Dieciocho diócesis fronterizas en México y Estados Unidos han conformado ya grupos de asesoría legal a emigrantes en peligro de ser deportados o en tránsito hacia Estados Unidos. Se trata de las ubicadas en Texas, y las mexicanas de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
 
El periodista Daniel Blancas ha entrevistado en Crónica al padre Arturo Montelongo, secretario ejecutivo de la Dimensión Episcopal de Movilidad Humana, quien le compartió la estrategia de defensa a migrantes desde la Iglesia, la cual incluye la apertura de más albergues y de centros sociales donde los repatriados puedan enseñar oficios aprendidos en Estados Unidos.
 
Adelantó que se planea ya la constitución de un programa episcopal promigrante y que será llevado adelante por 35 diócesis a lo largo de ambas fronteras.
 
La Conferencia del Episcopado Mexicano respalda el uso de templos para resguardar a familias en su lucha por evitar deportaciones.
 
“Como Iglesia hemos acompañado el andar de los migrantes desde tiempo atrás, tanto en acción caritativa como en humanitaria. Tenemos 64 albergues en todo el país, pero estamos en proceso de abrir más”, refiere Montelongo.
 

— Estamos detectando cambios en las rutas migratorias y previendo un asentamiento en la frontera norte, la cual puede llegar a saturarse en el verano, tanto por el flujo natural hacia el norte como por el aumento de las deportaciones.
 

— Y también de centroamericanos, cubanos y haitianos. Estas deportaciones no se dan en avión hasta los países de origen, simplemente los hacen cruzar por los puentes fronterizos hacia México.
 

— No es algo nuevo, se viene dando de tiempo atrás.
 

— Desde Matamoros hasta Tijuana, en toda la franja fronteriza… El Papa ha llamado a que las comunidades parroquiales sirvan como puntos de acogimiento de migrantes. El objetivo es sensibilizar a los fieles, porque los migrantes necesitan de cobijo, salud, economía, son pobres entre los pobres y viven de la caridad de la gente.
 

— Se va notando de a poco, aunque muchos se van a sus lugares de origen. Lo importante es que los albergues estén abiertos para ellos. Hemos iniciado además otros esfuerzos.
 

— La diócesis de Zacatecas, por ejemplo, abrió ya un centro social con un enfoque de reinserción, en el cual los zacatecanos deportados que aprendieron en Estados Unidos diversos oficios y habilidades, pueden compartir esos conocimientos a otras personas por medio de talleres. Es una forma para reinsertarlos en un país que sienten ajeno. Vamos a multiplicar este modelo en diferentes estados.
 

— En febrero se llevó a cabo un encuentro en la ciudad de Brownsville entre obispos fronterizos, tanto de Texas como de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Asistieron representantes de 18 diócesis. Se votó por darle mayor fuerza a los procesos de ayuda y atención a migrantes en ambos lados de la frontera. Las diócesis de Estados Unidos están abiertas a la asistencia social y a la orientación respecto a los estatus migratorios.
 

— No toca a la Iglesia dar nacionalidades ni residencias legales, pero sí orientar sobre qué caminos deben seguir los migrantes en busca de regularizar su situación. Muchos estaban de incógnitos: tenían 10 o 20 años allá y nunca se habían preocupado por su estatus. La persecución de Trump ha despertado su inquietud sobre qué deben hacer para quedarse en un país donde no nacieron, pero donde tienen familia y trabajo.
 

— Sí, para resolver dudas de carácter legal, en decirles: tu situación es ésta y debes ir con tal abogado o juntar tal documentación.
 

— También han comenzado a realizarse esfuerzos en las Californias, pero hasta ahora son iniciativas separadas. Ya se planea una reunión en septiembre para crear un frente de defensa más amplio, en toda la franja fronteriza: desde Tijuana hasta Matamoros. Hablamos de 35 diócesis.
 
La Dimensión Episcopal es parte del Consejo Consultivo de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, y del Consejo Ciudadano del Instituto Nacional de Migración. A la aludida reunión en Brownsville asistió el actual nuncio apostólico de EU: Christophe Pierre, quien durante nueve años fue nuncio en México.
 

— Como Iglesia respetamos la política internacional y el derecho de cada nación de salvaguardar su territorio, pero nos acogemos a la caridad y a la salvaguarda, no de territorios sino de personas. En los templos las familias se sienten protegidas y la Iglesia tiene una gran fuerza institucional, pero también somos realistas: no podemos oponernos a que se use incluso la violencia para sacar a la gente de las parroquias, está fuera de nuestras manos. Quisiéramos que nunca sucediera, que fueran santuarios, pero…
 

— No hay ley que lo prohíba. En un templo debe predominar el respeto a lo sagrado, pero hay agentes o policías que no son creyentes o no les interesa ese respeto, sólo ejecutan órdenes.
 

— Es, de hecho, una instrucción del papa Francisco, tanto en el norte como en el sur. Es vergonzoso reclamar a Estados Unidos lo que no somos capaces de hacer aquí.
 
La Iglesia, y en específico la Dimensión Episcopal, trabajan ahora en concientizar a la población binacional del desatinado discurso de Trump: él señala al migrante como un delincuente por el simple hecho de no tener una regularización migratoria, es un calificativo que estamos combatiendo, que no hemos aceptado ni aceptaremos.