Religión en Libertad
Manos-corazón

Manos-corazón

Creado:

Actualizado:

Esta semana yo puedo decir con la liturgia que puedo estar en pie ante el Hijo del hombre. Gracias al Espíritu, anhelo estar en vela ante Aquel que viene a ser mi Salvador y mi Juez.

Yo, necesito creer que solo el Hijo de Dios puede levantarme, porque solo él me conoce y me ama en plenitud. Porque solo podemos amar aquello, que conocemos. Si no amo suficiente, es porque no conozco lo suficiente, porque no se me ha dado a conocer. A Dios, le puedo amar, porque él se ha revelado para que le conozca. Al hermano, le podré amar en plenitud, cuando se vaya revelando. Pero solo el Hijo de Dios, me perdona, y me ama. Solo él. Nadie más puede hacerlo. Algunos me dirán esto y esto, me darán sus consejos de esto y esto. Pero, Jesús es para mí, mi Señor, y solo él vendrá, para mí y para ti. Como si solo tú o yo, estuviéramos bajo la tierra. Dios nos crea por amor, y en el Hijo somos recreados por la misericordia.

Yo soy elegida por Dios, para ser para él. Soy su amada, su esposa amada. Esto, se me ha revelado y confirmado. Así, él vendrá por mí, para que esté siempre con él. En el mundo tendré lucha y combate. Pero, el combate está ganado por Aquel que viene ante las nubes del cielo (cf. Dn 7, 13).

Ante un mundo, que ha dado la espalda a Dios, que no espera que Dios salga a su encuentro, Jesús se revela como el deseo más hondo de mi corazón. Vendrán muchos de aquí y allá, presentando a un Jesús que está esperando al hombre por lo que esté pueda hacer. Pero, yo espero en Jesús que me ama por lo que soy.

Jesús me viene a liberar de mi pecado. Se ha hecho hombre por mí, hace milagros para que yo crea, resucita muertos para que tenga puesta la mirada en la resurrección del último día. Es más, ha resucitado por mí, para que pueda vivir solo de la vida que él me da.

Él vendrá para todos, y conoceremos nuestra vida para siempre. Aquí vemos como en un espejo. Y los problemas de cada uno no son muy diferentes de los demás. Problemas en las familias. Con los padres mayores. Con los hijos. Problemas en el trabajo, en la política, en la economía. Necesidades sin cubrir, heridas sin sanar. Todos tenemos más o menos los mismos problemas, porque es nuestra condición humana. Todos cometemos pecados. Leves o graves dependiendo de la materia del pecado. Pero, yo tengo la garantía, de que todo ello, nos ayudará, si lo vivimos en fe, a poner la mirada en el cielo, donde la felicidad será eterna.

Las lágrimas que hallamos derramados, los juicios que hayamos recibidos tendrán un precio de eternidad. El dolor que hayamos vivido, nuestra amargura por el pecado, nuestra tristeza por los familiares que hayamos perdido, se verá iluminado por la existencia de un Dios, al que veremos cara a cara.

Nuestra vida será colmada. Recibiremos el juicio de Dios, no el de los hombres. Nuestra vida será interpretada desde el amor, porque solo Dios la puede conocer. Ya no habrá juicio, ni condena.

Yo hoy me presento a Dios, con un corazón enamorado, que quiere solo servirle. Un corazón que se entrega por el otro, aunque muchas veces no se vea. Un corazón que llora por su pecado, y por el juicio recibido. Un corazón que puede ayudar al que está solo, se siente rechazado, porque lo ha podido vivir. Un corazón que está dentro con el de Jesús, porque está llamado a vivir para los demás. Un corazón herido, que puede recibir juicio. Un corazón que se levanta cuando cae. Un corazón agradecido por todo el bien que recibe, y con asombro por el bien que da, que solo procede de Dios.

En definitiva, yo puedo estar de pie ante el Hijo del hombre, porque el que me ha puesto en pie. Ante el dolor, y el sufrimiento, puedo estar en pie. Ante la alegría, puedo estar en pie. Puedo vivir con la esperanza de la vida eterna. Sé que he sido salvada. Me siento amada y querida por los demás y por Dios.

Mi pecado ha sido derrotado en una cruz, que se pone en pie para mí. Para que yo esté en pie ante el Hijo del hombre. Él único que viene a salvar al hombre, porque es el Hijo en el que se cumple la salvación que Dios te viene a dar, a ti y a mí.

Belén Sotos Rodríguez

Comentarios

Suscríbete

y recibe nuestras noticias directamente

tracking