Eva Vlaardingerbroek es holandesa, filósofa del derecho, analista política... y famosa por cuestionar con firmeza el feminismo radical, la ideología de género, el transhumanismo... y otros fenómenos muy similares en los medios de comunicación de EE.UU. A sus 26 años, la joven acaba de ser acogida en la Iglesia Católica junto con su padre.
 
Nacida de madre católica y padre protestante, Eva Vlaardingerbroek se crió como cristiana pero tuvo que ser la pandemia la que le abriera los ojos a "la batalla espiritual que enfrentaba el mundo". Eva se dio cuenta de que la fe católica es "el arma más poderosa" contra el relativismo moral de hoy en día. 
 

Alejada de los templos

El National Catholic Register acaba de publicar una entrevista en la que habla de su camino hacia la fe y de la defensa de la doctrina católica. "Si no nos tomamos a nuestros enemigos lo suficientemente en serio, y no nos atrevemos a hablar en nombre de Cristo, después de lo que Él ha hecho por nosotros, ¿cómo esperamos ganar?", se pregunta.
 
Eva nació en Amsterdam (Holanda) en 1996 y creció junto a su hermano menor en una ciudad más pequeña no muy lejos de allí. Sus padres eran cristianos y trabajaban en la música clásica. Su abuelo, ya jubilado, era pastor protestante y un gran teólogo. 
 
"Mis padres nunca me presionaban para ir a la Iglesia. Nunca me impusieron nada. De hecho, mirando hacia atrás, ojalá me hubieran empujado un poco más hacia la fe. Durante muchos periodos no le presté ninguna atención... pero siempre he creído en Dios", comenta Eva.
 
Bautizada como protestante, asistió durante mucho tiempo a la iglesia con su padre, hasta que, hace 15 años, decidieron acudir a misa con su madre. "Mi padre estaba harto de lo politizada que se había vuelto nuestra iglesia protestante. Yo me uní a ellos pero, como todo adolescente, no me sentía parte de aquello ya que no era oficialmente católica, así que dejé de ir", explica. 
 
Eva nació en Amsterdam en 1996 y creció junto a su hermano menor en una ciudad más pequeña no muy lejos de allí. Sus padres eran cristianos y trabajaban en la música clásica.
 
Aunque nunca cuestionó su creencia en Dios, Eva no hacía ningún esfuerzo por decidir si quería ser protestante o católica. "Lamentablemente, mi fe no jugó un papel muy importante en mi vida", afirma. 
 
Sin embargo, la pandemia del Covid 19 lo cambiaría todo. "En mis comienzos profesionales experimenté reacciones negativas hacia mis opiniones conservadoras. Me acostumbré a la sensación de ser cancelada por decir verdades incómodas, pero algo cambió con la pandemia. Ir en contra de la narrativa establecida no solo me cancelaba 'socialmente', sino también 'legalmente'", reconoce. 
 
Eva se dio cuenta de que la batalla no era política sino espiritual. "La velocidad con la que la gente quería condenar a quienes no seguíamos 'la ciencia' y con la que nuestros gobiernos abolieron nuestros derechos constitucionales, fue una llamada de atención para mí. Descubrí que el mal no solo existía en tiempos de guerra, sino que estaba muy vivo y que muchas personas pueden ser seducidas por él rápidamente", reconoce.
 
Eva se propuso buscar una razón moral a todo aquello. "No quería discutir si las vacunas detenían la transmisión del virus o si estaba justificado que el Gobierno nos las impusieran por razones médicas. Quería adoptar una postura moral", explica.
 

"Todo tenía sentido"

Y, encontró motivaciones en lo que había leído en la Biblia. "La única postura moral que me pareció correcta era que había sido creada a imagen de Dios, que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mis derechos corporales me fueron otorgados por mi Creador, y que por lo tanto eran inalienables. Mis derechos no me fueron dados por un Gobierno... que podría, por otra parte, quitármelos en cualquier momento", argumenta.
 
Eva comenzó a hablar abiertamente de su fe en la escena pública. "Experimenté lo que sucede siempre que hablas del amor de Cristo, que las fuerzas del mal se hacen más fuertes, y que no hay nada que odien más que el testimonio. Sin embargo, las fuerzas del bien son cien veces más fuertes", asegura.
 
Para aquel entonces, Eva ya sabía que tenía que volver a Dios. "Aquello me hizo pensar en mi fe, pero no sabía a qué iglesia unirme, así que decidí tomarme mi tiempo. Fui a muchas iglesias 'sin denominación' donde conocí a cristianos maravillosos y devotos. Sin embargo, en esas grandes iglesias faltaba algo", explica.
 
"Encontré los discursos del profesor Peter Kreeft en YouTube y los vi durante horas... hasta que me topé con su vídeo: 'Siete razones por las que todos deberían convertirse en católicos'. No podía discutir nada de lo que decía. Todo tenía sentido. Desde que Cristo mismo había fundado la Iglesia, pasando por la importancia de los santos, hasta el verdadero milagro de la Eucaristía. Sabía que tenía que tomar una decisión", añade.
 
Puedes escuchar aquí las razones de Peter Kreeft para ser católico.
 
Y, llegó la Misa del Gallo del año pasado. "Sentí en mi corazón que quería ser católica. Cuando llegué a casa después de misa, recibí una felicitación de Navidad de mi querido amigo el padre Benedict Kiely. Me preguntó que cuándo me convertiría al catolicismo. No existen las coincidencias", relata.
 
A Eva uno de los elementos que más le atrajo de la fe católica fue la transubstanciación. "Como protestante nunca sentí que se pudiera racionalizar aquello, así que opté por el argumento de que 'era algo simbólico'. Cuando lees las Escrituras lo que Jesús dijo está muy claro. No es en absoluto simbólico. Aunque no puedo racionalizarlo, lo creo; si Cristo dijo que es así, es así. No tenía otra opción que convertirme en católica", comenta.
 
"El arma más poderosa contra el relativismo es la fe católica. ¿Qué mejor que poder decir 'no', en un momento en que la gente dice que 'todo vale'? Decir que existe la belleza, el bien, la verdad. La doctrina católica sigue siendo la misma. La doctrina ha resistido y siempre resistirá la prueba del tiempo, porque Él mismo fundó la Iglesia", asegura Eva.
 
Ahora, la labor de Eva ha variado ligeramente. "Trato de asegurarme de que todos mis puntos de vista se alineen con mi fe. Mi misión es defender a las personas corrientes que son consideradas invisibles por el establishment. Me duele ver cómo se esfuerzan y las élites las califican como deplorables. Eso no es lo que Cristo nos enseña", comenta.
 
"Creo que vivimos tiempos muy oscuros. Un mundo al revés, donde la gente llama a los hombres mujeres, a las mujeres hombres;  a lo malo bueno y a lo bueno malo. Yo confío en Dios, y sé que la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido. Nada me da más esperanza que eso. El bien vencerá porque Cristo ya ha vencido a la muerte y nos ha hecho libres", explica Eva.
 
"Hemos sido salvados por Él, pase lo que pase aquí en la tierra. Lo que la gente piensa de mí no tiene importancia, comparado con lo que Dios piensa de mí. Cristo y la Verdad son los que me conducen en los esfuerzos de cada día", asegura.
 
Y Eva denuncia el plan del maligno. "Muchos cristianos aceptan las 'palabras bonitas' que usan los globalistas para vendernos sus planes. Si miras lo que están proponiendo, se reduce a que esta gente quiere jugar a ser Dios. Las soluciones que ofrecen siempre se alimentan del miedo a la muerte. Lo cual, si crees que esta vida no es todo lo que hay, no nos debería preocupar tanto", expresa. 
 
"La ideología de género y el feminismo son las ideologías más dañinas que existen, porque impiden que las personas se casen, formen una familia y sean verdaderamente felices", insiste Eva.
 
"A mi generación se le ha dicho que no debemos casarnos ni tener hijos, porque todo es una construcción social opresiva creada por el patriarcado. Y además de eso, tener hijos también es malo para el clima, así que no te molestes… nos dicen que podemos acostarnos con cualquiera todo lo que queramos y que si te quedas embarazada, puedes abortar, porque es tu cuerpo, tu elección. Todo esto es obra del diablo", asegura.
 
Aquí puedes ver una intervención de Eva en la que habla de su fe.
 
"La única solución que veo a este problema es ser intransigente. Dios creó a Adán y a Eva, no a 73 géneros diferentes. No es más que el hombre tratando de ser su propio dios, lo que nunca ha funcionado y nunca funcionará. Lo mejor que podemos hacer como católicos es decirle a la gente que hay una alternativa que pueden seguir. Que existe y que tiene un nombre: Jesucristo", concluye.