Religión en Libertad

Vance seduce a Francisco con una histórica homilía suya y pide distinguir entre clero e «influencers»

Intervino en el Desayuno Nacional Católico de Oración.

J.D. Vance, durante su intervención en el Desayuno Nacional Católico de Oración, que cumplía este viernes veinte años.White House.

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El Desayuno Nacional Católico de Oración, que cumplía este viernes veinte años, era la ocasión ideal para que J.D. Vance, invitado a participar, intentase recomponer las relaciones entre la Administración Trump, el episcopado estadounidense y el propio Papa.

Como es sabido, 

  • la política de deportación de ilegales emprendida por el nuevo gobierno, 
  • más las críticas del propio vicepresidente a las diócesis por la financiación que recibían los organismos de caridad católicos para sostener esos flujos migratorios (fondos que ahora desaparecen con la supresión de las milmillonarias subvenciones de USAid), 
  • más el recordatorio del propio Vance de la doctrina católica del ordo amoris

provocaron una insólita respuesta por parte del propio Francisco, con una carta a los obispos de Estados Unidos donde formulaba una crítica directa y severa a la decisión de Donald Trump, coherente con cuanto había prometido en campaña.

Vance no desaprovechó el momento, y su discurso de media hora en el Centro de Congresos Walter E. Washington de la capital federal, ante cientos de personas y un notable interés mediático, estuvo plagado de guiños a los católicos, al clero y los obispos, y al propio Papa.

El vicepresidente, flanqueado por la bandera del Vaticano junto a la de barras y estrellas, recordó que es un católico converso y que eso le hace ser "humilde" porque hay muchas cosas que ignora, dijo, pero también bromeó dejando caer que "a muchos católicos en internet no les gustan los católicos conversos".

Por las comunidades cristianas históricas

Comenzó recordando que era consciente de que algunas de las políticas del nuevo gobierno gustarían a los presentes y a otros no, pero reivindicó las medidas adoptadas en defensa de los militantes provida encarcelados, en favor del no nacido y de protección de la libertad religiosa no solo dentro del país, sino como elemento de su diplomacia. 

De hecho, en clara alusión a Irak y Siria, entre otras, señaló que le llenaba de "vergüenza" que el resultado de algunas "desventuras exteriores" fuese la "erradicación de comunidades cristianas históricas". 

  • Discurso íntegro de J.D. Vance en el Desayuno Nacional Católico de Oración, este 28 de febrero.

La política de Trump por la paz va orientada, dijo, a evitar lo que ha sucedido "en los últimos cuarenta años", que "las comunidades cristianas históricas han 'pagado el pato' de los fracasos de la política exterior estadounidense".

La gracia es "un proceso"

Luego, Vance ofreció algunos detalles sobre su propia fe personal. Dijo que una de las cosas que le habían atraído del catolicismo en particular cuando se aproximó al cristianismo es "el reconocimiento de que la gracia no es algo que sucede de forma instantánea, sino un trabajo de Dios en nosotros a lo largo del tiempo, en ocasiones años o décadas". De niño pensaba que la gracia era algo que llegaba de golpe "y resolvía todos los problemas", pero como católico aprendió, en el "camino duro" de la "vida sacramental", que "la gracia es un proceso, que Dios actúa en nosotros a lo largo del tiempo, nos acerca a Él y nos hace mejores en el proceso".

Como prueba, puso su caso: comentó que cuando se hizo católico empezó confesándose todas las semanas porque todas las semanas faltaba a misa, ya fuese por viajes de negocios, por enfermedades de sus hijos... Así que al final -bromeó- empezó a ir a misa todos los domingos porque se dijo que eso era mejor "que tener que contarle a un desconocido todo lo que había hecho mal en las dos semanas anteriores": "Ese proceso me disciplinó y me hizo llevar una mejor vida de oración y ahora voy a misa el 95% de los domingos".

"Una de las genialidades de nuestra fe es que nos enseña a través de la repetición", continuó: "Practicando los sacramentos -aunque sea imperfectamente- Dios nos transforma, y aunque yo sea tan imperfecto como cualquiera de los presentes, realmente siento que Dios me transforma cada día, y ésa es una de las grandes bendiciones de nuestra fe y de practicar los sacramentos".

Su hijo pidió el bautismo

Vance explicó luego que la mejor medida de la salud de un país no es su Producto Interior Bruto ni el nivel del índice bursátil, sino "la seguridad y la estabilidad de las familias": "La prosperidad es un objetivo de la Administración Trump, pero la prosperidad es un medio para un fin, que es la protección de los no nacidos, el crecimiento de nuestros hijos, el bien y la santidad de nuestros matrimonios, el bien común de cada ciudadano".

En ese sentido, desveló que la mayor alegría que recibió en noviembre pasado no fue la victoria electoral que les franqueaba la puerta de la Casa Blanca, sino la alegría que le dio su hijo de siete años al pedir ser bautizado.

La familia Vance llega a la fiesta de inauguración de mandato, el pasado 20 de enero.

El vicepresidente norteamericano quiso explicar este punto. Él está casado con Usha Bala Chilukuri, de ascendencia india y religión hindú, y tienen tres hijos: "Los católicos bautizamos a nuestros hijos muy pronto, pero mi matrimonio es de religión dispar. Mi esposa viene a misa con nosotros casi todos los domingos, pero no es católica. El trato que hemos hecho es que educaremos a nuestros hijos como católicos, pero dejaremos que sean ellos quienes decidan cuándo bautizarse".

"¡Si esto es un sacrilegio, pídanle cuentas a los dominicos, porque fueron ellos quienes nos lo plantearon!", comentó riendo, para añadir enseguida que la petición de su hijo había sido el momento en el que más orgulloso se había sentido como padre.

Cosas que no le gustan a los obispos

Vance llegó así a último tercio de su intervención, que comenzó, dentro del mismo tono de buen humor que caracteriza este tipo de actos político-sociales en Estados Unidos, admitiendo sus discrepancias con el episcopado: "A veces a los obispos no les gusta lo que digo".

Tras señalar que no era su papel discutir con ellos, hizo una reflexión sobre la forma en la que actualmente se entra al debate público: "La Iglesia católica es una especie de tecnología desarrollada hace dos mil años y está entrando en contacto con una tecnología, la de las redes sociales, que tiene diez o veinte años. Y lo que me gusta recordar es que los sacerdotes y obispos son líderes espirituales, y que como cristianos no tenemos que obsesionarnos con todas y cada una de las controversias sobre la Iglesia católica en redes sociales". 

En ese sentido, invitó a aprender de nuestros abuelos, que "respetaban a los sacerdotes, les tenían como guías, pero no se obsesionaban ni discutían sobre todas y cada una de las palabras que salían de su boca, como hacen las redes sociales".

"No creo que sea bueno para los cristianos entrar en todas las polémicas que afectan a la Iglesia, creo que es mejor dejarlas aparte y entregarnos a vivir nuestra fe lo mejor posible, bajo la guía de nuestros líderes espirituales, pero no siguiendo los estándares de los influencers de las redes sociales, porque ellos no lo son... No va en nuestro mejor interés tratar a los líderes de nuestra fe como a cualquier otro influencer de las redes sociales".

La mano tendida al Papa

Para concluir, Vance recordó el posicionamiento de Francisco contra la política de inmigración de Trump. Confesó que se sintió "sorprendido", pero enseguida matizó: "Creo que el Papa se preocupa por los fieles del rebaño que pastorea y de la dirección espiritual de la fe". Sus hijos y él dicen una oración por Francisco  todos los días desde que está hospitalizado, contó.

Hay católicos que quieren "meter al Papa en todas las batallas culturales de la política estadounidense", pero Vance, en el momento más emotivo de su discurso, quiso recordar la imagen de Francisco el 27 de marzo de 2020 en una Plaza de San Pedro desierta (cuando numerosos gobiernos de todo el mundo habían confinado a su población).

  • El momento que impresionó al mundo, y que J.D. Vance quiso recordar como homenaje a Francisco.

Ante las noticias que llegaban, con un hijo recién nacido, comentó que salió a comprar munición para sus armas y sacos de arroz para comer y se atrincheró en su casa esperando acontecimientos. En esa situación de incertidumbre mundial, "todos recordamos ese momento, con el Santo Padre solo en la Plaza de San Pedro, sosteniendo en alto la Eucaristía y pronunciando un sermón muy valioso para mí entonces y que sigue siendo valioso hoy".

Tanto, que dedicó varios minutos no a una glosa, sino a leer literalmente buena parte de la homilía, en lo que constituye sin duda otro momento para incluir en el elenco de eventos chocantes de las últimas semanas.

"Así es como siempre recuerdo el Santo Padre, como un gran pastor, como un hombre que puede decir la verdad de la fe de forma muy profunda en un momento de gran crisis", apostilló al concluir la lectura. Tras lo cual pidió a todos los presentes que se uniesen a él en una oración por Francisco, que comenzó y terminó santiguándose.