León XIV y la centralidad de Cristo en la vida universitaria

León XIV recuerda en su mensaje el lugar central de Cristo en el saber humano, la razón y la fe.
En un mensaje reciente a los participantes en la 28° Asamblea General de la FIUC (Federación Internacional de Universidades Católicas), el Papa León XIV pronunció unas palabras dignas de ser recordadas por el sabor a católico que tienen las mismas, sobre todo si se tiene en cuenta el clima de época en el que vivimos desde hace rato, que es tanto como decir el del ocaso de la razón humana en cuanto tal por la fobia anti-metafísica y el de la clausura de esta misma razón a la vida de la fe por el inmanentismo en toda sus versiones.
Considerando el lema Las universidades católicas, coreógrafas del saber, el Papa León XIV señala que se trata de “una expresión muy hermosa, que invita a la armonía, la unidad, el dinamismo y la alegría”. Llama la atención sobre cuál es la música que estamos siguiendo. Advirtiendo sobre los “cantos de sirena”, atractivos por su novedad, popularidad y por la aparente seguridad, afirma que las universidades católicas “están llamadas a convertirse en «itinerarios de la mente hacia Dios», según la feliz expresión de San Buenaventura”.
Esta referencia a San Buenaventura en seguida la enlaza con una cita de su querido San Agustín de Hipona cuando éste sostiene: “Fijaos, hermanos, lo que sucede en el alma humana. Por sí misma no tiene luz, no tiene fuerza: todo lo que hay de hermoso en el alma es fortaleza y sabiduría; pero ni es suyo lo que sabe, ni suya es su fuerza, ni es luz por sí misma […]. Hay un origen y una fuente de la fortaleza, y una raíz de la sabiduría; hay, por así decirlo, una región, si así se la puede llamar, de la verdad inmutable; si el alma se aparta de ella, entra en las tinieblas, y si se acerca, queda iluminada” (Comentario a los Salmos, 58, I, 18).
Más adelante destaca que Santo Tomás “comprendió bien que en Cristo-Sabiduría está al mismo tiempo lo más propio de nuestra fe y lo más universal de la inteligencia humana, y por ello, la sabiduría, así entendida, es el lugar natural de encuentro y diálogo con todas las culturas y todas las formas de pensamiento. Leemos en su Comentario a las Sentencias que la sabiduría «ya se trate de una capacidad de la inteligencia o de un don [de Dios], ante todo trata de lo divino; y en cuanto por ella puede ser juzgado todo lo demás, se dice que el sabio alcanza mayor certeza que todos» (III, d. 35, q. 2, a. 2, qc 2)”.
Es fundamental subrayar la centralidad de Cristo en la vida universitaria según las enseñanzas de León XIV. Luego de afirmar que el medio universitario “con su característico diálogo entre distintas cosmovisiones, no es extraño al ser y quehacer de la Iglesia”, recuerda “el modo como los cristianos, ya desde los comienzos de la evangelización, percibieron con claridad que no podía anunciarse la Buena Nueva sin esclarecer en qué grado era o no compatible con otras maneras de ver el mundo y otras propuestas sobre lo que significa ser humano y vivir en sociedad”.
Citando a San Pablo (Rm 6, 21), advierte que el resultado de las obras de los antiguos fue la muerte en la medida en que faltaba “Cristo, Palabra y Sabiduría del Padre; faltaba Aquel por el cual y para el cual fueron hechas todas las cosas (cf. Col 1, 16)”. Así es como “Cristo no llega como un extraño al discurso racional, sino más bien como clave de bóveda que le da sentido y armonía a todo nuestro pensar, a todos nuestros anhelos y proyectos de mejorar la vida presente y de dar propósito y trascendencia al esfuerzo humano”.
Cristo es la clave de bóveda de la racionalidad humana. Esta afirmación resulta capital para la recta interpretación de la vida universitaria. La Universidad, al fin de cuentas, es la “casa de los saberes”. El plural “saberes” se justifica dado que los hombres podemos conocer las cosas y su explicación a partir de distintos tipos de causas. Esta distinción de los tipos de causas determina la mayor o menor calidad de los conocimientos correspondientes. Por este motivo, podría hablarse de una especie de “sinfonía” en lo que se refiere a la relación entre los saberes en la Universidad.
El hombre, por naturaleza, desea saber: lección de larga data aristotélica. Su anhelo más profundo es conocer la verdad para alcanzar la felicidad. Se trata de una sabiduría humana teórico-práctica. ¿Acaso la filosofía no es tal cosa? Sucede que el hombre está llamado a una vida sobrenatural por un motivo completamente gratuito por parte de Dios. Dios es la Verdad. Pero Dios asumió una naturaleza humana –“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14)– y dijo de Sí mismo: “Yo soy la Verdad” (Jn 14, 6). Jesucristo, de este modo, está en el núcleo de la reflexión humana abierta gratuitamente a la eternidad. Así, una auténtica Universidad, sin perder de vista las circunstancias, debe ser cristocéntrica en la misma medida en que Jesucristo es la Sabiduría del Padre.
Por último, sin perder de vista el carácter profundamente cristológico del mensaje del Papa León XIV, es interesante notar cómo él sabe asociar la tradición patrística, personalizada en San Agustín de Hipona, con la teología escolástica, representada en Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura. Entusiasma ver plasmado, brevemente, un pensamiento pontificio que se nutre de la Tradición y de los Doctores de la Iglesia.