hacerse monja y entra en Santa Clara de Montilla (Córdoba).

Ana Ponce de León entró en el convento de Santa Clara de Montilla (Córdoba), allí pasó su vida en humildad y teniendo experiencias místicas.

Por aquel entonces, Ana Ponce de León ya tenía experiencias místicas y se sentía una mujer libre de seguir lo que Dios le iba diciendo en cada momento. Un día, estando encerrada en el convento, para reflexionar y rezar, Dios le dijo que tomara el hábito. Salió de la celda, se encontró con la maestra de novicias y le pidió un hábito para probárselo; se lo puso y declaró que no pensaba quitárselo. Sin poder comentarle la decisión a su confesor y saltándose todas las reglas de familia, la noble se empeñó así en ser monja.

Aquello no gustó demasiado a la abadesa, pero Ana inquirió en que ella debía la máxima obediencia a Dios. San Juan de Ávila, el confesor, salió entonces en su defensa con unas encendidas palabras sobre el valor de lo que se alcanza por la oración y de la libertad femenina por encima de las ataduras familiares, siendo superior la obligación hacia una misma y hacia la propia alma.

Al profesar, tomó el nombre Ana de la Cruz. Como monja, fue ejemplar en la observancia de la regla y muy humilde en todo, pedía que no se le llamara señora y que fuera tratada como las demás monjas. El propio nuncio le dio permiso para no aceptar ningún cargo, ni siquiera por obediencia. Se dedicaba a los oficios más humildes, recoger basura o cargar ladrillos cuando había obras.

Las rigurosas mortificaciones a las que se sometía eran constantes y la abadesa le ordenó cesar a medianoche por el daño que provocaban en su salud. A veces, se convertían en sueños y sor Ana despertaba hablando con Jesucristo o llorando. Ana Ponce de León recibió en vida una sabiduría divina especial que registró por escrito, y tuvo visiones como la del Corpus en el cielo. 

Apostol de los mendigos

Antonio Rangel Macías nació el 3 de agosto de 1946, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). A los 12 años comenzó a sentir la vocación, pero no se lo planteó en serio hasta los 16. Cuando lo manifestó en casa, su padre se opuso rotundamente: tan así, que no se atrevió a insis􏰀tir sobre el tema. Con􏰀tinuaba relacionándose con los Hermanos de San Juan de Dios y, en una ocasión, uno de ellos le regaló un folleto que se titulaba: "Tú puedes ser héroe".

Ingresó en el postulantado en abril de 1969, y pasó al noviciado en septiembre de ese mismo año. Como novicio, Málaga (España) acentúa su vocación de Hermano hospitalario. Hace su profesión solemne en Caracas (Venezuela) el 8 de marzo de 1978, y durante su vida de hermano realiza labores de enfermero y radiólogo en diferentes destinos.

El Albergue San Juan de Dios de Quito (Ecuador) fue la gran obra de su vida, a la que destinó todas sus fuerzas y oraciones. "Soy un hermano que siente la pobreza extrema de cerca, que la viví y la vivo en carne propia". El albergue está cerca del centro colonial de la ciudad y acoge a 400 personas sin hogar.

Albergue de los Hermanos de San Juan de Dios en Quito (Ecuador) con espacio para 400 personas sin hogar.

Murió en 2003, tras un transplante fallido de hígado, a los 57 años de edad, y 32 años de vida religiosa. El 19 de octubre del año 2003, domingo del Domund: mientras en Roma el Papa Juan Pablo II beatificaba a la Madre Teresa de Calcuta, en Jerez de la Frontera (España) se celebraba la eucaristía y el entierro del hermano Antonio Rangel.

Madre de niñas sin hogar

María del Prado Almagro Roldán nació en Miguelturra (Ciudad Real), el 17 de noviembre de 1932. Tras 20 años de apostolado por toda España inicia en Málaga y Córdoba la acogida de menores, y el 3 de junio de 1978 es reconocida esta Obra por la Iglesia de Córdoba, con el nombre de Hogar de Nazaret. Almagro, junto con ocho compañeras más, se consagraron en la Iglesia de la Encarnación de Córdoba el 8 de diciembre del mismo año.

María del Prado descubrió el mundo de la infancia necesitada y se unió a un grupo de mujeres que regentan un colegio de niñas. Partiendo de la experiencia familiar que ella misma vivió en su infancia y adolescencia, soñó con ofrecer a las niñas un hogar donde la atención personal y directa a cada una les ayudaría a crecer en un ambiente equilibrado, emocional, afectivo, un hogar que se distinguiera por el cuidado de los pequeños detalles, sencillo, acogedor y sobre todo alegre.

María del Prado Almagro Roldán fundó el Hogar Nazaret para acoger a niñas sin recursos.

Hoy, esta Obra está presente en varias diócesis de España, y en Ecuador, Perú y República Dominicana. Está compuesta por consagradas, consagrados, sacerdotes y laicos. María del Prado vivió los últimos 30 años de vida en el Hogar de Chiclana de la Frontera, y desde allí visitaba el resto de Hogares de España y de Ecuador. Murió un 25 de diciembre de 2017.