Martes, 19 de marzo de 2024

Religión en Libertad

El origen católico y latino de la ciudad, y la historia de un rey santo que liberaba esclavos

Musulmanes piden cambiar el nombre de la ciudad de San Luis: lo acusan de antisemita e islamófobo

Musulmanes piden cambiar el nombre de la ciudad de San Luis: lo acusan de antisemita e islamófobo
Ante la estatua de San Luis debaten un católico blanco y un manifestante negro que quiere quitar la estatua del santo . foto del 27 de junio de Robert Cohen, AP

Pablo J. Ginés/ReL

Desde el 18 de junio una petición en Change.org, bastante difundida en prensa, pide cambiar el nombre de la ciudad de Saint Louis (EEUU), ciudad fundada en 1764 por católicos franceses dentro de lo que entonces era la Luisiana española. La petición la firman y la han defendido en la prensa local dos musulmanes, Umar Lee y Moji Sidiqim, de la asociación activista Musulmanes por un St. Louis Más Grande.

Acusan a San Luis Rey de Francia de haber sido "un rabioso anti-semita que encabezó numerosas persecuciones contra el pueblo judío".

La petición continúa así: "Siglos después la Alemania nazi se inspiró en ideas de Luis IX al embarcarse en una campaña de genocidio asesino contra el pueblo judío. Luis IX era además vehementemente islamófobo y dirigió una cruzada contra los musulmanes que al final le costó la vida. St Louis tiene una gran y vibrante población judía y musulmana y es una falta de respeto directa para aquellos que son parte de esta comunidad vivir en una ciudad que se llama como el asesino de sus correligionarios", según se lee en la petición.

Han pasado unos 20 días y la petición, pese a su gran difusión en prensa, apenas roza las 1.000 firmas, cuando la ciudad tiene 320.000 habitantes y su zona metropolitana incluye 2,8 millones, incluyendo unos 60.000 judíos.

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Manifestación en junio de 2020 contra la estatua de la Apoteosis de San Luis, en Saint Louis; la estatua es de 1906; la ciudad la fundaron católicos en 1764 

¿Cambiar nombres de ciudades antiguas?

Al texto se le pueden achacar varios errores. Para empezar, muchas ciudades tienen nombres de líderes que mataron "correligionarios" de alguien. Zaragoza se llama así por el César Augusto, que mató a muchos cántabros, astures y galaicos, y nadie en estas regiones españolas pide a los aragoneses que cambien el nombre de su capital, y menos lo piden los asturianos o gallegos que viven en la ciudad.

El primer judío en llegar a San Luis, Joseph Philipson (un mercader que no era observante) no lo hizo hasta 1807 -43 años después de fundarse la ciudad-  y hasta 1836 no hubo sinagoga. Hoy en toda el área metropolitana de San Luis hay unos 60.000 judíos, mientras que la diócesis cuenta con más de 500.000 fieles católicos, un 23% de la población del territorio diocesano. A la vista de los resultados de Change.org no parece que sean muchos los judíos, musulmanes y pobladores en general los que sientan que sea un problema que la ciudad siga llamándose como un rey santo. Y nada impide a quien quiera fundar nuevos pueblos con nuevos nombres.

En el vídeo, de junio de 2020, activistas piden retirar la estatua de San Luis mientras católicos (que son el 23% de la población, el mayor grupo religiosos y los fundadores de la ciudad) rezan por la paz y la concordia y protegen el monumento de los que intentan derribarlo 

No, San Luis no inspiró a los nazis en nada

El texto dice que la Alemania nazi "se inspiró en ideas de Luis IX en una campaña de genocidio asesino" y que el rey fue "asesino" de judíos, pero veremos con detalle que el rey ni mató ni hizo matar judíos, ni siquiera los expulsó, aunque sí los presionó de diversas maneras.

Tampoco le motivaba el odio racial, como a los nazis (que mataban con criterios "raciales", también a judíos de religión cristiana), sino la controversia religiosa: Luis IX no movía un dedo contra un judío ni contra un musulmán que se bautizara. Lo que sí inspiró a los nazis fue el evolucionismo biológico y el racismo, la idea de que unas razas mejoran al exterminar a otras consideradas enfermas y debilitantes.

San Luis llevó mil conversos voluntarios de Oriente a Francia

San Luis por supuesto se oponía al Islam, y no desde la seguridad de su palacio sino arriesgando la vida y acudiendo a las cruzadas, en concreto a dos de ellas: en la primera fue hecho prisionero y en la segunda murió por enfermedades. Prisionero en la cruzada de 1250, no sólo pagó de su bolsillo el rescate por sí mismo y todos sus hombres, incluyendo los soldados pobres, sino que el tiempo que pasó en Acre lo aprovechó para gastar una cantidad considerable de dinero en comprar y liberar esclavos musulmanes y animar a algunos musulmanes pobres -también a mujeres- a hacerse cristianos y marchar con él a Francia.

Este capítulo lo ha estudiado con detalle William Chester Jordan en su libro reciente, de 2020, "The Apple of His Eye: Converts from Islam in the Reign of Louis IX".

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Los conversos eran de 3 tipos: oficiales y soldados musulmanes, pero presos en Acre; mujeres, esclavos, algunos desheredados que en Acre no tenían ningún futuro; y gente muy pobre. Llegaron a Francia entre 1253 y 1254 y en total debieron ser unas mil personas.

El rey les buscó cónyuges cristianos, les financió un alojamiento, les dio ropas de invierno (en la Edad Media tales ropas eran caras), les aportó una ayuda económica y les designó unos oficiales como asesores y protectores. Según las investigaciones de Chester Jordan, a estos conversos les fue bien en Francia. San Luis se oponía al Islam como religión equivocada e ideología enemiga, pero no tenía nada contra la gente de Oriente Medio.

De madre y abuelo castellanos, tuvo 11 hijos

San Luis Rey de Francia vivió entre 1214 y 1270: murió de fiebres asediando Túnez en la octava cruzada. 

Era hijo de la infanta castellana Blanca de Castilla, que fue regente en Francia mientras él era niño, y lo fue durante varias de sus ausencias. Por lo tanto, era nieto de Alfonso VIII de Castilla, vencedor de las Navas de Tolosa, y primo hermano del rey castellano San Fernando III. Se casó con Margarita de Provenza, descendiente de los reyes de Aragón y los condes de Barcelona. Tuvieron 11 hijos.

Que era un hombre personalmente virtuoso lo admite incluso un filósofo ácido y anticlerical como Voltaire, quien escribió de él "no es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la virtud" (así lo recoge Wikipedia).

Practicaba disciplinas y azotes los viernes y a menudo hacia gestos como lavar los pies a un mendigo o compartir su mesa con leprosos. Era seglar franciscano, y también terciario trinitario. Fundó monasterios y construyó la famosa Sainte Chapelle de París para guardar reliquias en ella. Su camarada Jean de Joinville (1224-1317) escribió sobre él y ayudó a que fuera canonizado en 1297.

Diversas estrategias contra la prostitución

Intentó combatir la prostitución en varias ocasiones. Empezó en 1254, confiscando los lupanares y multando a las prostitutas, pero pronto vio que no eran medidas eficaces porque entonces las prostitutas pasaban a ofrecer sus servicios por las calles y sitios públicos.

Prefirió después establecer 9 calles de París donde podían ejercerse, para tenerla al menos limitada a unas zonas. Estableció que los lupanares en pueblos estuvieran lejos del centro, y lejos de iglesias, cementerios y lugares santos (una normativa que antes de él no existía). En 1269 prefería centrarse en castigar a los burdeles (empresarios) en vez de a las prostitutas.

Acoso a los libros talmúdicos y a los usureros

Como tantos otros líderes cristianos de la Edad Media, San Luis de Francia no era amigo de la religión judía rabínica -que consideraba equivocada- ni de la comunidad judía -que sospechaba que blasfemaba contra Jesús y se enriquecía sin trabajar, con la usura- pero no los mató ni los esclavizó ni les expulsó ni se quedó sus riquezas ni se enriqueció robándoles.

En 1230 prohibió a los judíos trabajar como prestamistas. Cuando en 1239 el Papa Gregorio IX pidió a los reyes de Francia y Portugal confiscar libros judíos para comprobar si -como se decía- hablaban groseramente de Jesús, el rey confiscó 24 carros llenos de libros judíos que hizo quemar en 1242. Luego, aunque el Papa Inocencio IV permitió a los judíos tener ejemplares del Talmud (textos rabínicos del siglo II al V d.C.), el rey insistió en amenazar con expulsión a los judíos que mantuviesen ejemplares.

Ordenó a los judíos que ganasen la vida con trabajos "honrados" (artesanales) en vez de préstamos (prestar con intereses ya estaba prohibido para cristianos). Considerando injustos los intereses por usura, ordenó confiscar los bienes judíos obtenidos con estos intereses (lo consideraba devolver unas riquezas no obtenidas con trabajo real).

En 1269 ordenó a los judíos vestir una prenda distintiva y estableció unas normas para obligarles a escuchar sermones obligatorios de misioneros (a veces ex-judíos). Eran formas de presionar, pero nadie podía ser realmente obligado a bautizarse.

Todo eso tuvo un impacto económico y moral en los judíos de Francia, aunque el verdadero impacto llegaría 36 años después de morir el rey santo, cuando los judíos fueron expulsados de Francia.

Es cierto que Luis IX complicó la vida a los judíos observantes, pero no los expulsó ni mató.

¿Blasfemaban los libros talmúdicos?

La persecución contra los libros talmúdicos en 1240 se basaba en una acusación grave. Un ex-judío, pasado al cristianismo, Nicholas Donin, declaraba que los textos rabínicos del Talmud estaban llenos de blasfemias contra Jesús, la Virgen y Dios mismo. Les acusaba de tener más reverencia a los textos talmúdicos que a los bíblicos.

El rabino Yehiel se defendió más bien diciendo que Donin no era de fiar, que fue expulsado de la comunidad judía por oponerse a la tradición oral rabínica y que su odio personal contra la comunidad judía era lo que lo impulsaba.

El historiador Robert Chazan considera que a partir de ese juicio, los judíos, viendo que empezaba a haber cristianos que sabían leer hebreo (conversos ex-judíos o clérigos eruditos) empezaron a retocar las nuevas copias del Talmud. Por ejemplo, muchas frases talmúdicas hablan mal, como gente impía, del "goy" o los "goyim", que serían básicamente todos los no judíos; en las nuevas copias empezaron a sustituir esa palabra por "‘akum", que se refiere específicamente a los paganos que adoran a las estrellas y planetas. 

Los orígenes católicos de la ciudad de San Luis

La ciudad de San Luis fue fundada en 1764 por Pierre Laclède and Auguste Chouteau, franceses mercaderes de pieles, dentro de lo que Francia reconocía desde 1762 que era la Luisiana española. La ciudad y Luisiana fueron de la Corona española durante 36 años, hasta 1800. Después, Napoleón se lo vendió a Estados Unidos en 1803 junto con todo un enorme territorio de 2 millones de kilómetros cuadrados con territorios en 15 de los actuales estados, hasta Canadá, por los que cobró 18 dólares por milla cuadrada.

El 9 y 10 de marzo de 1804 se celebró en San Luis lo que hoy se llama la ceremonia de las Tres Banderas: España pasaba el territorio oficialmente a Francia, y ésta al día siguiente lo pasaba a Estados Unidos.

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Escena de la adquisición de Luisiana: EEUU se la compró barata a Napoleón y se convirtió así en una gran potencia territorial

Todo ese enorme territorio entregado se considera que tenía unos sólo 60.000 habitantes no indios. La mitad eran esclavos negros. La otra mitad eran hispanos, franceses y negros y mulatos libres. Prácticamente todos eran católicos.

Al principio, bajo la corona francesa, Nueva Orleans y San Luis dependían del obispado de Quebec, en Canadá. Después, bajo la corona española, dependía de la diócesis de Cuba.

En 1772, el barcelonés Cirilo Sieni fue el primer obispo enviado (como vicario de Santiago de Cuba) a pastorear Luisiana y Florida: tenía diecisiete parroquias y veintiún sacerdotes, incluyendo algunos irlandeses para los católicos de habla inglesa. San Luis era entonces un pueblo de unos 200 habitantes. Cuando cincuenta años después, en 1818, llegó el obispo DuBourg (nacido en Santo Domingo, ordenado en San Luis de los Franceses en Roma), San Luis tenía ya 2.500 residentes y lo recibieron con una alegre procesión.

En las décadas siguientes la ciudad sería la puerta al Lejano Oeste y se llenaría de inmigrantes protestantes anglosajones. El primer mercader norteamericano que abrió una tienda permanente en San Luís fue un judío, Joseph Philipson, en 1807, pero no era observante. Hasta 1836 no hubo una sinagoga funcionando en la ciudad.

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