De joven ateo y traumatizado a ser llamado por Dios y por la NASA
Patrick Ream era un joven roto por dentro. La separación de sus padres le había dejado un vacío que nadie parecía notar. Se volvió agnóstico, no porque odiara a Dios, sino porque no podía comprender cómo un Dios bueno permitiría tanto dolor.
Vivió durante años con resentimiento, confusión y una constante sensación de abandono. Pero en medio de esa oscuridad, Dios se hizo presente.
No fue a través de un relámpago ni de una voz del cielo… sino mediante una paz que nunca antes había sentido, un amor que no exigía nada a cambio. Dios lo sanó por dentro: curó sus heridas, restauró su visión de la familia y su corazón dividido.