El escritor de terror Stephen King dijo hace muchos años que su larguísima novela The Stand (a veces llamada Apocalipsis, y otras La Danza de la Muerte) era como una versión americana de El Señor de los Anillos: un pequeño grupo de personas normales recorren una tierra vacía caminando por autopistas de la América profunda para enfrentarse casi sin posibilidades a un terrible señor maligno. Y es cierto, hay algo de eso.

Pero Tolkien se tomó "sólo" 17 años en terminar El Señor de los Anillos mientras que Stephen King, pasados 50 años de publicar su libro, sigue añadiéndole partes y modificaciones. Por ejemplo, él es el guionista del capítulo final de la adaptación del libro de la teleserie en streaming de CBS (pronto Paramount+, en España en Startzplay).

La versión de 2020, más religiosa que la de 1978 o 1994

Ya se han emitido los 9 capítulos de la teleserie, y para asombro de todos, es incluso más religiosa que el libro de 1978, y más que la versión ampliada de 1990 (le añadió 400 páginas, dejándolo en unas 1.500), más que la teleserie de 4 capítulos de 1994 (que se puede ver en YouTube, dura cinco horas, con guiones del propio King) y que las versiones en cómic de 2008 y 2009.



No sólo eso: aunque en esta versión algún personaje blanco pasa a ser negro, y algún varón es sustituido por una mujer, casi "por cumplir", no hay personajes ni parejas gays, al contrario que en la pelmaza militancia apocalíptica de cuota rosa de The Walking Dead. En esta serie no hay discursos de propaganda de género: se puede ver.

Hablamos de una teleserie de terror y fantasía contemporánea de 9 capítulos, con algunos psicópatas (menos que en el libro, y más suaves), un líder maligno, algunas escenas de sexo y algunos diálogos groseros o sexuales, pero que puede ser una historia edificante para cualquiera con más de 16 años que guste de historias apocalípticas sobrenaturales.

Y no hay que dejarse el último capítulo, una coda que refuerza los elementos religiosos de la historia.

Una pandemia que casi no deja humanos vivos

The Stand empieza con una terrible pandemia que extermina a casi toda la humanidad, excepto algunos cientos de inmunes, dejándonos a los espectadores convencidos de que el coronavirus es una nadería.

Los supervivientes empiezan a tener extraños sueños. Algunos, con un tipo a la vez siniestro y encantador, Randall Flagg, que les ofrece lo que desean. Otros, con una anciana negra, la Madre Abigail, que canta espirituales y salmos.

Lo que parecía ser una historia de supervivencia tras un desastre bioquímico pasa a ser un misterio sobrenatural y teológico. Guiados por sueños y profecías, los supervivientes recorren el continente para juntarse en dos comunidades. En una deben aprender a escuchar y recibir instrucciones "de lo alto". En la otra, Flagg promete a todos disfrutar y un mundo "sin la moral opresora que ellos nos imponían".



El mal parece tener todas las de ganar, poder sobrenatural, incluso armas atómicas. El bien sólo tiene personas normales que, inermes, deben aprender a ser obedientes y confiar.

Entrarán en la fortaleza del mal repitiendo el Salmo 23: "aunque atraviese cañadas oscuras, nada temo". Les falta el final: "porque Tú estás conmigo". Pero no hace falta que digan esa parte, porque se verá. De hecho, proclamarán el Salmo en voz alta... y algunos de los corruptos despertarán con él y se redimirán incluso siendo testigos de la aparente omnipotencia del mal. Estos recuperados de última hora no se veían en la teleserie de 1994 y parece un homenaje de King a la fuerza liberadora del Salmo.

Un añadido de esta serie que no tenía la de 1994 ni el libro es la escena del juicio-burla a algunos protagonistas buenos capturados. Es un eco asombroso del Evangelio, con su muchedumbre linchadora y su apariencia de justicia, sus jueces absurdos basados sólo en el poder del fuerte y de la masa. Una charada, una pantomima. Como a Jesús, inocente injustamente juzgado en un juicio amañado.



Parece increíble que en nuestros tiempos permitan airear, más aún, recuperar, una historia tan religiosa y que aumente incluso su fuerza de fe. Pero es que el mismo escritor ha aumentado su religiosidad. Ya hace décadas dijo que se trataba de una obra de "cristianismo oscuro".  

Dios no puede ser una mera kriptonita de usar y guardar

King nació en 1947. Se formó en una familia practicante de religión metodista, pero en la adolescencia dejó la práctica religiosa y la creencia en Dios. Le gusta presumir de que él acudió a las manifestaciones contra la guerra de Vietnam.

En 2008, entrevistado en Salon.com explicaba que le educaron para creer en el Anticristo, y que aunque no creía ya en Dios como se lo enseñaron con la Biblia, pensaba que Dios merecía ser tomado en serio como un factor real a la hora de reflejarlo en una ficción.

Así, decía que "The Stand es un esfuerzo para dar a Dios lo que se merece; demasiado a menudo, en las novelas que son especulativas, Dios es una especie de kriptonita y ya está. Eso viene ya desde Drácula, cuando alguien saca una cruz en la cara del Conde Drácula y luego se la guarda y de vuelta a casa. ¡Eso no es religión! Eso es una especie de juju, un talismán. Yo quería hacer algo más que eso. Yo quería explorar lo que significa ser capaz de alzarte frente a la adversidad mediante la fe, porque es algo que la mayoría hacemos cada día. Quizá no lo llamamos cristianismo. Quería que fuera un viaje con Dios".

Efectivamente, la religión no es usar un talismán. Implica una relación entre la persona y Dios. Los personajes de la teleserie acaban confiando en que Dios debe existir y dar indicaciones correctas. Eso no llega a ser lo mismo que amarle, y por eso al espectador creyente le puede rechinar. Sin embargo, incluso los que queremos amar a Dios podemos identificarnos con el hecho de que no siempre  queremos fiarnos de sus instrucciones. Los personajes de la serie obedecen y se arriesgan.

Orden en el universo... y necesidad de una moral exigente

En 2008 King no llegaba a declararse creyente y sólo admitía que "dado el cosmos en el que vivimos, es muy persuasiva la idea de que hay algún tipo de causa que dirige las cosas", algo que "quizá no es el Dios de Al-Qaeda y quizá no es el Dios de Abraham, pero algo podría estar dirigiendo las cosas. El orden del universo tal como lo vemos, la naturaleza que se entrelaza, la forma en que funciona todo, persuade de que pueda haber una primera causa por encima".

Ya en 2008, y en su libro, King reflexionaba sobre la aparente crueldad de Dios, un tema que recupera en esta serie en su capítulo final, cuando una protagonista dice que Dios, al obligarnos a enfrentar el mal, es cruel. "Eso decía Job", señala la sabia Madre Abigail, recordando que Job se equivocaba.

Madre Abigail recuerda las respuestas de Dios a Job cuando él se quejaba de las pruebas a las que es sometido

Esa crueldad es sólo aparente: es necesario para que los hombres pueden alzarse ante el mal, lo que resulta el gran tema de la serie. 

The stand se refiere a la resistencia, el mantenerse en pie, el no inclinarse y adorar como divinidad al mal, pese a su tremenda apariencia de poder, como la tribu que -desconocedora del Dios bíblico que enseña a superar el miedo- enseguida se inclina ante un poderoso Flagg.



King decía que desde niño reflexionó sobre cómo Dios se enfadó con Moisés, al parecer, de forma desproporcionada: por un momento de rabia golpeando la piedra, le castigó con más años de peregrinación y no poder entrar en la Tierra Prometida.

A Madre Abigail, que es otro Moisés, le pasa así. Pero al pasar el tiempo, King entendió que "primero, los mitos sugieren un camino moral difícil en la vida y, segundo, que dan más fruto y son más amigos de lo terreno que el dios de la tecnología, el del microchip o el del móvil".  

Un predicador dijo que cada generación o dos hay una pandemia

En 2008 explicó otra cosa que hoy escuchamos a mitad de camino entre el miedo y el alivio. Cuenta que escribió el libro en Colorado a finales de los 70, y que en la radio se hablaba mucho de armas químicas en los desiertos de Nevada y también oía por la radio a predicadores protestantes que avisaban que cada dos o tres generaciones debía caer una gran plaga o peste o enfermedad pandémica. "Empecé a pensar en esa dicotomía entre lo espiritual y lo tecnológico, el gran tema del libro".

Claro que Tolkien escribió algo similar, la lucha entre el Arte y la Máquina. El Anillo, la bomba atómica o la biotecnología (o la soberbia de matar niños y enfermos con aborto y eutanasia de bata blanca) serían esos signos de tecnología sin espiritualidad, que no pueden sino llevarnos a la muerte.

Reconocer que con Dios funcionas mejor

Seis años después, en 2014, King ya hablaba de Dios de otra manera, entrevistado en octubre en Rolling Stone. Decía que había elegido creer en Dios "porque hace que mejoren las cosas. Tienes un punto de meditación, un punto de fuerza", decía con 67 años. "Elijo creer que Dios existe y así puedo decir 'Dios, no puedo hacer esto por mí mismo, ayúdame a no beber hoy. Ayúdame a no drogarme hoy. Y eso me funciona", añadía.

El tema de Dios frente al alcoholismo, junto con la sabiduría de Alcohólicos Anónimos (reconoce que tienes un problema; reconoce que por ti solo -sin algo superior- no podrás salir de él)  aparece con simpatía en varios de sus libros, especialmente en las historias del doctor Sleephas.

Sobre el tema del mal, en 2014 admitía que muchas veces cambió de opinión sobre si hay o no "un mal exterior, una fuerza en el mundo que de verdad quiera destruirnos, desde dentro, individual y colectivamente. O si todo es interior y es cosas de genética y ambiente". Su conclusión es que creía que sí hay maldad en el "cableado profundo" de los hombres. "Cuanto más viejo me hago, menos pienso que haya una influencia diabólica exterior: viene de las personas". 

Así, al pasar los años, fue creyendo más en Dios, más en el pecado y menos en el demonio. Quizá tenga algo que ver que su hija Naomi haya sido ministra protestante unitarista, que es la rama más radicalmente progresista y teológicamente heterodoxa del protestantismo.

Si te gustó La Milla Verde, prueba The Stand

Ya hay mucha gente que usa la película que adapta su novela La Milla Verde en grupos parroquiales de jóvenes, con su tema del inocente encarcelado y amenazado de muerte, que no deja de ser otro Cristo no reconocido. The Stand, que para muchos es la mayor obra de Stephen King, ha demostrado pervivir con fuerza con el paso de las décadas, y sigue capturando nuestra imaginación.

¿Y si la pandemia lo cambiara todo? ¿Y si hubiera llegado el momento de decidir entre sólo dos opciones?

¿Y si esta fuera la época en que unos pocos deben alzarse y resistir en pie, mientras las multitudes adoran al amo que les ofrece sexo, circo, placer y amoralidad? Y, una vez en pie, ser fieles y dejar obrar a Dios. 

Trailer oficial en español de The Stand

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