En pleno corazón del barrio de Vistabella se mantiene una batalla que lleva más de diez años librándose. Frente a la plaza Federico Servet se yergue la parroquia Nuestra Señora de Fátima, cuyas campanas han sido objeto de conflicto con algunos vecinos al grado que el párroco, Jerónimo Sánchez Bernal, ha tenido que denunciar las amenazas que ha recibido. A pesar de las quejas de algunos vecinos, la Policía Local siempre ha certificado que el nivel de decibelios es el correcto.

Ahora el párroco señala que este diciembre pasado fue objeto de varias amenazas en la calle por parte de vecinos del barrio descontentos con el ruido de las campanas: “Se meten conmigo y dicen que la iglesia está molestando por el ruido de campanas”, a la vez que explica que está viviendo una situación de “acoso y agobio”.

Las campanas de la parroquia Nuestra Señora de Fátima están programadas y son automáticas, funcionan con un sistema electrónico que permite controlar el volumen del sonido, un volumen que está al mínimo para hacerlas sonar sin sobrepasar los decibelios permitidos. Suenan de ocho de la mañana a diez de la noche y marcan cada cuarto, media hora, y hora en punto, más el rezo del Ángelus y las misas: “Si creen que hay que darle otra solución, que vengan los técnicos del Ayuntamiento y que se tomen las medidas oportunas, porque el volumen está al mínimo”.