El Papa en el Jubileo de Misioneros y Migrantes: «Hoy las fronteras de la misión no son geográficas»

El Papa celebró la Misa en la Plaza de San Pedro
El Papa León XIV presidió este domingo en la Plaza de San Pedro una misa por el Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes, donde pidió “reavivar en nosotros la conciencia de la vocación misionera, que nace del deseo de llevar a todos la alegría y la consolación del Evangelio, especialmente a aquellos que viven una historia difícil y herida”.
En este sentido, el Pontífice indicó en su homilía que “el Espíritu nos manda continuar la obra de Cristo en las periferias del mundo, marcadas a veces por la guerra, la injusticia y por el sufrimiento. Ante estos escenarios oscuros, brota de nuevo el grito que tantas veces en la historia se ha elevado a Dios: Señor, ¿por qué no intervienes?, ¿por qué pareces ausente?”.
Sin embargo, consideró que la respuesta de Dios “abre a la esperanza” pues “hay una nueva posibilidad de vida y de salvación que proviene de la fe, porque la fe no sólo nos ayuda a resistir al mal perseverando en el bien, sino que trasforma nuestra existencia hasta hacerla un instrumento de la salvación que Dios sigue queriendo realizar en el mundo”.
Es una salvación que se realiza -agregó- “cuando nos comprometemos en primera persona y nos hacemos cargo, con la compasión del Evangelio, del sufrimiento del prójimo; es una salvación que se hace camino, de forma silenciosa y aparentemente ineficaz, en los gestos y en las palabras cotidianas, que son como la pequeña semilla de la que habla Jesús; es una salvación que lentamente crece cuando nos hacemos ‘siervos inútiles’, es decir, cuando nos ponemos al servicio del Evangelio y de los hermanos no para buscar nuestros intereses, sino sólo para llevar al mundo el amor del Señor”.
León XIV quiso hace un importante llamamiento: “Hoy se abre en la historia de la Iglesia una época misionera nueva. Si por un largo periodo hemos asociado la misión con el ‘partir’, el ir hacia tierras lejanas que no habían conocido el Evangelio o se encontraban en situaciones de pobreza, hoy las fronteras de la misión ya no son las geográficas, porque son la pobreza, el sufrimiento y el deseo de una esperanza mayor las que vienen hacia nosotros”.
Y es así porque esto mismo “nos lo atestigua la historia de muchos de nuestros hermanos migrantes, el drama de su fuga de la violencia, el sufrimiento que los acompaña, el miedo a no lograrlo, el riesgo de peligrosas travesías a lo largo de las costas del mar, su grito de dolor y desesperación”.
“Esas barcas que esperan avistar un puerto seguro en el que detenerse y esos ojos llenos de angustia y esperanza que buscan una tierra firme a la que llegar, no pueden y no deben encontrar la frialdad de la indiferencia o el estigma de la discriminación”, añadió.
Por ello, el Papa señaló que la cuestión no es ‘partir’, sino más bien ‘permanecer’ para anunciar a Cristo a través de la acogida, la compasión y la solidaridad. Permanecer sin refugiarnos en la comodidad de nuestro individualismo, quedarnos para mirar a la cara a aquellos que llegan desde tierras lejanas y sufrientes, permanecer para abrirles los brazos y el corazón, acogerles como hermanos, ser para ellos una presencia de consolación y esperanza”.
Y volvió a incidir en que “en las comunidades de antigua tradición cristiana como las occidentales, la presencia de muchos hermanos y hermanas del sur del mundo debe ser acogida como una oportunidad, para un intercambio que renueva el rostro de la Iglesia y suscita un cristianismo más abierto, más vivo y más dinámico”.
“Quisiera además recordar la belleza y la importancia de las vocaciones misioneras. Me dirijo en particular a la Iglesia europea. Hoy se necesita un nuevo impulso misionero, de los laicos, religiosos y sacerdotes que ofrezcan su servicio en las tierras de misión, de nuevas propuestas y experiencia vocacionales capaces de suscitar este deseo, especialmente en los jóvenes”, agregó.
Y lanzó otro mensaje: “A los emigrantes les digo: son siempre bienvenidos. Los mares y los desiertos que han atravesado, en la Escritura son “lugares de salvación”, en los que Dios se hizo presente para salvar a su pueblo.