Con corazón de padre
Querido San José:
Otra vez me has vuelto a sorprender con tu silencio unido a sucesos desconcertantes. Es miércoles y 19 de mes y nos queda justo un mes para celebrar tu gran fiesta en marzo. En esto andaba en la oración de la mañana cuando recibo una luz para escribir un artículo recordando la importancia que Santa Teresa de Jesús da a los libros. Quería hacer una presentación en tono orante de tres libros que tengo ahora sobre la mesa, el que terminé la semana pasada, San José. Un hombre para Dios, el que releo con frecuencia cuando tengo que dar retiros o charlas y uso los martes para acompañar el rato de adoración con jóvenes en la capilla del convento, Josefina, y el que acabo de comenzar a leer momentos antes de escribirte estas líneas, José de Nazaret.
Todo ha cambiado de repente cuando se han unido dos hechos inesperados que han llegado casi al mismo tiempo. Estaba leyendo el recuerdo que hace la introducción de José de Nazaret al hecho singular de la cantidad de libros, artículos, reflexiones, etc. que ven la luz desde que el Papa Francisco nos regala su corta pero enjundiosa carta apostólica sobre ti, querido padre San José, Patris corde, cuando me llega el mensaje de un joven en respuesta a lo que había escrito por un grupo de wasap de jóvenes sobre lo que decía al principio, que hoy es miércoles de San José y además 19 de mes y nos queda un mes para la fiesta. La respuesta es tajante y directa: “Sí y el Papa se ha puesto peor, hay que rezar por él”.
Al unirse estos pequeños pero importantes detalles el proyecto de artículo que tenía pensado da paso a esta carta que ahora te escribo. Una carta a ti, querido San José, para pedir por el Papa Francisco en estos momentos donde su salud física se encuentra en un estado complejo. Y no solo eso, sino darte gracias por haberlo puesto en mi vida con esa carta que tanto me ha ayudado a poner la mirada en ti. Vamos por partes.
Querido padre San José, ya ves cómo está el Papa Francisco. Enfermo. Débil. Necesitado. Nos pide oraciones. ¡Rezamos por el Papa! Y se lo pedimos al santo que sana a Santa Teresa de Jesús. Ella se había encomendado a ti de manera especial. Vamos a recordarlo para los que no conozcan este momento tan importante en la vida de la santa castellana:
“Pues como me vi tan tullida y en tan poca edad y cual me habían parado los médicos de la tierra, determiné acudir a los del cielo para que me sanasen […] y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. […] Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío” (Vida 6,6-7).
Con este texto de fondo te pido, querido padre San José por la salud física y espiritual del Papa Francisco. Cuídale. Confórtale. Pon su corazón junto a tu corazón de padre para juntos entrar en el Sagrado Corazón de tu Hijo, al que tanto quiere y nos lo ha mostrado con el último regalo que nos ha hecho a toda la Iglesia, su carta encíclica Dilexit nos que trata sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo.
Y seguimos, que ya te he dicho antes que también quiero darte las gracias por el Papa Francisco y su carta Patris corde que ha sido el motor de inicio de mi devoción, seguimiento y difusión de tu vida y tu poderosa intercesión. Lo sabes muy bien, querido San José. Como hijo de Santa Teresa celebraba tu fiesta, te rezaba alguna vez, daba alguna charla sobre la importancia de tu presencia en el Carmelo Descalzo y poco más. De ahí no pasaba. No llegaba a estar tan unido a tu corazón de padre como ahora lo estoy. Muchos me preguntan de dónde me viene toda esa amistad espiritual, confianza y contagio del amor hacia San José. La respuesta es bien sencilla: todo empieza con la lectura de la carta Patris corde.
A partir de ahí, la Navidad de ese año, 2020, comienzo a verte de otro modo tras haber meditado esa carta del Papa Francisco. Luego viene el interés por leer algo más sobre ti y empiezo a comprar libros sobre mi querido padre San José. Y de ahí pasamos a lo que ni yo esperaba ni pensaba y mucho menos entraba en mis planes… ¡escribir una novela sobre San José, La casa de San José! Eso ya fue algo que me hizo vivir de otro modo como carmelita descalzo. Entonces doy paso a hablar de la gran importancia para todo hijo de Dios de poner a San José en el centro de nuestra vida espiritual para profundizar en el trato de unión con tu Hijo. Y no te paras, querido San José, lo que iba a ser una novela se convierte en una saga de siete, de las cuales hay dos publicadas, la tercera está en proceso de edición y la cuarta estoy empezando a escribirla. Entre medio artículos, charlas, retiros,… donde San José se hace presente con su patrocinio para ayudar a todos los que quieren entrar en ese silencio precioso y lleno de vida que es la oración , el trato de amistad con tu Hijo a solas y en profunda intimidad.
¡Gracias querido San José por todo lo que ha cambiado mi vida desde que leo Patris Corde! ¡Gracias por haber puesto esa luz en el Papa Francisco para escribirla! ¡Gracias por todo lo que me regalas para que siga llevándote allí donde voy como hijo de Santa Teresa de Jesús!
Podría seguir querido San José, pero es hora de terminar, ya sabes que los miércoles antes de comer voy al campus universitario a dar un paseo para rezar el rosario y presentarte a todos esos jóvenes que veo por las ventas en clase, o me los cruzo por el camino al salir o entrar a sus facultades o que están sentados en bancos hablando entre ellos. Entra en sus corazones y llévalos al corazón de tu Hijo. Eso vamos a hacer dentro de poco. Antes sólo quiero recordar el motivo de esta carta para que no te olvides de hablarlo con tu Hijo. Muchas gracias por todo lo que ha supuesto en mi vida la lectura de Patris corde y cuida mucho de la salud del Papa Francisco. Ahora le dejo a él, al Papa Francisco, que nos ayude con las palabras con las que concluye dicha carta. Tenemos que crecer en el amor a ti, querido padre San José, y todo lo que va unido a esto; y también pedir nuestra conversión, la conversión que nos abre las puertas del cielo una vez que aquí hemos caminado de tu mano:
“El objetivo de esta Carta apostólica es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar su virtudes, como también su resolución. […]
No queda más que implorar a San José la gracia de las gracias: nuestra conversión.
A él dirijamos nuestra oración:
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén” (Final Patris corde).
Querido San José, estate atento para cuidar bien el cuerpo y el alma del Papa Francisco y muchas gracias por su carta que voy a releer durante tu novena, esa que nos anima a vivir unidos al que nos ama con corazón de padre.