Paola Dalmonte empezó hace 26 años junto al sacerdote Oreste Benzi
Una de las iniciadoras de los Rosarios ante los abortorios denuncia el creciente acoso institucional

Un grupo de personas rezan el Rosario junto a un hospital en Monza (Lombardía).
Paola Dalmonte, que desde hace 26 años reza el Rosario frente al hospital Sant'Orsola [Santa Úrsula] de Bolonia, se preguntó hace un par de días por primera vez, tras la resolución de la asamblea legislativa de Emilia-Romaña que compromete al gobierno regional a tomar medidas contra los grupos pro-vida que se oponen al aborto, qué sucederá si un día llegara a ser arrestada.
Su compromiso, que se ha convertido en testimonio cristiano en todo el mundo, comenzó en 1999 con don Oreste Benzi, fundador de la Comunidad Juan XXIII, quien ideó, proféticamente, esta forma de oponerse a los abortos: rezar frente a las clínicas y a las especialidades en las que se realizan interrupciones de embarazo. Un modelo exportado a todo el mundo, nacido hace 26 años de la mente y el corazón de este gran sacerdote, y que hoy, precisamente en tierra emiliana, es cuestionado y obstaculizado.
Paola Dalmonte estuvo allí, en el patio de obstetricia del hospital boloñés junto a don Benzi y un pequeño grupo de voluntarios armados solo con el Rosario, aquel 12 de mayo de 1999, cuando todo comenzó. Recibieron amenazas del director sanitario, que advirtió de que llamaría a la policía.

Don Oreste Benzi (1925-2007), en primer término, en una concentración provida.
En esta entrevista de Andrea Zambrano en La Nuova Bussola Quotidiana, Paola deja entrever que la decisión de la región no es más que el fruto del clima de estos años, que ha crecido hasta llegar a un punto de no retorno.
-Paola, ¿ha leído la resolución?
-Es una señal muy preocupante, la libertad de opinión y de expresar la propia fe está siendo atacada oficialmente. Sin duda es un riesgo para la democracia.
-Dicen que quieren impedir manifestaciones para no inquietar a las mujeres...
-Pero nosotros no estamos allí para juzgar ni condenar, no podemos saber quiénes son las personas que entran o salen de la clínica, no lo llevan escrito en la frente. Muchas veces nos han acusado de molestar a las mujeres, pero ¿cómo podríamos saberlo? Ni siquiera tienen barriga visible: es un pretexto.
-También estarían prohibidos las pancartas para evitar pretextos de reivindicaciones políticas...
-Y nosotros no tenemos carteles de ese tipo. Pero, ¿sabe? Quienes nos acusan nunca han venido a vernos. El hecho es que les damos miedo.
-¿Por qué?
-Porque somos firmes. Ven que en 26 años de oración en muchas ciudades italianas, ninguna mujer ha tenido jamás motivo para acusarnos. Nos han acusado de usar megáfonos, de gritar consignas, todo falso. Si vinieran a vernos, ¿sabe qué encontrarían?
-¿Qué encontrarían?
-Seis, siete, a veces ocho personas rezando el Rosario en círculo, con un tono de voz normal, coloquial. Eso encontrarían.
-¿Y las mujeres?
-Tenemos historias preciosas de mujeres que nos han conocido, que nos han buscado. Recuerdo una en particular.
-¿Quién era?
-Una mujer musulmana. Había ido a abortar a su tercer hijo, tenía graves problemas económicos. Nos vio y quiso conocernos. La ayudamos con el siguiente embarazo, que llevó a término. Una tarde la invitamos a una asamblea, justo mientras nos criticaban...
-¿Y... qué ocurrió?
-Tomó la palabra y dijo algo que jamás olvidaré: "Si cuando aborté a mi tercer hijo hubiera visto a alguien rezando frente al hospital, habría pensado: hay alguien que comprende mi dolor. Ninguna de las personas que encontré en el hospital lo hizo. Todos trataban de minimizar mi aborto". Con ella nació una amistad.
-¿Cree que impedirles rezar es un ataque a la libertad religiosa?
-Más aún: creo que es un ataque al cristianismo. Tal vez parezca una conjetura, pero estoy convencida de que, si fueran judíos o musulmanes rezando en la calle, nadie diría nada, porque habría que respetar la libertad religiosa.
-Cuéntenos, ¿cómo nació el Rosario por la vida?
-Nació con don Oreste Benzi. Un día dijo: "He encontrado la manera de acabar con los abortos: vayamos a rezar frente a los hospitales".
-¿Hubo aceptación inmediata?
-Por supuesto que no. Ni en la misma comunidad: había quien dudaba, hemos encontrado las actas hace no mucho, y después enseguida comenzaron las críticas desde fuera.
-¿Quién os acusaba?
-Dentro y fuera de la Iglesia. A menudo nos encontramos con muros levantados, estamos acostumbrados.
-Ahora, sin embargo, parece que la novedad es la oposición no solo de grupos bien organizados, sino de las mismas instituciones. Primero el caso de Módena con los 40 días por la vida, ahora la Región Emilia-Romaña.
-Más sistematizada, sí, pero la verdad es que las instituciones nunca nos han visto con buenos ojos. El primer día, aquel 12 de mayo de 1999, el director sanitario del Sant'Orsola, Malpighi, mandó a decir a don Oreste: "Si entráis, haré que os arresten".
-¿Y cómo reaccionó él?
-Nos salimos, porque a la clínica obstétrica se accede por un patio interior, así que decidimos quedarnos en la acera, en la calle frente al departamento de ginecología de via Massarenti.
-¿Don Oreste cedió por no tener problemas?
-No era cobarde, pero fue prudente.
-¿Y cómo respondía a las críticas?
-Con afabilidad. Sabía bajar el tono y hacer que los demás también lo bajaran. Un día la policía vino, llamada por el hospital, y se acercó a don Oreste pidiéndole que se marchara. Y él respondió: "¿Cómo? ¿Quieren arrestarme a mí? Pero si donde están matando a los niños es dentro, no aquí". Con su firmeza y dulzura sabía dialogar y resistir.
-¿Y la Iglesia local?
-El obispo Caffarra nos escribió después de la fuerte protesta de 2014. Nos animó a continuar; él estaba muy cerca de nosotros, esos también eran sus temas.
-¿No le da miedo pensar que quizá un día no tan lejano pueda ser arrestada?
-¿Quién no tendría miedo? Pero creo que estamos en tiempos en los que la libertad ha terminado. No sé qué haré, pero sé que soy una peregrina de la esperanza, y dado que estamos en el año justo, no puedo actuar de otra manera.
-¿Y dentro de la Comunidad, qué clima había?
-Don Oreste fue criticado, pero defendió la bondad del Rosario con todas sus fuerzas. Hizo constar en acta que, si nadie de la comunidad se presentaba, él iría solo. Pobrecillo, se veía claramente cómo se le partía el corazón.
-¿Y usted, Paola, cómo ha cambiado en estos años?
-Pasé de tener miedo de que me insultaran a ser consciente de la enormidad de lo que significa un aborto. Me encuentro con madres desesperadas, que ya no tienen ganas de vivir, sin fuerzas. Pues bien, yo me he vuelto más fuerte por ellas.
-Pero, al final, ¿por qué don Oreste tuvo la intuición de ir justo allí, frente a los hospitales? ¿No bastaba con rezar en una iglesia?
-Hay una característica indispensable que explica nuestra elección: estar junto a quienes están en el sufrimiento. Estamos allí por eso. Ese es el lugar donde se mata a un inocente. No es una manifestación. Así como María estaba al pie de la cruz y no hacía otra cosa que rezar, también nosotros permanecemos al pie de la cruz. Y no huimos.