Las misioneras de Madre Teresa despiden al Papa: «Nos recordó que Jesús se sentó con los pecadores»

Francisco les había pedido que abrieran una nueva casa cerca de su barrio natal en Buenos Aires.
El Papa Francisco tuvo una gran relación a lo largo de su vida con las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta. De hecho, quería que estas religiosas abrieran una nueva casa en el Bajo Flores, un barrio marginal de su ciudad natal en Argentina, cerca de donde vivió durante su infancia.
Francisco tuvo su último encuentro con ellas el día antes de ingresar en el Policlínico Gemelli: "Nos dijo: gracias por vuestra vocación", recuerda la superiora general.
Una Iglesia abierta a todos
El portal AsiaNews acaba de publicar el mensaje de condolencias de la superiora general de las Misioneras de la Caridad, sor Mary Joseph:
Junto con la Iglesia universal, las Misioneras de la Caridad lloramos la muerte de este gran pontífice, el Papa Francisco.
Fue un hombre de visión evangélica. La forma en que hizo que la Iglesia volviera a centrar su atención en los marginados, los migrantes y los refugiados, nos recordó a Jesús que se sentó con los recaudadores de impuestos y los pecadores. Quería una Iglesia que acogiera a todos, sin discriminar a nadie. Nos animó a los misioneros a ir a las periferias de la sociedad. A buscar a los "perdidos", a sentir el olor de las ovejas.
Por eso nos pidió que abriéramos una nueva misión en el Bajo Flores, un gran barrio de Argentina, cerca de su barrio natal, Flores en la ciudad de Buenos Aires. Es un lugar de drogadicción, violencia y peleas entre bandas. Nuestra casa está en medio de este barrio y, a veces, nuestras ventanas reciben disparos de bala.
En febrero tuvimos un encuentro inolvidable con el Santo Padre en el Vaticano. Estuve allí para una reunión con los superiores regionales, luego fuimos a la audiencia general, seguida de un breve encuentro con el Santo Padre. Nos decía con su voz tenue: 'Hermanas, gracias por vuestra vocación y misión. Saben que el Papa también tiene vuestra comunidad en el Vaticano. Vuestra vocación es buena». Lo repitió varias veces con las dos manos levantadas. También dijo: "Hermanas, sigan, sigan ....". Se nos saltaron las lágrimas.
Tenía un gran entusiasmo por la misión. Nos animó mucho. Al día siguiente supimos que había sido hospitalizado.