La diputada Päivi Räsänen da gracias a Dios: «Porque has utilizado mi persecución para tu gloria»
La ex ministra del Interior finlandesa está perseguida judicialmente por «delito de odio» por citar a San Pablo.
La finlandesa Päivi Räsänen (n. 1959), diputada y ex ministra del Interior (2011-2015), vive desde 2019 un calvario de procesos por 'delito de odio' por citar la Biblia.
No es agradable ser juzgada por compartir unos versículos de la Biblia en las redes sociales. Pero en estos seis años de interrogatorios y audiencias, la política finlandesa Päivi Räsänen ha tenido la bendición de hacer miles de nuevos amigos y de tener oportunidades impensables para dar testimonio de Dios.
Ella misma lo recuerda en los tradicionales Te Deum Laudamus (acción de gracias a Dios por lo sucedido en el año que termina) que publica, como en cada número de diciembre, la revista Tempi:
En 2019 tuve que enfrentarme a una investigación penal por compartir en redes sociales una captura de pantalla de la Biblia (versículos 24-27 del capítulo 1 de la Carta a los Romanos).
Carta de San Pablo a los Romanos 1, 24-27
Las autoridades me acusaron de "discurso de odio" por expresar lo que la Biblia enseña sobre el matrimonio y la identidad humana. Fui acusada de "instigación contra una minoría", un delito que conlleva potencialmente una pena de prisión. Afortunadamente, la fiscalía nunca solicitó que me encarcelaran, pero considero que su petición de censura representa una grave amenaza para el derecho a la libertad de expresión en nuestra democracia.
Tras un largo juicio, en 2022 el Tribunal de Distrito me absolvió por unanimidad y, tras la apelación de la acusación, en 2023 el Tribunal de Apelación confirmó esta decisión, declarando que no corresponde a los jueces interpretar la Biblia.
El caso se encuentra ahora ante el Tribunal Supremo, pero durante todo este proceso he mantenido mi convicción de que la libertad de expresión y la libertad de religión deben proteger a todos, incluidos aquellos que aún hoy conservan la visión cristiana tradicional del matrimonio. Pero mi camino con Cristo comenzó hace décadas.
La cárcel, el mal y la gracia
"¿Amas a Jesús?". Es la pregunta que una niña de cinco años, al volver a casa de la escuela dominical, le hizo al director de la cárcel, al que había parado mientras pasaba en bicicleta. No se puede ir al cielo si no se cree en Jesús, continuó la pequeña. El hombre, desconcertado, se puso en contacto con la madre de la niña y le pidió que considerara la posibilidad de sacarla de la escuela dominical, antes de que perdiera completamente la cabeza. La madre dejó que la niña siguiera asistiendo a la escuela dominical.
Fue mi madre quien me contó este episodio de mi infancia. Vivíamos cerca de una prisión porque mi padre trabajaba allí. No recuerdo ese hecho, pero sí todos los momentos de la escuela dominical que me impactaron. En un entorno como la prisión, los conceptos de pecado, culpa, juicio y gracia en el sacrificio de Jesús eran concretos, y de niña comprendía que tenía en mí la misma capacidad que los presos de hacer el mal. Pensaba que algún día yo también podría acabar en la cárcel. Y recuerdo que sentía una alegría enorme cuando le pedía a Jesús que perdonara mis pecados y me mantuviera a su lado. Jesús escuchó mi oración y ha sido fiel durante todos estos años.
De joven leía las fascinantes historias y advertencias de Jesús sobre los tiempos difíciles que se avecinaban. Él prometía que nos daría las palabras que debíamos decir cuando nos llevaran ante los tribunales y los reyes, y que seríamos sus testigos.
Pasé mi infancia en el este de Finlandia, justo al lado de la frontera soviética. Sabía que, al otro lado de esa frontera bien cerrada, la Biblia era un libro prohibido y que el mero hecho de poseerla podía acarrear problemas. Los cristianos que vivían detrás del Telón de Acero contaron más tarde lo importante que fue que los cristianos finlandeses contrabandeasen Biblias a través de la frontera y apoyasen a los cristianos soviéticos de muchas maneras durante esa época de persecución. Nunca imaginé que algo así pudiera suceder en mi país natal durante mi vida.
El honor de defender la libertad
En otoño de 2019 me encontré en una pequeña sala de interrogatorios de la comisaría. Frente a mí estaba sentado un policía con coleta. Entre nosotros había una Biblia. Me preguntó por el significado de los versículos de Romanos 1 que había citado. ¿Qué entendía yo por pecado? ¿Cuál es el mensaje general de la Carta a los Romanos o de su primer capítulo? ¿Aceptaba borrar mis escritos en un plazo de dos semanas? Respondí que no, que seguiría defendiendo esas enseñanzas de la Biblia, fueran cuales fueran las consecuencias. No me disculparé por lo que dijo el apóstol Pablo.
Me parecía una situación irreal, como si me estuviera viendo a mí misma en una película. ¿Cómo podía suceder algo así en Finlandia, un país modelo de democracia y Estado de derecho? ¿De verdad tenía que presentarme ante un juez para defender mi fe basada en la Biblia? Solo habían pasado unos años desde que había sido supervisora de la misma policía como ministra del Interior. En el Tribunal de Distrito, el interrogatorio continuó. El fiscal sostenía que la visión bíblica del pecado es una incitación al odio y un delito de injurias contra una minoría.
El caso judicial que me afecta lleva ya más de seis años y me ha quitado gran parte de mi tiempo. En estos años he vivido momentos dolorosos. El juicio ha supuesto largos interrogatorios policiales y audiencias en el Tribunal de Distrito y en el Tribunal de Apelación. El 30 de octubre de este año tuve una audiencia oral en el Tribunal Supremo de Finlandia. He obtenido dos absoluciones y espero y rezo para que llegue una tercera, definitiva.
Sin embargo, durante este proceso legal, mi mayor sorpresa ha sido la alegría y las oportunidades que se me han presentado. He ganado mucho más de lo que he perdido. No, ser perseguido no es agradable. Pero después de seis años, puedo ver cómo Dios me ha bendecido con nuevos amigos y oportunidades para dar testimonio de mi fe. Desde el principio sentí profundamente que todo el proceso estaba en manos de Dios y tenía un propósito. He considerado esta batalla como mi vocación. Ha sido un privilegio y un honor defender la libertad de expresar la fe, un derecho fundamental en cualquier Estado democrático. Tengo la bendición del apoyo inquebrantable de mis seres queridos. Mi querido esposo Niilo es pastor y doctor en Teología; tenemos cinco hijos y doce adorables nietos. Todos me han apoyado, animándome a ser fuerte y rezando por mí.
Mensajes de apoyo y conversiones
Dios ha utilizado este caso judicial de muchas maneras milagrosas. Durante el juicio, sentí concretamente el poder de la oración. Sin estas acusaciones, no habría tenido la excepcional oportunidad de dar testimonio de Jesús ante los agentes de policía, en las salas de los tribunales y directamente a las familias finlandesas y al público internacional a través de transmisiones de televisión y conferencias de prensa.
Los miles de mensajes que recibí de todo el mundo, en los que las personas me confiaban cómo Dios, a través de este caso, las había impulsado a orar y a confiar en Su Palabra, me han infundido valor. Algunas de ellas dicen haber encontrado a Cristo, incluidas personas con antecedentes LGBT. Un hombre de 22 años me dijo que no sabía casi nada del cristianismo hasta que escuchó una entrevista en la radio en la que dije: "Si quieres conocer a Jesús, puedes orar; Él entrará en tu vida". Cuando terminó el programa, ese chico se puso a rezar y Jesús entró en su vida. Lleva más de dos años siendo cristiano. Una joven dijo que llegó a la conclusión de que Jesús debía existir realmente cuando vio el telediario que hablaba de mi juicio.
La atención internacional hacia este caso ha sido realmente sorprendente. He concedido entrevistas, he viajado al extranjero para hablar del juicio y he conocido a muchas personas maravillosas. No hay palabras para describir lo agradecida que estoy a todos los hermanos y hermanas en Cristo que me han animado y apoyado durante estos años.
"El designio de Dios ha transformado en bien el mal que ustedes pensaron hacerme, a fin de cumplir lo que hoy se realiza: salvar la vida a un pueblo numeroso". Me vinieron a la mente las palabras de José a sus hermanos (Génesis 50, 20). Nuestro Dios es formidable para convertir el mal en bien.
Este calvario ha aumentado mi confianza en Dios. Dios es fiel a lo que promete en la Biblia. Jesús está vivo y cumple su palabra.