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La Blancanieves «woke» tropieza en taquilla y marca un nuevo hito en la decadencia de Disney

Rachel Zegler es Blancanieves: su interpretación ha sido unánimemente elogiada, pero para muchos es lo único destacable de un 'remake' fallido.

Rachel Zegler es Blancanieves: su interpretación ha sido unánimemente elogiada, pero para muchos es lo único destacable de un 'remake' fallido.

Redacción REL
Publicado por
C.L.

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[El artículo contiene algún pequeño 'spoiler'. Pero el argumento clásico es conocido y algunas de las novedades se deducen del propio tráiler.]

Los siete enanitos (creados por computador) son "criaturas mágicas" para no herir susceptibilidades y de hecho han desaparecido del título oficial, Blancanieves no es germánicamente blanca (el nombre que le dieron los Hermanos Grimm en el cuento original era una explícita alusión al tono de su piel: ahora tiene un matiz meteorológico), se ha suprimido su emblemático canto Algún día mi príncipe vendrá (quizá considerado heteropatriarcal, o simplemente porque el héroe de la película ya no es un príncipe sino un pobre), la joven es más una lideresa empoderada que una víctima necesitada de salvación y el beso del amado ya no es robado a la amada desconocida sino, de alguna forma, pre-consentido... 

  • La nueva versión incorpora nuevos temas musicales. Muchos han echado en falta el más romántico de todos.

¿Qué podía fallar en la versión 2025 de la obra maestra de dibujos animados de 1937? Casi todo, porque tras cuatro años de preparación y un presupuesto de 250 millones de dólares en producción (márketing aparte), la Blancanieves dirigida por Marc Webb fue a estrenarse cuando Estados Unidos está dando marcha atrás a pasos agigantados del veneno woke

Éxito cualitativo, tropezón cuantitativo

La promoción de la agenda políticamente correcta llevaba pasándole factura a Disney desde mucho antes del segundo mandato de Donald Trump: de hecho, era un predictor de su victoria; pero llegar a las salas en plena contrarrevolución cultural no ha sido la mejor coincidencia.

En Estados Unidos, Blancanieves ha liderado el ranking con claridad en este fin de semana de estreno, lo cual cualitativamente es un triunfo, pero cuantitativamente no al nivel esperado. El resultado en taquilla es preocupante para la productora. La recaudación rondará los 45 millones de dólares en el mercado estadounidense, muy por debajo de los 95 millones del remake de La sirenita en 2023 y a la altura del remake de Dumbo en 2019. 

La productora necesitaba mejores cifras para recuperar el crédito perdido, que le ha llevado a rechazar explícitamente su labor partisana a favor de las agendas LGTBI y DEI (Diversidad, Igualdad, Inclusión). Pero, claro, para cuando lo ha hecho esta película ya estaba prácticamente lanzada...

Incomodando a todos

Pero, además, Blancanieves tampoco ha contentado a los woke más radicales, porque el director ha permitido que veamos al príncipe besar a Blancanieves dormida, lo cual es todo un desafío al mantra del "solo sí es sí", aun dejando claro al espectador que no se trata de un beso 'robado', sino 'pedido' con anterioridad en una canción.

En cuanto a evitar personajes reales como "enanitos" para no reproducir "estereotipos", fue motivado por la crítica, en los inicios del proyecto, de uno de los más célebres actores con enanismo, Peter Dinklage (Juego de tronos). Lo cual, ha sido sin embargo considerado "discriminatorio" por otros no tan famosos, como Choon Tan, pues consideran que perjudica sus carreras

Blancanieves y los siete enanitos, en una versión que no va a tener el éxito de su predecesora del que en 1937 fue primer largometraje animado de Disney.

Blancanieves y los siete enanitos, en una versión que no va a tener el éxito de su predecesora del que en 1937 fue primer largometraje animado de Disney.

Por si eso fuera poco, las divergencias políticas entre Rachel Zegler (Blancanieves), locuaz y agresivamente pro-palestina, y Gal Gadot (la Reina Malvada), ex miembro de las fuerzas armadas israelíes y que apoya a su país en la guerra de Gaza, han contribuido a crear muy mal ambiente en torno a la película, aunque ambas han procurado guardar las formas cuando han participado juntas en la promoción. 

Zegler proclamó tras las elecciones del 6 de noviembre que deseaba que "ni Trump ni quienes le apoyan o le han votado conozcan la paz". Insultar a la mitad de quienes deben ocupar los cines no parece la mejor promoción de una película, así que tuvo que disculparse.

Pobre valoración de crítica y público

Toda 'la previa' sugería pues malos augurios, y los resultados lo han confirmado también desde el punto de vista del espectador. El juicio de Rotten Tomatoes -una de las páginas cinematográficas de referencia en Estados Unidos- es bastante severo: un 43% de aprobación entre los críticos, francamente pobre, y un 74% entre el público, mejor pero también decepcionante, porque ésta era una película para entusiasmar al público corriente. La síntesis del portal es que Blancanieves se salva gracias a la convincente interpretación de Rachel Zegler. Nadie discute que hace un gran papel.

  • Tráiler de 'Blancanieves'.

Eso sí, al servicio, ¿de qué? A los más progres no les gusta la historia porque, se le den las vueltas que se le den, va de reyes justos y madrastras injustas, de chico-redime-chica y de exaltación de la verdad, el bien y el amor eterno. Y, como no es una obra maestra, no hace olvidar los "estereotipos" de la Blancanieves y los siete enanitos de dibujos animados de 1937, que sí lo era. A ello contribuye que la nueva versión es como un bocadillo donde los panes inicial y final son las novedades y la parte central es una nostálgica evocación de su precedente.

Pero los wokismos y otras novedades argumentales irritan a otros: como esa maldad de la Reina Malvada, que ya no es solo personal y por envidia, sino política, porque su tiranía sustituye a un feliz socialismo utópico donde -se nos dice- "los frutos de la tierra pertenecían a todos los que la cultivaban".

"Es la película de Disney que más se ha acercado a parafrasear el Manifiesto Comunista", apunta el crítico de la BBC, Nicholas Barber, quien deduce que disfrutarán más la película "los políticos y los estudiantes de cine que los niños que esperan salir encantados por la magia de Disney". 

Una magia que tiene que reinventarse... ahora que la ideología que la sustituyó 'ya no mola'.

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