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León XIV: con Dios ninguna caída es definitiva, ninguna noche eterna, ninguna herida queda abierta

León XIV impuso su solideo a un niño vestido como él.

León XIV impuso su solideo a un niño vestido como él.Vatican Media

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Dios no está con nosotros "sólo cuando las cosas van bien", sino que "nos acompaña también en los momentos más oscuros": fue el mensaje esencial que transmitió el Papa en la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro.

Continuaba con el ciclo de catequesis del Jubileo, centrado en torno a Jesucristo, nuestra esperanza, en esta ocasión comentando la aparición de Jesús Resucitado a los discípulos de Emaús.

León XIV empezó refiriéndose, como había hecho la semana anterior, a características "sorprendentes" de la Resurrección.

En este caso, "su humildad": el Señor resucitado "no aparece rodeado de huestes de ángeles, no hace gestos sensacionales, no pronuncia discursos solemnes para revelar los secretos del universo, al contrario, se acerca discretamente, como un viandante cualquiera, como un hombre hambriento que pide compartir un poco de pan".

De hecho, María de Magdala lo confunde con un jardinero, los discípulos de Emaús con un forastero, Pedro y los demás pescadores con un simple transeúnte... Es porque Él "prefiere el lenguaje de la proximidad, de la normalidad, de la mesa compartida".

"En esto hay un mensaje precioso", señaló el Papa: "La Resurrección no es un giro teatral, es una transformación silenciosa que llena de sentido cada gesto humano", como prueba el que Jesús resucitado se siente a comer pescado con sus discípulos. 

"Es la confirmación de que nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son un envoltorio para tirar. Están destinados a la plenitud de la vida. Resucitar no significa convertirse en espíritus evanescentes, sino entrar en una comunión más profunda con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor", resumió.

Un día esplendoroso en Roma acompañó la catequesis de este miércoles en la Plaza de San Pedro.

Un día esplendoroso en Roma acompañó la catequesis de este miércoles en la Plaza de San Pedro.Vatican Media

Pero hay un "obstáculo" que a menudo "nos impide reconocer esta presencia de Cristo en lo cotidiano: la pretensión de que la alegría debe ser sin heridas". El mensaje que reciben los discípulos de Emaús en su tristeza es justo el contrario, es "la mayor sorpresa": "Descubrir que bajo las cenizas del desencanto y del cansancio siempre hay un rescoldo vivo, a la espera de ser reavivado".

De hecho, "la resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por el desengaño o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza. Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre. Por distantes, perdidos o indignos que nos sintamos, no hay distancia que pueda apagar la fuerza infalible del amor de Dios".

Dios no viene solo a visitarnos en los "momentos de recogimiento o de fervor espiritual", cuando nuestra vida parece "ordenada y luminosa", sino que se nos acerca "en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en los trabajos cotidianos que pesan sobre nuestros hombros, en las dudas que nos desaniman".

"Pidamos, pues", concluyó el pontífice, "la gracia de reconocer su presencia humilde y discreta, de no esperar una vida sin pruebas, de descubrir que todo dolor, si es habitado por el amor, puede convertirse en lugar de comunión".

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