Religión en Libertad

«Tras la aparente diversión, hay una agenda oculta que trabaja», lamenta

Un exorcista habla de Halloween tras años celebrándolo en su infancia

El exorcista y sacerdote de Juárez (México), Eduardo Hayen Cuarón, advierte de los peligros de Halloween.

Publicado por
J.M.C.

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En 2014, el sacerdote y exorcista de Ciudad Juárez, Eduardo Hayen, confesaba en su artículo “Los orígenes cristianos de Halloween” haber celebrado en multitud de ocasiones la llamada “noche de brujas”. Hasta aquel año, nunca había pensado que celebrando dicha festividad “daba culto al diablo o participase en un ritual satánico”. Para él, aquello “solo parecía una diversión” y recuerda cómo salía con sus amigos pidiendo dulces a sus vecinos o disfrazándose en fiestas.

Ya siendo sacerdote, compartía la opinión mayoritaria de los obispos que miraba a Halloween como si tan solo se tratase de “un fenómeno cultural de raíces cristianas relacionado con la víspera de Todos los santos, -All Hallows Eve-, en el que niños y adultos católicos podían participar por diversión, pero que debían evitar los temas relacionados con el mundo de lo oculto”.

Pero once años después, admite en su último comentario, “mi opinión ha cambiado”.

Magia y ocultismo

El sacerdote y exorcista precisaba que dicha celebración es “comercial y aparentemente inocente” pero que, sin embargo, “no deja de promover en la conciencia colectiva el contacto con la magia y el ocultismo”. Algo que se ve especialmente en Estados Unidos, donde “la cultura y el sistema educativo presentan esta celebración como una fiesta más del año, y su conmemoración se ha extendido por toda la cultura occidental”.

El exorcista aborda la relación y orígenes de Halloween con el llamado “Samhain”, una de las cuatro celebraciones paganas de carácter anual en el antiguo mundo celta que todavía hoy tiene lugar entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre. Entonces, la fiesta, asegura, “marcaba el inicio de las temporadas de cosecha e inicio del invierno” y se caracterizaba por la celebración de rituales “para permitir que los espíritus y seres del más allá cruzaran al mundo de los vivos”.

La Iglesia, buscando contrarrestar la fiesta pagana de Samhain, instituyó la solemnidad de Todos los santos el 1 de noviembre, pasando a ser la noche del 31 la víspera de Todos los Santos -All Hallows Eve-, nomenclatura que derivó en Halloween, mientras que pervivió la creencia celta de que aquella noche, los límites entre los vivos y los muertos se desdibujaban. De ahí provendría la asociación entre Halloween y los elementos monstruosos, fantasmales o preternaturales.

El sacerdote mexicano Eduardo Hayen, acompañado por fieles en un evento de oración.

De altares wiccanos a la Iglesia de Satán

También, de forma paralela, se desarrollaron costumbres más vinculadas a la visión católica, como podía ser el ofrecimiento de dulces a cambio de oraciones por los difuntos.

“Esa era una costumbre católica medieval que luego fue deformada por la frase “Trick or treat” –truco o golosina– que los niños utilizan para pedir dulces, con la amenaza de hacer alguna pequeña travesura si no se les dan”, explica.

El exorcista cree que los orígenes católicos de Halloween y de muchas de sus costumbres han “perdido su contenido” centrado en la víspera de Todos los santos, centrándose por el contrario “en la magia, el horror y la muerte”: hoy, Halloween “se asocia a realidades oscuras como la brujería y el satanismo, y no se puede negar que esa noche proliferan los actos de blasfemia y sacrilegio contra la fe”.

Entre uno de los rasgos “más perturbadores” que lo corroboran es, a su juicio que la Iglesia de Satán, fundada por Anton LaVey, considere el 31 de octubre como inicio del “Año nuevo Satánico”, celebrado con rituales que enfatizan “el individualismo, la permisividad y la conexión con lo oculto”.

“También quienes practican la Wicca –una religión pagana nacida en Reino Unido que realiza ritos de brujería– han hecho del 31 de octubre una de sus celebraciones principales. Se practica la adivinación, se preparan altares con velas negras y naranjas, calaveras y frutos del otoño”, agrega.

El verdadero peligro

El exorcista no considera que la mayoría de quienes celebran dicha festividad contribuyan o secunden directamente los objetivos mencionados, que lo hacen solo por diversión y que por ello muchos padres permiten a sus hijos celebrar esta fiesta.

Sin embargo, no oculta lo que a su juicio es una cruda realidad, que “mientras los niños piden dulces o se disfrazan sin pretensiones ocultistas, las verdaderas brujas y servidores del maligno ofrecen al diablo, durante sus rituales, los juegos y las diversiones de esos niños. Detrás de la diversión hay una agenda oculta que trabaja para hacer avanzar el mundo de las tinieblas”, agrega citando a la Asociación Internacional de Exorcistas.

Antes de concluir, apunta a como uno de los signos más graves de la actual crisis de la Iglesia es el abandono masivo de la práctica religiosa al mismo tiempo que se han incrementado las prácticas supersticiosas o como el satanismo, antes impensable, hoy tiene aceptación.

"Cáncer espiritual"

Por ello, valora la fascinación por el esoterismo y el ocultismo como “un cáncer espiritual que se ha extendido”, especialmente en entornos juveniles y adolescentes, y que debe ser contrarrestado especialmente con la virtud de la prudencia.

“Celebrar Halloween, de manera comercial o esotérica, es envolverse, en menor o mayor grado, en un halo de oscuridad y fomentar la curiosidad por el mundo de las tinieblas. Católicos: seamos prudentes y evitemos exaltar las sombras; no hagamos crecer la noche cuando, en realidad, lo que necesita el mundo es el esplendor de la luz de Cristo y de los santos”; concluye. 

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