Bronca, es bronca, porque si bien monseñor Charles Pope utiliza el guante de seda del humor, su tono irónico hará que algunos se lo piensen dos veces antes de saltarse sus indicaciones.
 
Nacido en Chicago, licenciado en Informática, ordenado sacerdote en 1989 y experto en estudios bíblicos, es párroco de San Cipriano, en Washington, D.C., y dedica el último post del blog que tiene en la web de la archidiócesis al abuso que se hace de las cámaras de fotos y de los móviles durante las celebraciones litúrgicas de bautismos, confirmaciones y bodas, hasta el punto de estar más pendientes de captar el momento que de vivirlo, e incluso estorbando la normal administración del sacramento.

"Lo importante no es la imagen", reitera en varias ocasiones. Y cita como ejemplo a quienes recorren Washington en un autobús turístico y al pasar por delante del Capitolio emplean todo el tiempo en sacar una foto que encuentran en cualquier libro, "en vez de mirarlo con sus propios ojos".

Y esto es un error: "Me atrevería a sugerir que lo importante NO es la imagen. Lo importante son la vida real y la experiencia real", explica monseñor Pope: "Es más, en la liturgia, lo importante son el culto y la alabanza a Dios, la experiencia de su amor, y la atención a su Palabra. La mayor parte de las veces, las cámaras nos hacen olvidar esto. Conseguimos la imagen, pero nos perdemos el momento".

Pope defiende la conveniencia de dejar que sea un profesional quien haga las fotos o tome el vídeo: "Saben hacer su trabajo estando en un segundo plano y sin formar parte de la ceremonia". Para los demás, "es momento para rezar y alabar y agradecer con alegría a Dios lo que está haciendo".

No es que, preso de un ataque de fe desencarnada, el párroco de San Cipriano no comprenda que "es importante para la gente tener fotos de ese día". Lo comprende, pero considera que el empeño de todos los invitados en tener su propia imagen de cada instante de la celebración dificulta a la famlia y a otros invitados "hacer las cosas con discreción y mantener una actitud más orante en los momentos sagrados". En todo caso, sugiere que las familias podrían limitar el número de los fotógrafos aficionados, y asignarles junto con el oficiante un lugar concreto.

Continuando con el humor con el que lanza estas reconvenciones, y con el que define algunas situaciones con las que se ha encontrado como sacerdote, monseñor Pope recuerda: "No tengo fotos de mi bautismo, ni de mi primera comunión ni de mi confirmación. Y he sobrevivido perfectamente bien a esta (terrible) carencia de «la instantánea». En la época en que yo recibí estos sacramentos, las fotos del momento preciso sencillamente no se hacían. Tengo una foto camino de la iglesia para hacer la primera comunión, pero ninguna de cuando de arrodillé en el reclinatorio. Y estoy vivo, y en buen estado", bromea. Y se pone serio para citar a San Pablo: "Todo debe hacerse con decoro y ordenadamente" (I Cor 14, 40).

Y reitera a modo de conclusión: "Recordad que lo importante no es la foto, lo importante es el momento y la experiencia. Una foto no puede sustituir la experiencia real, la oración real, el culto real que puede y debe tener lugar en todos los momentos sagrados y en toda liturgia sagrada".