Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

Manuel García Morente y el filósofo Alberto Caturelli


por José María Montiu de Nuix

Opinión

 

En 2003, en la Ciudad del Vaticano, en el Congreso Tomista Internacional, me encontré con el gran filósofo argentino y miembro honorario de la Pontificia Academia para la Vida, Dr. Alberto Caturelli (1927-2016), con el que conversé. El 5 de junio de 2005 me escribió un email. El contenido del mismo es única y exclusivamente el texto entrecomillado del presente artículo.

Alberto Caturelli fue uno de los grandes filósofos tomistas argentinos del último medio siglo.

Lo que en ese email me comunica es la mejor exposición que conozco del meollo del ambiente vital que padeció Morente durante sus aventuras y peripecias en Tucumán (Argentina). Este email es el punto de vista del Dr. Alberto Caturelli, lo que él piensa al respecto.

Este email permite entender mejor al Morente de Tucumán, ya que “es imprescindible conocer el contexto histórico para comprender las actitudes humanas que suelen condicionar el pensamiento”. Además, la substancia de su contenido es algo que suele ser muy desconocido.

Email de Caturelli

En abril de 1937 Morente se convirtió al cristianismo. No sabiendo nadie de su conversión, devino profesor de Tucumán: “La milagrosa conversión de García Morente se produjo la medianoche entre el 29 y el 30 de abril de 1937; mantuvo en secreto su conversión, aun con sus hijas, que se encontraron con él en París el 9 de junio de 1937; llegó a Buenos Aires el 10 de julio y el 17 del mismo mes, a Tucumán. De acuerdo con el régimen universitario de entonces, debe haber comenzado su curso inmediatamente, hasta concluirlo en noviembre. Aquí los exámenes se llevan a cabo en diciembre; enero y febrero son las vacaciones de verano”.

Morente no ‘exteriorizó’ su conversión: “García Morente venía del neokantismo; era un conocedor de Kant y un excelente profesor. Es lógico que, al menos al comienzo, mantuviera en secreto su conversión”.

Manuel García Morente (1886-1942), en primer término a la izquierda de la foto, durante un acto en Tucumán (Argentina).

La Universidad de Tucumán lo apreciaba, pues lo creían agnóstico, muy distante del cristianismo: “En los ambientes culturales de la Argentina (donde eran muy conocidos D’Ors, Ortega y Unamuno entre los laicistas liberales) García Morente aparecía como un agnóstico, republicano, con todas las connotaciones que tenía referidas a la situación española que aquí se vivía como propia”.

La identidad del Departamento de Filosofía de la Universidad de Tucumán se explica por proceder del anticristianismo: “La Universidad de Tucumán era nueva: fundada en 1914, el Departamento de Filosofía sólo fue creado en 1937. ¿Quiénes lo hicieron y quiénes le imprimieron sus ideas? La izquierda más radical, que se caracterizaba por su anticatolicismo militante: desde Buenos Aires, manejó este tema Francisco Romero (fenomenólogo, agnóstico y masón); fueron al nuevo Departamento de Tucumán las izquierdas de entonces por él comandadas: Risieri Frondizi (empirista con un fuerte odio a la Iglesia), Sánchez Reulet y otros menos conocidos, que dejaron su sello en la Universidad. Todos creían que García Morente era uno de ellos y apreciaban sus estudios sobre Kant; porque lo sabían agnóstico, por eso lo contrataron en Tucumán. Si quiere conocer el pensamiento de esos profesores, puede buscarlos en mi Historia de la Filosofía en la Argentina, 1600-2000 (Buenos Aires, 2001); el índice de nombres tiene indicaciones expresas".

Si hubiesen sabido que Morente era cristiano, no habría podido trabajar: “Si quienes contrataron a García Morente y le recibieron en julio de 1937 hubiesen conocido su conversión, habrían rescindido el contrato. Jamás lo habrían tolerado”.

Morente, en Tucumán, padeció el ambiente universitario anticlerical y el rechazo de los católicos: “García Morente declara a monseñor Zaragüeta su gran insatisfacción respecto del ambiente tucumano que le merece un ‘juicio pésimo’; allí ha sufrido mucho y sentido una gran ‘soledad espiritual’. Estoy seguro que no fue sólo soledad interior por atravesar los primeros tramos de la conversión y algunas perplejidades propias del hijo pródigo que regresa a la Casa paterna, sino también la soledad física y social que padeció. ¿Por qué? Respondo a continuación”. “La sociedad tucumana tiene una fuerte tradición católica. Los católicos tucumanos nada sabían de su conversión y le hicieron el vacío. Para los católicos era un agnóstico contratado intencionalmente por los enemigos de la Iglesia”. “Dejemos de lado los antecedentes más antiguos. Los antecedentes próximos coinciden con la llegada de García Morente. Realizó una gran obra educativa fray Ángel María  Boisdron (1845-1924) y de ella surgieron importantes católicos como frutos naturales del ambiente tradicional: Juan B. Terán, Ernesto Padilla y sobre todo, el eximio tomista Sisto Terán (cf. mi libro) que, además, era un santo varón a quien alcancé a conocer. Su obra principal fue publicada dos años antes de la llegada y fugaz estadía de García Morente. Contemporáneo de la presencia de García Morente fue el excelente filósofo católico Alberto Rougès (cf. mi Historia...). Lógicamente, la sociedad tradicional seguía a éstos… no a un agnóstico contratado por los enemigos de la Iglesia. Ni siquiera deben haberse visto. Siguieron luego otros pensadores tucumanos católicos como Aybar; pero ya no estaba García Morente. Don Manuel estuvo medio año y no tuvo noticias de ese ambiente. Era natural que se sintiera solo: recuerde que reveló su conversión a sus hijas en el viaje de regreso a España en 1938”.

Porque no sabían que Morente era cristiano, publicaron su curso: “Sus Lecciones preliminares de filosofía, versión taquigráfica de sus clases, son típicas de un neokantiano y así las vieron los católicos tucumanos. La Editorial Losada de Buenos Aires, precisamente en la colección dirigida por Francisco Romero, lanzó varias ediciones sucesivas. Yo mismo estudié esos cuatro capítulos sobre Kant que son tan claros. La editorial Losada jamás habría publicado su obra si hubiese conocido su conversión. Por eso, hoy, así como silencian a otros autores católicos, le han ‘olvidado’. Los ‘descendientes’ de Romero rechazan la edición de las Lecciones ‘arregladas’ por Zaragüeta en Madrid años más tarde”.

Conclusión

Las reflexiones siguientes no son de Caturelli, sino mías. No obstante, están muy pegadas, o muy conexas, al contenido de su email. Las últimas líneas del presente artículo van más allá.   

1. Lo externo en Morente

a) Durante los cursos de Tucumán, Morente, con el pasado que ha tenido, no podía tener la madurez propia de un católico practicante de toda la vida: sacramentos, Misa, apostolado,… En este aspecto, se asemejaba más bien a un recién nacido que aún tenía que aprender a dar sus primeros pasos.     

b) Su ambiente vital externo adverso explica que en sus Lecciones... no diera a conocer su nuevo pensamiento. De aquí que, las mismas, las cuales tienen una fuerte componente de historia de la filosofía, no pueden ser representativas de su nueva mentalidad. Las Lecciones... son apuntes de unas clases impartidas bajo una terrible presión. Presión que mucho le hacía sufrir y que le impedía decir lo que deseaba decir.    

2. Lo interno en Morente

Ya en abril de 1937, en París, el amor de Cristo tocó su corazón. Luego, en Tucumán, su interioridad será la de quién ama a Cristo. Éste era el meollo de su vida. Toda su posterior maduración espiritual, paulatina y progresiva, consistirá en el desarrollo de este germen.   

3. La armonización de lo interno con lo externo

Sólo con posterioridad a su docencia en Tucumán logrará armonizar lo interno y lo externo, su interno amor a Cristo con su adecuada plasmación religiosa externa. Llegamos así al último Morente.  

El último Morente es bueno y sabio, ejemplar filósofo cristiano; sacerdote católico, fervoroso y modélico; buen pensador e hijo de la Iglesia; mente científica y creyente obediente y fiel al Magisterio; persona de virtudes y hombre que se purifica con la recepción asidua del sacramento de la confesión... Es decir, finalmente ha logrado armonizar su interior, ya unificado, con lo que es su dimensión exterior. En definitiva, el último Morente es un hombre armónico. También por esto para el tiempo actual resulta un importante referente.   

José María Montiú de Nuix es sacerdote y filósofo especializado en la filosofía de Manuel García Morente.

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