«Birthgap», el documental sobre el colapso demográfico

País tras país la fecundidad va cayendo por debajo de la tasa de reemplazo, lo que aboca a la extinción a esas poblaciones, previo paso por graves problemas derivados del envejecimiento.
Birthgap. Childless World [Brecha de nacimientos. Un mundo sin niños: verlo al final del artículo] es un documental de Stephen J. Shaw tras un trabajo de nueve años. En él muestra que la caída de la natalidad es un fenómeno global con efectos sociales gravísimos.
Si bien algunos “expertos” han cuestionado algunas afirmaciones del documental y el rigor empírico de algunas de sus predicciones sobre un eventual colapso demográfico, hay dos elementos que a nosotros nos llevan a desestimar esas críticas:
- El primero, es que muchos de los “expertos” que cuestionan el documental son probablemente los mismos que vienen promoviendo desde hace décadas el control poblacional. Imagino que a organizaciones como el Fondo de Naciones Unidas para Actividades de Población o a la Open Society no le deben caer nada bien las conclusiones del documental del Sr. Shaw.
- El segundo elemento, es que aún si el documental presentara unas predicciones más catastróficas que las que luego se verificarán en la realidad, es mucho mejor estar advertidos que adherir al negacionismo de la catástrofe que puede llegar a ocurrir si las predicciones de Shaw se cumplen. El invierno demográfico es un tema mucho más grave de lo que se suele admitir, y requiere medidas urgentes en todo país cuya tasa de fecundidad esté por debajo de la tasa de reemplazo.
Birthgap investiga por qué las tasas de fecundidad han caído tanto y en forma sostenida, aunque a distintos ritmos. El documental combina el análisis de datos numéricos empíricos, con testimonios de personas que viven en 24 países de cuatro continentes sobre sus ideas con respecto a la familia y los hijos.
Shaw encontró que en casi las tres cuartas partes de los países del mundo, la tasa global de fecundidad ya está por debajo del nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer). En los que está por encima, está decreciendo rápidamente. En mi país, Uruguay, la tasa global de fecundidad es de 1,2 hijos por mujer. Cada año nacen menos de 30.000 niños y mueren unas 36.000 personas. Lo lógico es que en pocos años, la población se empiece a reducir.
El documental del Sr. Shaw analiza las posibles consecuencias a largo plazo del invierno demográfico, y el impacto social y económico del envejecimiento poblacional sobre generaciones jóvenes y mayores. Parte de ese impacto ya es una realidad palpable en Corea del Sur y Japón.
El principal objetivo de Shaw es encontrar el “factor común” que explica la caída de la natalidad. Para lograrlo, hace un mapeo de la caída de la natalidad en distintos países y muestra gráficamente cómo la fertilidad cae en todos ellos año tras año, incluso a tasas muy por debajo del nivel de reemplazo.
También demuestra cómo el decrecimiento demográfico es exponencial. Por ejemplo, cuando en un país la tasa de remplazo es de 2,0 (levemente inferior a 2,1), tardará 800 años en reducir sus nacimientos a la mitad; pero donde la tasa es menor a 0,8, el número de nacimientos bajará a la mitad en 20 años. En Uruguay, el número de nacimientos se redujo un 40% en los últimos 10 años. No se conoce ningún caso -dice Shaw- de una civilización que haya escapado de un colapso de este tipo.
- El primer hallazgo importante de Shaw es que la estructura familiar no ha cambiado en las últimas décadas. En otras palabras, el tamaño de la familia promedio, no se redujo. La gran caída en las tasas de fecundidad, se explica por un notable aumento en el porcentaje de mujeres sin hijos.
- El segundo hallazgo es que, en la mayoría de los casos, la falta de hijos es involuntaria. ¿Por qué? Porque si bien algunas mujeres deciden no tener hijos, la gran mayoría sí los quiere; pero retrasa la maternidad para más adelante, porque “aún no es el momento”. ¿Por qué? En general, porque están enfocadas en afianzar su carrera profesional. Pasa el tiempo y cuando quieren acordar, ya es demasiado tarde. Shaw entrevista a mujeres y hombres arrepentidos de no haber tenido hijos.
Estudiando los números de este fenómeno, Shaw descubre lo que él llama la “curva de vitalidad”. Es una campana de Gauss que representa la probabilidad de que una persona tenga su primer hijo a una determinada edad. Hace algunas décadas, cuando las madres no retrasaban intencionalmente su primer embarazo, la edad promedio de maternidad se ubicaba en los 24 años. Ahora, se corrió a los 30.
El pico de la campana, que es la edad promedio tanto de la maternidad como de la paternidad, con el correr de los años fue aumentando, y cada campana se fue achatando. Este achatamiento muestra cómo la probabilidad de que las mujeres se conviertan en madres y los hombres en padres se reduce a medida que aumenta la edad al primer parto: si una mujer llega a los 30 años sin hijos, tiene una probabilidad del 50% de no tener hijos jamás.
Una enseñanza que deja el documental es que, si quieres tener hijos, debes hacerlo mientras eres joven. De lo contrario, tu probabilidad de ser padre o madre se reducirán notablemente.
Ahora bien, tanto a los varones como a las mujeres jóvenes hoy les resulta mucho más difícil que antes encontrar una pareja adecuada, dispuesta a tener hijos a una edad temprana. ¿Por qué? Porque la mayoría de ellos prioriza su carrera profesional. Además, como la fecundidad femenina se reduce con la edad, cuanto más se demoren los jóvenes en casarse y tener hijos, más difícil será ser padres o madres.
¿Es posible evitar el colapso demográfico? Si los gobiernos promovieran el casamiento de los jóvenes a temprana edad y los apoyaran con el nacimiento y mantenimiento de sus hijos, pienso que en algo podrían contribuir a evitar el colapso. Pero yo creo que pesa mucho más la brutal influencia del ambiente sociocultural global en las decisiones que toman los individuos que la implementación de una serie de políticas de familia, por buenas que sean.
Nos guste o no, la decisión final está en manos de los jóvenes. Y ellos están siendo permanentemente bombardeados por mensajes hedonistas e individualistas que les presentan el éxito material como el principal objetivo de sus vidas. Y esto ocurre incluso en colegios y universidades que dicen ser católicas. Para lograr un cambio radical en las tendencias demográficas, creo que la clave es procurar un cambio cultural -y educativo- verdaderamente radical.
Por eso, pienso que “la pregunta del millón” es la siguiente:
- Nuestras sociedades, ¿están formando jóvenes para que asuman tempranamente la responsabilidad de formar y mantener una familia? ¿O están formando futuros adultos con síndrome de Peter Pan, individuos cómodos, materialistas, egoístas, hipersensibles, obedientes al sistema, que piensan excesivamente en sí mismos y cuyo principal interés es el éxito profesional? ¿No es lógico que, con esta pésima “formación”, la mayoría de los jóvenes carezca del coraje necesario para asumir responsabilidades familiares entre los 25 y los 30 años, aunque todas las políticas del estado se lo faciliten?
Dentro de la catástrofe global que esto implica, puede que haya una buena noticia. Y es que quienes sobrevivirán y tendrán en sus manos la reconstrucción y restauración de la sociedad -al menos en América- probablemente serán los hijos -o los hijos de los hijos- de jóvenes cristianos/católicos, integralmente bien formados. Allí es donde habría que centrar todos los esfuerzos, pues serán ellos los mejor dispuestos a formar familias más o menos numerosas. En Europa, esto es mucho más difícil debido a la colonización musulmana, que ya lleva décadas. Pero ese es un problema que está fuera de los objetivos de este artículo.
Documental 'Birthgap'