Amar Siempre Más, el proyecto con base parroquial que da de comer y ofrece un gran sentido a la vida

Llueve de nuevo en Madrid, tras unos días en los que parecía que llegaba por fin la primavera. En la puerta de una antigua pastelería reconvertida en comedor, en el barrio de Villaverde de Madrid, frente a la iglesia de San Andrés Apóstol, ReligiónEnLibertad se encuentra con Noelia y la pequeña Covadonga, que se aferra fuerte a los brazos de su mamá.

Noelia es voluntaria y encargada en uno de los comedores que tiene el proyecto Amar Siempre Más (As+). En 2010, un grupo de laicos junto con el párroco de San Ramón Nonato, José Manuel Horcajo, pusieron en marcha, en el barrio madrileño de Vallecas, esta iniciativa pastoral que tiene su base en tres patas: la atención en el ámbito familiar, en el social y en el espiritual.

"Eso de más" que le ofrecieron a Elitha

Ya en el interior del local, de las cocinas, aparece Elitha, sonriente y siempre dispuesta a ayudar al que más lo necesite. Es de la selva peruana, llegó embarazada, sin nada, a uno de los centros del proyecto, y, ahora, es la encargada de este comedor -que tiene poco más de un mes–, del rastrillo solidario (una tienda de segunda mano atendida por voluntarios) y del hogar (el piso donde convive con otras personas que no tienen donde dormir.)

"Si solo me hubieran ofrecido leche y pañales no sería ahora la que soy", comenta Elitha, dejando entrever qué era "eso de más" que le dieron cuando un día llegó embarazadísima a uno de los centros de Amar Siempre Más, sin tener de qué vivir y, lo que ella más resalta, destruida emocional y espiritualmente. 

La cercanía y dedicación con la que le atendieron, y la motivación de, no solo sacar adelante al pequeño, sino de que pudiera encontrarse con Cristo, fue lo que verdaderamente transformó su vida. "Aquí recibí un sí a la vida, pero integral. Si las ayudas son parciales, al final esa mujer podría ir teniendo hijos con otros hombres sin ningún rumbo en la vida", relata Elitha. 

Como ella, muchas personas han visto transformadas sus vidas gracias a su paso por los comedores y hogares de Amar Siempre Más. En el de Villaverde, en estos momentos, Elitha y los voluntarios dan de comer a cerca de 100 personas, de lunes a domingo, y no les gusta decir que no si llega más gente. Con la ayuda del banco de alimentos y de bienhechores, lo singular es que los voluntarios son los propios beneficiarios, son los que cocinan, ponen la mesa, recogen... o hacen los deberes con los niños.

La labor del proyecto Amar Siempre Más con los más necesitados no se reduce a servir un plato de comida, sino que es integral. Para ellos, las personas no son "casos", "cumplir protocolos" o "tratar perfiles", son, nada más y nada menos, que personas que pueden tener unas necesidades muy diversas. Cuando entran por la puerta se les escucha y se les pregunta lo que necesitan. Puede ser desde un abono para el transporte, hasta una cama para dormir... o un simple abrazo.

Como una más de la familia

María Esther lleva desde que abrieron el comedor. "Estaba en la calle, muriéndome de hambre. No desayunaba ni cenaba. Me dieron una gran acogida, me quieren mucho. Creo que depende de uno, de que te pongas las pilas y de hacer lo que tienes que hacer. Me han recibido como a un miembro más de la familia, yo soy feliz", comenta esta cocinera que acude al comedor casi todos los días.

"Si ellos ven que no ha venido el que cocina, alguien tendrá que hacerlo, y se pone el que esté a trabajar. Somos como una familia, cada uno se involucra en lo que sabe hacer", comenta Noelia, que está casada, tiene tres hijos, y es una de las voluntarias externas encargadas del comedor que tienen en Vallecas, donde acompaña, además, a otros matrimonios en el ámbito más espiritual.  

Un aspecto, el de la fe, que no se desatiende nunca. Amar Siempre Más organiza convivencias, retiros, peregrinaciones, cenas Alpha, se reza el Rosario en los comedores, se ofrece el sacramento del perdón a quien lo pida, y, siempre de la mano de la parroquia asociada al centro, se da la posibilidad a los beneficiarios de que acudan a la misa parroquial, de que hagan adoración o de que reciban los sacramentos que les faltan. 

"Aquí no engañamos a nadie, tenemos a San José en la puerta con una vela encendida, que es nuestro protector y el que nos ayuda de forma providente. Si viene gente de otras religiones se les da de comer, no se les margina, pero se les intenta ayudar de forma integral, somos católicos y esto es lo que te ofrecemos", comenta Elitha, para la que toda vocación de servicio sale de la centralidad de Cristo.  

"Una vez vino una pareja que eran pastores protestantes, no tenían nada, estaban empezando de cero, y, un día, llegaron y me dijeron que, a partir de ahora, nos iban a dar el diezmo a nosotros cada mes. Y cada mes aparecían con su sobre y sus pequeños ingresos", cuenta Elitha, como una de esas pequeñas historias extraordinarias que se dan en el comedor cada día. 

Mientras hablamos con Elitha y Noelia, por la puerta principal del comedor aparecen dos "voluntarios externos", como los llaman en el proyecto. Uno es un sacerdote de una parroquia de un barrio bien de Madrid y el otro un jubilado que da catequesis a las personas que así se lo piden. 

Esto es la Iglesia 

"Como discípulo de Cristo creo que debo estar aquí, yo solo doy un día por semana unas humildes catequesis sobre la introducción a la fe. Son muy básicas y muy elementales, pero nos introducen en el misterio de Cristo", comenta Alfonso. 

"Pueden venir dos, seis o una persona. Se les ve que están abiertos y que tienen sed de Dios. Tienen muchos problemas personales, es gente muy vulnerable, que necesita una palabra de consuelo. Esto es la Iglesia, pero, desgraciadamente, no sale en los periódicos. Solo salen curas abusadores. El mancharte de barro, eso es la Iglesia, y la gente, desgraciadamente, lo conoce poco", añade Alfonso. 

Pegado a los comedores siempre hay un rastrillo solidario. Al acabar de conocer el comedor nos acercamos para verlo, está a medio minuto andando. Allí se recogen donaciones de ropa, enseres, calzado o complementos y se venden a precios económicos para conseguir dinero para el proyecto. Los voluntarios son los encargados de clasificar, limpiar, colocar... todos los productos y de atender también a los clientes. 

"Yo digo que esto es un lugar para evangelizar. Aquí la gente de fuera viene y nos conoce. Puede ser gente que tenga necesidades o, lo contrario, que quiera colaborar con nosotros. A veces vengo y me los encuentro a todos sentados, charlando, evangelizando", comenta Elitha, mientras, dispuesta, coloca una chaqueta de niño en un gran cesto de ropa usada. 

La encargada del rastrillo, en estos momentos, es una mujer viuda que entristeció mucho con la pérdida de su marido y, aunque no le falta para comer, necesita mucha compañía. Con su compañero, mucho más joven que ella, juntos, atienden cada mañana a los clientes que llegan con una sonrisa en la cara. 

Somos sembradores de semillas

"Si un voluntario propone decorar una stand del rastrillo de una manera concreta, o nos dice que él es bueno para las ventas o para otra función determinada, se le deja, intentamos que cada uno se realice con lo que mejor saber hacer", comenta Noelia. 

"El que pasa por aquí y luego encuentra trabajo, pero ha pillado la idea, siempre vuelve. Es como la casa de tu padre, puedes estar semanas sin ir, pero siempre vuelves. Nosotros somos sembradores de semillas, queremos que sean santos, nada más. Además, sabemos que este trabajo es eterno, y no tenemos prisa", concluye la voluntaria.

Amar Siempre Más está presente en los barrios madrileños de Vallecas, Canillejas, Carabanchel, Tetuán, Aluche -dos comedores- y en Villaverde. En este último ha organizado una cena benéfica para este sábado 5 de abril, a modo de inauguración del nuevo comedor. Contará con la presencia del sacerdote José Manuel Horcajo, y la gente que quiera participar puede hacerlo con una donación de 20€, que servirá para que siga funcionando este generoso proyecto.  

Puedes colaborar con el proyecto Amar Siempre Más a través de estas plataformas:

A través de su web (entra aquí)

Transferencia bancaria

Cuenta CaixaBank: ES53 2100 2218 0502 0052 1920

Cuenta Caja Ingenieros: ES24 3025 0006 2414 3324 9888

Beneficiario: Asociación Familia y Cultura de Vallecas

Bizum a ONG

Código 11615

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