Jueves, 10 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Es un reconocimiento al «valor muy particular» de las escolanías en la cultura musical

Santiago Cantera, prior del Valle de los Caídos, celebra como un «avance notable» la declaración BIC

Santiago Cantera.
Dom Santiago Cantera, en un momento de su intervención en el documental 'Valle de los Caídos' de Terra Ignota.

Carmelo López-Arias

Los benedictinos de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos no ocultan su "alegría" tras conocerse este martes que la Comunidad de Madrid declarará su escolanía, junto con la del Monasterio de El Escorial, como BIC (Bien de Interés Cultural). Así lo manifestaron a las pocas horas, recordando el "reconocimiento internacional que las ha llevado a cantar a muy diversos países de diferentes continentes, y el número de grabaciones y de premios internacionales recibidos".

Hemos ahondado con su prior, el padre Santiago Cantera, en las razones que justifican esta decisión.

-¿Qué supone para ustedes esta declaración como BIC?

-Creo que la declaración de bien inmaterial es un avance notable en el reconocimiento y la promoción de las escolanías. Las dos de nuestro municipio estamos en contacto con las otras escolanías de tradición en España para alcanzar objetivos comunes entre todas y con otras de Europa. Las escolanías deben ser protegidas y apoyadas a nivel europeo y universal porque tienen un valor muy particular en la cultura musical.

-Usted publicó hace año y medio una obra para explicar a fondo ese valor...

-Precisamente escribí el libro, en gran medida, por el hecho que ahora por fin es noticia: de cara al reconocimiento de las Escolanías del municipio de San Lorenzo de El Escorial (la de nuestra Abadía benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y la de los padres Agustinos del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial) como patrimonio inmaterial. Me parecía obligado dar a conocer el gran valor que para la cultura musical en España y en toda Europa aporta nuestra Escolanía. Me parecía oportuno además recoger los artículos que Religión en Libertad venía dedicando a ella, muchas veces con tantos recuerdos ofrecidos por antiguos alumnos y profesores. 

Santiago Cantera, 'La escolanía de la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos'.

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-¿Qué hace especial la escolanía del Valle de los Caídos respecto a otros coros similares?

-Además de cultivar la enseñanza de uno o más instrumentos para cada alumno y la polifonía sacra, nuestra Escolanía sobresale especialmente por la formación en el canto gregoriano, el canto litúrgico propio de la Iglesia Romana, que nació entre finales del siglo VIII e inicios del IX sobre la base del canto romano y del canto galicano. Nuestros escolanes o escolanos cantan diariamente el gregoriano en la Misa conventual en la Basílica de la Santa Cruz y lo hacen con el Graduale Triplex, un libro para eruditos.

-Pero ellos son niños y adolescentes...

-Es que, sin ser conscientes de ello, son verdaderos eruditos en la interpretación del gregoriano, pues no sólo aprenden a cantarlo con el tetragrama propio de su escritura desde mediados del siglo XI, sino también con la antigua paleografía de las familias de códices de Laon y San Galo, lo cual es absolutamente único en un coro de niños. Aprenden el gregoriano en la más pura tradición benedictina y de los grandes gregorianistas de nuestra Congregación benedictina de Solesmes, quienes han venido estudiando y restaurando el canto gregoriano en su auténtica pureza original.

-¿Se dedican solo a él?

-También son capaces de interpretar otras formas de monodia medieval y recientemente incluso han comenzado a recibir una formación complementaria e introductoria en el canto bizantino, que a día de hoy es patrimonio inmaterial de la Humanidad por declaración de la Unesco y es el canto litúrgico tradicional de muchas Iglesias del Oriente cristiano, tanto católico como ortodoxo.

-Algunos dan por muerto el canto gregoriano. ¿Se equivocan?

-Por supuesto que se equivocan. El canto gregoriano, al igual que el canto bizantino y otras formas de canto litúrgico tradicionales del Oriente y del Occidente cristianos, tiene una perennidad de la que carecen otras variantes musicales que se han ido sucediendo en algunas épocas históricas o que en la actualidad se utilizan, pero que pasarán y morirán.

-¿Qué le otorga al gregoriano esa perennidad?

-Una de las maravillas del canto gregoriano es que se fundamenta en el canto de la Palabra de Dios, pues los textos están tomados en su gran mayoría de la Sagrada Escritura y la melodía se adecúa al texto. Los compositores, en su mayor parte anónimos (pues no buscaban su propia gloria, sino la de Dios), supieron apreciar el valor de cada palabra, porque cada palabra cantada es palabra de Dios, y han sabido resaltar el acento. “Acento” precisamente viene de "ad cantus". Cuando uno conoce de verdad el canto gregoriano, descubre y aprecia que es un canto lleno de vida y por el que el Espíritu Santo realmente habla al alma y la hace vibrar en su entraña más profunda.

El 'Anima Christi' de Marco Frisina, en la voz de los escolanes del Valle.

-¿Cuál es el origen de las escolanías en los monasterios?

-Las escolanías de los monasterios surgieron en la Edad Media cristiana. Desde el siglo IV en el que nace la vida monástica, sabemos de la presencia de niños y escuelas en los monasterios egipcios de San Pacomio y de San Basilio en Capadocia, y en el siglo VI San Benito recibía niños en sus monasterios y legisló acerca de su presencia. Es muy probable que ya tuvieran encomendadas algunas partes en el canto de la liturgia, pero esta misión no la conocemos de forma documentada hasta algo más tarde. También las catedrales y algunas colegiatas en la Edad Media contaron con escolanías de niños cantores. En el siglo XVI español, en ellas se formarían algunos de los más grandes músicos renacentistas, como Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero y Tomás Luis de Victoria.

-¿En qué continúan esa tradición las escolanías actuales y en qué responden a una situación nueva?

-Las escolanías actuales son las más directas herederas de esta tradición y muy especialmente cuando son escolanías vinculadas a una comunidad benedictina, como es el caso de la nuestra y la de Montserrat en Cataluña, o también la de los agustinos de El Escorial, que hereda el coro de niños cantores que tuvieron los jerónimos en ese monasterio. Pero, a su vez, estas escolanías afrontan también las nuevas realidades de hoy en el campo de la educación y de la sociedad y son capaces de incorporar las mejores novedades que la enseñanza puede aportar. Cabe decir que hoy existen muchos coros colegiales y parroquiales que se denominan escolanías; pero, en sentido estricto, las que realmente se pueden considerar escolanías en España son cinco o poco más de cinco.

-Más allá de la integración en la vida abacial y de la formación musical, una escolanía es un colegio. ¿Qué puntos a favor tiene, como colegio, la escolanía del Valle?

-Entre los aspectos positivos como colegio, creo que es obligado destacar la enseñanza personalizada: son clases muy pequeñas, con un número reducido de alumnos. Esto mismo favorece un clima familiar en las clases y en el conjunto del centro. Por otra parte, está enclavado en un paraje natural precioso y protegido, que permite a los niños crecer en un ambiente sano y con un aire puro y conocer diversidad de plantas y animales, pasear y jugar en el monte, etc. En estas fechas, por ejemplo, comenzará la berrea del ciervo y los niños de la Escolanía la pueden escuchar desde sus mismas habitaciones. Todo ello les permite asimismo descubrir a Dios en la obra de la Creación. Y viven además junto a una comunidad de monjes benedictinos, empapándose día a día del espíritu de la liturgia y del canto sacro y recibiendo una formación religiosa que se intenta que sea vivida.

La Escolanía de la Santa Cruz, en tres minutos.

-Usted ha dirigido la escolanía hasta hace un par de años. ¿Qué le gustaría mejorar?

-Uno de los proyectos principales que tenemos es la ampliación de todos los cursos superiores. El nuevo director del Colegio-Escolanía, fray Miguel, que me ha sucedido al frente de la institución, ha abierto ya el Bachillerato en el propio centro, con las modalidades de Humanidades y artístico-musical. Con ello se hace posible que los alumnos que tantos años llevan formándose en la Escolanía puedan completar sus estudios aquí y prepararse para el futuro en la Universidad.

-¿Y alguno se queda como monje?

-En breve ingresará como postulante un antiguo escolán, con lo cual también hacemos posible que se pueda cuidar la vocación cuando brota en algunos chicos.

-Por definición, una voz "blanca" es algo caduco. ¿Qué les queda a los escolanes de la formación musical recibida y de su práctica cuando dejan de ser niños?

-A los escolanes que más habían brillado por una voz blanca muy notable, con frecuencia se les hacía duro experimentar que la iban cambiando y perdiendo al pasar a la adolescencia e ir haciéndose mayores. Podía provocarles una crisis que, no obstante, también les ayudaba a madurar psíquicamente. Y esto en parte les pasa. Pero ahora es mucho menos trágico para ellos porque, al extenderse los cursos, perciben que siguen destacando también ahora con sus voces que se encaminan a la edad adulta y que son útiles al conjunto del coro, tanto en las voces graves para la polifonía, como ayudando a la Schola de los monjes en el canto gregoriano.

-¿Imprime carácter haber sido escolán en el Valle?

-El paso por la Escolanía les marca para toda la vida, sobre todo si han permanecido muchos años. He visto a muchos, de generaciones y generaciones, venir al Valle y revivir sus recuerdos como si fueran actuales. Una de las cosas más bonitas es observar que nacen amistades que duran para siempre. Hay una Asociación de Antiguos Escolanes con su grupo de whatsapp y un coro de prestigio internacional, Schola Antiqua, además de otros coros de generaciones más recientes (Schola Antiqua también está incorporando a miembros de generaciones recientes).

-¿Ha afectado a la escolanía el protagonismo político del Valle de los Caídos en los últimos años?

-La Escolanía ha seguido viviendo su día a día con normalidad, al igual que la comunidad benedictina. Nosotros y los escolanes continuamos a nuestro trabajo, callado y sencillo pero fructífero. El lema benedictino Pax, “paz”, impera en nuestra vida cotidiana por encima de las circunstancias temporales.

-Usted es historiador, fue profesor universitario y se especializó en el monacato medieval. Luego ingresó en la abadía. Ahora que lo ha visto desde dentro, ¿qué hay de común en un monje de hoy respecto a sus antecesores?

-Autores británicos como Chesterton y Dawson se maravillaban al observar cómo la vida monástica de hoy es básicamente igual que la de los monjes medievales, sobre todo en su espíritu y en la estructura de la jornada y del rezo litúrgico. Los monjes somos hijos de una Tradición riquísima, de un legado que venimos comunicando de generación a generación, y somos conscientes de que esta Tradición nace de un arraigo en las realidades sobrenaturales, de un ansia de eternidad que inspira toda la vida del monje. Por eso, a los problemas políticos y temporales debemos darles sólo la importancia que merecen, sabiendo que los poderes de este mundo pasan y caen, mientras que Dios permanece.

-Antes ha mencionado una nueva vocación. ¿En el Valle sigue habiendo vocaciones? 

-Gracias a Dios estamos viviendo unos momentos de notables esperanzas en el campo vocacional. Nuestra comunidad se ha rejuvenecido mucho en años recientes con nuevas incorporaciones y hay chicos que siguen llamando a la puerta de nuestro monasterio para entrar. Se trata de jóvenes normales, sensatos, serenos, algunos de ellos muy preparados y otros muy jóvenes, diferentes cada uno respecto de los otros pero todos ellos complementarios, capaces de enriquecer la vida de nuestra comunidad.

-¿Qué les atrae? Es una ruptura muy profunda con la mentalidad actual...

-Lo que les atrae sobre todo de la vida monacal es la búsqueda de Dios, el deseo de un encuentro profundo con Cristo, de seguirle, servirle y amarle. Y si éste es su verdadero objetivo, entonces se trata de una auténtica vocación, como comprende San Benito.

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