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Romance del martirio del SD José García Librán y su hermano Serafín

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José María Gómez Gómez (Parrillas, Toledo, 1951) poeta, historiador y catedrático de Lengua Castellana y Literatura es, además, miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, pertenece a la Cofradía Internacional de Investigadores, Gran Maestre del Capítulo de Isabel La Católica y Presidente de la Academia de la Hispanidad. En el año 2004 escribió el “Romance del martirio del siervo de Dios José García Librán y su hermano Serafín” dedicado a Ramón García Chico, por aquel entonces alcalde de Torrico (Toledo), sobrino de los mártires. Siervo de Dios José García LibránJosé había nacido en el pueblo de Herreruela de Oropesa (Toledo), el 19 de agosto de 1909. Hijo de Florentino García y Gregoria Librán. El hogar donde nace es profundamente cristiano. José ingresó con 12 años en el Seminario Conciliar de Ávila, donde realizó estudios de Latín, Humanidades, Filosofía y Sagrada Teología, antes de ser ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1933. En aquel momento, el entonces obispo de Ávila, Enrique Plá y Deniel, le encomendó las parroquias de Magazos y Palacios Rubios y más tarde también la de Gavilanes.

Cuando estalla la Guerra Civil, don José que venía huyendo de Gavilanes por las amenazas de muerte que recibe en el pueblo, se reunió con su hermano Serafín (25 años), que estudiaba medicina en Madrid. Ambos, en vista del peligro, y aconsejados por algunos feligreses, se marcharon a una casa al campo. Pero tan pronto como las milicias de la vecina villa de Pedro Bernardo conocieron el lugar donde se hallaban escondidos, decidieron ir a buscarlos y llevarlos con ellos. A Serafín le dieron la oportunidad de escapar. Buscaban al cura, pero él quería correr la misma suerte que su hermano. Sabía que el desenlace podía ser la muerte, pero estaba dispuesto. No llegaron al pueblo. Tenían prisa por matarlos. Los perseguidores iban hiriendo a los dos con hachas y armas cortantes. Querían hacerles sufrir antes de que murieran, quieren arrancarles la apostasía. Eran las cinco de la tarde del 14 de agosto, en el lugar conocido como La Cuesta de Lancho fueron asesinados los dos, el párroco y su hermano. Recibieron sepultura en el término municipal de Pedro Bernardo, aunque un mes más tarde su familia trasladó sus restos al cementerio del municipio toledano de Torrico y los de don José, en el año 1942, a la iglesia parroquial. En dicho templo se encuentra el óleo que acompaña estas líneas.La Causa del Siervo de Dios Serafín García Librán se instruye aparte, con un grupo de sacerdotes y seglares que la Diócesis de Ávila lleva junto a 465 mártires de la Provincia eclesiástica de Toledo. Don José García Librán, Dios mediante, será beatificado el próximo otoño. Agosto del treinta y seis…¡qué tiempo tan desgraciado!Contra la Iglesia de Cristola persecución se ha alzado.Comités de incautacióny milicianos armadoshan cerrado las iglesiasy los conventos sagradosy a los curas de los puebloslos buscan para apresarlos.Muchos de ellos, sin motivo,son vilmente asesinados…Don José está en Gavilanesentregado a su trabajo.Es joven. Aún no ha cumplidosiquiera veintisiete años.Él atiende con amora sus fieles parroquianos,celebrando de la Misalos misterios sacrosantos,visitando a los enfermosy socorriendo a los sanos.A él acuden jubilososlos niños y los ancianos.Los huérfanos y los pobresen él se sienten saciados. Es feliz el joven cura,de todos muy apreciado…Pero en España un venenotodo lo está inficionando:el odio a la fe de Cristoy a sus ministros sagrados.Desde los pueblos vecinoslas noticias van llegandocómo los curas y frailesestán siendo asesinadospor piquetes sanguinariosde milicianos armados.El comité en Gavilanesa don José ha amonestado.Le han prohibido decir Misay la Iglesia han profanado,usándola de almacény corralón de ganados.Don José espera en su casamuy triste, y acompañadode su hermano Serafínque ha venido a visitarlo.Le avisan que el Comitéha decidido apresarlo.Los amigos le aconsejanque se ponga a buen recaudo.En una casa, en la sierra,refugio le han preparadopero él no quiere marcharsecomo si huyera asustado.Como era muy queridoy tenía fama de santo,los milicianos del pueblono se atrevían a tocarlo.“Estoy en gracia de Dios.no temo, pues, nada malo”,dicen que dijo tranquilocuando le comunicaronque venían a buscarleunos de Pedro Bernardo.“El buen Pastor, repetía,no deja solo al rebaño.Jesucristo está conmigo.los lobos no me harán daño”.Mas, como ya maquinaban,su sacrificio nefando,decidió salir del pueblopara salvar a su hermano. En una casa, en la sierra,un día se refugiarony allí fueron en su buscasiete fieros milicianos.Iban todos con fusilesy puñales afiladosy no eran de Gavilanessino de Pedro Bernardo.Cuando aquellos asesinosen la casa penetraronhallaron a don Josécon el rosario en las manosy a su lado, en una mesa,la Biblia y el Breviario.¡Tales armas esgrimíanlos dos piadosos hermanos!Los milicianos al puntoa don José maniatarony a los dos entre las peñassin piedad los arrastraron.En el paraje escabrosollamado Cuesta del Lanchofiero martirio les dieron,cerca de Pedro Bernardo.Cuentan que cuando llegóel momento más amargo,a Serafín le dijeronque no querían matarlo,que solo les importabael sacerdote, su hermano,pues iban contra la Iglesiay la fe de los cristianos. “Sálvate tú, Serafín,dijo don José implorando,y cuéntale a nuestros padresy a todos nuestros hermanosque muero en la fe de Cristopor sacerdote y cristiano”.“Hermano mío del alma,yo no me voy de tu lado”,le respondió Serafíny añadió a los milicianos:“¡Disparad vuestros fusiles!¡Moriremos abrazados!”“¡Viva Cristo Rey!”, gritabadon José con entusiasmo.Pensaba que era un cobardeeste mi querido hermano…¡Llevamos la misma sangre,pues la misma muerte dadnos!”El Padrenuestro rezabanlos hermanos abrazadoscuando sobre ellos cayeronlos feroces milicianosy allí mismo, sin piedad,a los dos apuñalaron.Luego los rojos fusilescon rapidez aprestarony sobre sus dos cabezasempiezan a dispararlos…Cuando entre las duras peñasexpiraban los hermanos,sus martirizados cuerposarrojaron a un barrancopara que las alimañaspudieran despedazarlos… Esta fue la horrible muerteque sufrieron, por cristianos,Serafín y don José,los dos mártires hermanos.Y cuando los nacionalesaquellos pueblos tomaron,con dolor los familiareslos dos cuerpos rescatarony a Torrico los trajeronpara, por fin, enterrarlos.Los restos de Serafínllevaron al camposanto.Los de don José en la iglesiaparroquial los colocarony allí los venera el pueblocon los honores de santo.

Bajo estas líneas, José María Gómez.


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