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Francisco, un Papa predicador contra el demonio: no se cansó de alertar de su existencia

El Papa Francisco aprovechó sus homilías en la Casa Santa Marta para predicar acerca del peligro de Satanás.

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Si durante décadas se ha repetido que el gran éxito de Satanás en el siglo XX y ahora también es convencer al mundo de que no existe, Francisco ha sido un Papa que no ha escatimado esfuerzos en demostrar que Satanás sí existe y tiene como objetivo destruir al hombre.

Durante todo su pontificado Francisco aprovechó homilías, encuentros, conferencias y audiencias para alertar del poder del demonio en un mundo incrédulo. No tuvo reparos en insistir en este aspecto que considera esencial en la lucha del cristiano.

En una entrevista con la RAI, televisión pública italiana en 2022 era preguntado precisamente por su querencia por hablar de Satanás. "Algunos dicen que hablo demasiado del demonio. Pero es una realidad. ¡Creo en ello, eh! Algunos dicen: ‘No, es un mito’. Yo no creo lo del mito, creo que es realidad, creo en ella. Pero es seductor. La seducción siempre trata de entrar, de prometer algo. Si los pecados fueran feos, si no tuvieran algo de bello, nadie pecaría. El diablo te presenta algo hermoso en el pecado y te lleva a pecar", afirmaba. Y recordaba a los televidentes que "el diablo siempre busca nuestra destrucción. ¿Por qué? Porque somos la imagen de Dios".

Uno de los aspectos que más se empeñó en recalcar Francisco acerca del demonio es la importancia de no dialogar con él, pues es “peligrosísimo”. En numerosas ocasiones lanzó esta advertencia. En una de ellas señaló que el diablo “se presenta con todo su poder, y sus promesas son todas mentira, y nosotros, como tontos, las creemos. Sabe hablar bien, es capaz de cantar para engañar. Es un derrotado que se mueve como si fuera un vencedor. Sus luces son deslumbrantes como fuegos artificiares, y como tales, no duran, se desvanecen. Por el contrario, la luz del señor es suave, pero permanente”. ¿Cómo defendernos? El Santo Padre explicaba: “debemos estar atentos a no dialogar con el diablo como, por el contrario, hizo Eva: se creyó la gran teóloga y cayó”. E insistían en que Jesús en el desierto no entra en este diálogo con Satanás, responde con la Palabra de Dios. Y por ello, Francisco reiteraba este aviso de que “con el diablo no se dialoga, porque él nos vence, es más inteligente que nosotros”.

No ser "ingenuos" con respecto a Satanás

Poco después de su elección como Papa en 2013 no tuvo problemas en criticar a los sacerdotes que no creen en el demonio ni en la posesión diabólica. Francisco explicaba en la misa diaria en la Casa Santa Marta que no hay que ser “ingenuos”.

“Nosotros no tenemos derecho a simplificar las cosas, como diciendo: ‘Todos esos no estaban poseídos; eran enfermos mentales’. ¡No! La presencia del demonio está en la primera página de la Biblia y la Biblia termina también con la presencia del demonio, con la victoria de Dios sobre el demonio”, recordaba enérgicamente el Santo Padre.

En otra homilía en Santa Marta, el Pontífice preguntaba: “Quisiera que hoy cada uno de nosotros piense: ¿por qué hoy en el mundo se siembra tanto odio? En las familias, que en ocasiones no pueden reconciliarse, en el barrio, en el lugar de trabajo, en la política… El sembrador de odio es esto. Por la envidia del demonio la muerte entró en el mundo. Algunos dicen: pero padre, el demonio no existe, es el mal, un mal así etéreo. Pero la Palabra de Dios es clara”, exclamó el Papa.

Él, el diablo, tiene esa capacidad, esa capacidad de seducir”, advirtió Francisco. “Por eso es tan difícil de entender que está derrotado, porque se presenta con gran poder, te promete muchas cosas, te da regalos, bellos, bien envueltos. Y podemos pensar: ‘¡Oh, qué bonito!’. Pero tú no sabes qué es lo que hay dentro. Sabe presentar sus propuestas ante nuestra vanidad, ante nuestra curiosidad, y nosotros lo compramos todo, cedemos ante las tentaciones”.

Y otro ejemplo más de una de sus homilías: “en esta generación muchos llegaron a creer que el diablo era un mito, una imagen, una idea, la idea del mal. Pero el diablo existe y tenemos que luchar contra él. Lo dice San Pablo, lo digo yo, lo dice la Palabra de Dios… Pero no estamos tan convencidos”.

La recomendación para pedir auxilio a los exorcistas

Hasta tal punto el Papa no tenía reparos en hablar del demonio que tampoco los tenía para pedir que se acuda a los exorcistas cuando sea necesario. Así lo expresó en un curso para confesores organizado por la Penitenciaria Apostólica en 2017.

“Quien se acerca al confesionario, puede provenir de las más dispares situaciones y podría tener incluso disturbios espirituales”, decía. Y por ello, agregaba lo siguiente: “allí donde el confesor se diese cuenta de la presencia de reales y verdaderos disturbios espirituales –que pueden ser también en gran parte psíquicos, y que deben ser verificados a través de una sana colaboración con las ciencias humanas– no deberá dudar en referirse a quienes, en las diócesis, se encargan de este delicado y necesario ministerio, es decir, los exorcistas”.

Gaudete et Exsultate

Esto es lo que dejó escrito en su Constitución Gaudete et Exsultate:

"160. "No aceptaremos la existencia del diablo si nos empeñamos en mirar la vida solo con criterios empíricos y sin sentido sobrenatural. Precisamente, la convicción de que este poder maligno está entre nosotros, es lo que nos permite entender por qué a veces el mal tiene tanta fuerza destructiva. Es verdad que los autores bíblicos tenían un bagaje conceptual limitado para expresar algunas realidades y que en tiempos de Jesús se podía confundir, por ejemplo, una epilepsia con la posesión del demonio. Sin embargo, eso no debe llevarnos a simplificar tanto la realidad diciendo que todos los casos narrados en los evangelios eran enfermedades psíquicas y que en definitiva el demonio no existe o no actúa. Su presencia está en la primera página de las Escrituras, que acaban con la victoria de Dios sobre el demonio. De hecho, cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro quiso que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión utilizada allí no se refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es «el Malo». Indica un ser personal que nos acosa. Jesús nos enseñó a pedir cotidianamente esa liberación para que su poder no nos domine.

161. Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades, porque 'como león rugiente, ronda buscando a quien devorar'".