Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

Reconocen virtudes heroicas de 6 Siervos de Dios: un misionero en Ecuador, una joven con estigmas...

Crespi
El Papa da luz verde a que se promulguen los decretos de virtudes heroicas de seis Siervos de Dios, entre ellos hay una madre de familia española (foto: el salesiano italiano Carlo Crespi Croci, que vivió 60 años en Ecuador).

ReL

El Papa Francisco acaba de aprobar las virtudes heroicas de seis Siervos de Dios de la Iglesia Católica. El Pontífice se reunió en audiencia con el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, y autorizó al Dicasterio promulgar los decretos.

Botánico... y enamorado de María Auxiliadora

El Siervo de Dios Carlo Crespi Croci, sacerdote profeso de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco, nació el 29 de mayo de 1891 en Legnano (Italia) y falleció el 30 de abril de 1982 en Cuenca (Ecuador). Entre 1909 y 1911 realizó estudios de filosofía en Valsalice, donde fue compañero de clase del sacerdote Renato Ziggiotti, futuro sucesor de Don Bosco.

En 1921 se graduó en ciencias naturales, con especialización en botánica, y después de tres meses se graduó en piano y composición. Vivió 60 años como misionero en Ecuador, sobre todo con indígenas de la Amazonía. Además de su labor religiosa, se dedicó a la educación, cine, antropología y arqueología.

Fue uno de los primeros investigadores de la Cueva de los Tayos, en Ecuador, y precursor del cine ecuatoriano con su documental Los invencibles shuaras del Alto Amazonas (1926). Su labor principal la realizó en Cuenca, donde su recuerdo se mantiene en monumentos y en el nombre de diferentes instituciones.

Los pilares de su vida espiritual y misionera fueron la Eucaristía y María Auxiliadora; su modelo fue San Juan Bosco, a quien trató de imitar propagando la fe especialmente entre los jóvenes. En los últimos años de su vida se dedicó a confesar, llegando a pasar hasta 17 horas diarias en el confesionario. Falleció a la edad de 90 años.

Enérgica, jovial... y amiga de los luteranos 

La Sierva de Dios María Caterina Flanagan, religiosa profesa de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida, nació el 17 de julio de 1892 en Londres (Inglaterra) y falleció el 19 de marzo de 1941, en Estocolmo (Suecia).

En Suecia y en Inglaterra ocupó el cargo de superiora de diferentes comunidades.​ Los últimos años de su vida los dedicó a la oración y a la contemplación, ofreciendo sus sacrificios por la conversión de Suecia. Debido a una grave enfermedad fue trasladada a la casa de reposo de Estocolmo, donde murió el 19 de marzo de 1941.

María Caterina Flanaga

María Caterina Flanaga dedicó los últimos años de su vida a la oración y a la contemplación, ofreciendo sus sacrificios por la conversión de Suecia. 

En Suecia se dedicó sobre todo a las relaciones con los luteranos, forjando fructíferas amistades. En Inglaterra organizó un centro de acogida y supo adaptarse a un entorno difícil gracias a su estilo generoso y servicial. Mujer enérgica y jovial, animada por un gran fervor y siempre dispuesta a la caridad hacia los que sufren y los necesitados, en 1935 se le diagnosticó un cáncer. Murió seis años más tarde.

Educadora de referencia para padres y alumnos

La Sierva de Dios Leonilde de San Juan Bautista, religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas Misioneras de los Sagrados Corazones de Jesús y María, nació el 10 de noviembre de 1890 en Lisignano (Italia) y falleció el 12 de diciembre de 1945, en Vicarello (Italia).

Leonilde de San Juan Bautista Durante la Segunda Guerra Mundial, Leonilde de San Juan Bautista, se privó de artículos de primera necesidad para donarlos a los más necesitados.

En el campo educativo destacó por su generosidad, hasta el punto de convertirse en un punto de referencia tanto para los alumnos como para sus familias. Durante la Segunda Guerra Mundial se privó de artículos de primera necesidad para donarlos a los necesitados. A lo largo de su vida experimentó numerosos sufrimientos físicos.

Huérfana muy joven... se sentía "ofrenda generosa"

La Sierva de Dios María do Monte Pereira, religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, nació el 10 de abril de 1897 en Funchal (Portugal) y fallecido allí mismo el 18 de diciembre de 1963.

Elisa de Jesús Pereira, como fue bautizada, nació en el seno de una familia de diez hijos. Sus padres murieron cuando ella tenía solo 17 años. En medio de su arduo trabajo al servicio de los enfermos mentales, mantuvo una profunda intimidad con Dios, "ofreciéndose como ofrenda generosa" del Padre.

Desempeñó su servicio y apostolado en varias comunidades, y experimentó fenómenos singulares. Instada por su director espiritual, transcribió estas experiencias interiores. Mujer de gran fuerza moral, se caracterizó por una extraordinaria intimidad con Dios.

Madre de familia, cambió la corte por la Eucaristía

La Sierva de Dios Teresa Enríquez de Alvarado, fiel laica y madre de familia, nació hacia 1456 en Valladolid (España) y murió el 4 de marzo de 1529 en Torrijos (España) (puedes leer aquí lo que ha publicado ReL sobre su vida).

La firmeza de su fe y su amor a Jesús Eucaristía la llevaron a apartarse de la pompa de la corte española para dedicarse a la oración y a las actividades caritativas. Se retiró a Torrijos, cerca de Toledo, donde llevó una vida austera.

Entregada a los pobres... recibió la corona de espinas

Por último, la Sierva de Dios María Domenica Lazzeri, laica, nacida el 16 de marzo de 1815 en Capriana (Italia) y muerta allí el 4 de abril de 1848.

De niña trabajó por los pobres y los que sufrían. Mientras cuidaba enfermos junto a su madre, durante una grave epidemia infecciosa, contrajo la enfermedad. Empezó a sufrir falta de apetito, tenía dificultades respiratorias, fiebre y temblores, incluso convulsiones, y entonces le diagnosticaron anorexia grave.

Domenica LazzeriDomenica Lazzeri fue una laica que de niña trabajó por los pobres. Mientras cuidaba enfermos junto a su madre, durante una grave epidemia infecciosa, contrajo la enfermedad.

En enero de 1835, recibió estigmas en las manos, en los pies y en el costado derecho, un mes más tarde la corona de espinas de su cabeza también se manifestó, goteando, cada viernes, sangre viva. Ella afrontaba estos fenómenos extraordinarios como lugar de oración y ofrenda, pero con mucho dolor y evitando que fueran vistos.

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