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Aquel discípulo le dice a Pedro: «Es el Señor.»

jesús de nazaret 14

jesús de nazaret 14

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ReL

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Hech.  4, 1-12

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, después de que el paralítico fuese sanado, se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de los muertos. Los apresaron y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Muchos de los que habían oído el discurso creyeron; eran unos cinco mil hombres.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, junto con el sumo sacerdote Anás, y con Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes, Hicieron comparecer en medio de ellos a Pedro y a Juan y se pusieron a interrogarlos:

«¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso vosotros?».

Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo:

«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

Sal 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:

eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:

eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente.

Éste es el día que hizo el Señor:

sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación;

Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,

os bendecimos desde la casa del Señor;

el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

Evangelio según san Juan 21, 1-14


En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.


Simón Pedro les dice: - «Me voy a pescar.»


Ellos contestan: - «Vamos también nosotros contigo.»


Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.

Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.


Jesús les dice: - «Muchachos, ¿tenéis pescado?»


Ellos contestaron: - «No.»

Él les dice:- «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»


La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:

- «Es el Señor.»


Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.


Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: - «Traed de los peces que acabáis de coger.»


Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.


Jesús les dice: - «Vamos, almorzad.»

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.


Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.


Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.


¡Qué banquete mas aportuno ofreces a tus apenados amigos! Si supieramos comprender los detalles que día a día tienes con nosotros, no dejaríamos de exclamar en todo lo que nos sucede: ES EL SEÑOR.

Quiero vivirlo así, todo me viene de tu mano: ES EL SEÑOR. Por ello, ¡gracias, Señor, gracias por todo!

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