I. Las apariciones de la Virgen en Fátima y la transformación de Portugal
 
Como en otros países de antigua tradición católica, durante el siglo XIX la persecución contra la Iglesia en Portugal será generalizada. Los años anteriores a las apariciones de la Virgen María en Fátima, esta persecución se había intensificado: se habían suprimido las relaciones con el Vaticano; se prohibía que varios Obispos residiesen en sus diócesis; serán expulsadas de Portugal diversas Congregaciones religiosas; no se permitirá  a los sacerdotes que vistan sotana; se reducirá  a tres los seminarios; se empobrecerá y se condenará al clero, el cual será insuficiente para mantener una vida religiosa normal; no se permitirá que circularan libremente los documentos pontificios; son lanzados de sus casas rectorales los párrocos; la enseñanza es laica, y los niños en las escuelas desfilan llevando pancartas en las que se lee «ni Dios ni religión», el país vive en una gran anarquía política. Algunos creerán que el catolicismo en Portugal desaparecerá en dos generaciones[1].
Pero los católicos no quedarán inactivos, comienzan a agruparse en el campo de la Acción Social, para dar a conocer y llevar a cabo las enseñanzas sociales de las encíclicas (1901). A esta acción se une la oración, en 1915 se instituirá la Cruzada del Rosario, su éxito será tan grande, que las iglesias de Lisboa se llenarán totalmente. El pueblo portugués recuerda que está consagrado a Nuestra Señora de la Concepción. A pesar de todo, ha conservado la fe, y por medio del rezo del Rosario implora la ayuda de la Santísima Virgen. El mismo día 13 de mayo de 1917, un diario de Oporto, publicaba una oración en verso implorando de María el don de la paz, ya que Portugal estaba inmersa en la I Guerra Mundial. En este día tiene lugar la aparición de la Virgen María a tres niños: Jacinta, Francisco y Lucía, mientras apacentaban el rebaño.
Estas apariciones de la Virgen María, después de un maduro examen de trece años, tendrán el reconocimiento oficial por el Obispo de Leiria, el 13 de octubre de 1930. Este Obispo en la carta pastoral A divina Providentia dirá: “Nosotros consideramos: primero, declarar dignos de credibilidad las visiones de los pastores de Cova da Iria en el paraje de Fátima de ésta diócesis, el 13 de mayo a octubre de 1917. Segundo, concedemos permiso oficial para el culto a Nuestra Señora en Fátima”. Los Obispos portugueses escribirán en una Pastoral colectiva: “Quien hubiese cerrado los ojos hace veinticinco años y los abriese hoy no reconocería a la nación, tal es la amplitud y la profundidad de esta transformación realizada por un acontecimiento insignificante en apariencia, la aparición de Nuestra Señora en Fátima[2].
Ejemplos de esta transformación: El 8 de diciembre de 1917 se hace con el poder un gobierno que se impone en medio del caos. Se permite el retorno de los Obispos a sus diócesis, se derogan las leyes más anticlericales. Los católicos, animados por los acontecimientos de Fátima, se organizan, se reconstruyen los seminarios, regresan las Órdenes religiosas. Se producen un gran número de conversiones, se tiene conocimiento de curaciones excepcionales en los pueblos. No dejan de organizarse peregrinaciones a Fátima, todo ello ayuda a que se dé en el pueblo un manifiesto despertar religioso. En febrero de 1918, los Obispos pueden reunirse en Lisboa. Como admirados de este «favor» escriben a Benedicto XV y le comunican que la situación de la Iglesia en Portugal parece haber mejorado. El Papa les contesta el 29 de abril, y atribuye la mejora obtenida a un «socorro extraordinario» de la Madre de Dios. 
Se celebra en 1926 un congreso mariano con más de cien mil congresistas. En 1933 la Acción Católica tiene 55.000 militantes, surgen muchas vocaciones. Existe el miedo de que la guerra civil española se extienda a todo el pueblo vecino. En mayo de 1938 en Cova da Iria (lugar de las apariciones), veinte Arzobispos y Obispos, con medio millón de fieles pronunciarán la consagración de Portugal al Inmaculado Corazón, mientras que en todas las iglesias del país millones de fieles, orando formarán un solo corazón y una sola alma con la muchedumbre que llenaba Cova da Iria. 
Este país que había vivido tantas revoluciones violentas, después de las apariciones de la Virgen María se irá pacificando interiormente y se salvará de participar en la II Guerra Mundial.  El mismo Pío XII lo recordará en el mensaje del 13 de mayo de 1946, “La más terrible de las guerras que jamás haya asolado el mundo, rondó durante cuatro años vuestras fronteras, pero jamás las traspuso, «gracias especialmente a Nuestra Señora» que desde lo alto de su trono de misericordia, colocado como una sublime atalaya en el centro de vuestra nación, velaba sobre vosotros y sobre vuestros gobernantes...”[3]
El cambio de régimen que tendrá lugar en el siglo XX en la década de los setenta, se realizará con la revolución llamada de los claveles, hecho que admirará al mundo, por la forma pacífica con que se realizará.
Por su parte el pueblo portugués no deja de honrar a la Virgen María en Fátima y conmemora cada una de las apariciones año tras año. Peregrinos de todas las partes de Portugal van a Fátima, algunos a pie, para cumplir el mensaje que la Virgen dirigió a tres pastorcillos, oración y penitencia para alcanzar de Dios sus dones, ante todo el don de la paz. En Fátima se rezará el santo Rosario. En procesión acompañando la imagen de Nuestra Señora, en medio de cantos, Ella conducirá a los peregrinos reunidos en la explanada al altar donde se celebrará la Santa Eucaristía, donde dará el protagonismo a su Hijo que se convertirá por las palabras del ritual eucarístico en pan y vino para alimento de los creyentes. Un buen número de peregrinos pasarán toda la noche en vigilia de oración, al día siguiente, después de la procesión al Santísimo, se  participará de nuevo en la Santa Eucaristía que finalizará con el entrañable despedida a la Virgen en medio del volteo de los pañuelos blancos.
Se podría decir que en Fátima lo mejor del pueblo portugués se ofrece a la Virgen María, que es amada con una ternura entrañable. Quien quiera crecer en amor a la Virgen María y tratarla con el más primoroso amor y respeto, participe en algunas de estas conmemoraciones de las apariciones de la Virgen María, que se realizan cada año los días 12 y 13 de mayo a octubre, y aprenderá hacerlo, el pueblo católico de Portugal reunido allí le ayudará en ello.
La Virgen María se alegrará de contemplar nuestra presencia entre la multitud de sus hijos reunidos en Fátima, y no dejará de hacernos el regalo que más necesitamos para que crezcamos en el seguimiento de su Hijo, que es el Camino, la Verdad y la Vida sin fin. Quien no pueda estar allí presente, lo puede estar espiritualmente, el video que acompaña este artículo le podrá ayudarle a ello.
 

[1] En 1911 en un congreso de librepensadores, Alfonso Costa proclamó que el pueblo portugués estaba admirablemente preparado para el decreto llamado  «ley de Separación», gracias al cual  en dos generaciones el catolicismo sería completamente eliminado. Cf. C. Barthas, La Virgen de Fátima, (Col. Patmos 112), Madrid: Ed. Rialp 51981, 468.     
[2] Rafael M. López Melús, Principales apariciones de la Santísima Virgen y su mensaje al mundo de hoy, Sevilla: Apostolado Mariano 1978, 129.
[3] Citado por C. Barthas, o.c., 474-475.