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Actuar por amor antes que por temor

San Agustín. Comentario al Salmo 33, I, 9.

Actuar por amor antes que por temorN.M.N.

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De momento sigue absteniéndote de hacer el mal por temor, e irás aprendiendo a abstenerte por amor. En la práctica de la justicia hay una cierta belleza. (San Agustín. Comentario al Salmo 33, I, 9)

San Agustín reconoce que el punto de partida para muchos es el miedo a las consecuencias de obrar mal. El miedo al castigo, a la desaprobación social, a la culpa, etc. El temor motiva aunque esta motivación sea la más baja en el camino del amor-caridad. Para muchos de nosotros, el temor es (o ha sido) un escalón necesario. Es una forma inicial, aunque imperfecta, de controlar nuestros impulsos negativos. Un forma de empezar a ver más allá de nuestro egoísmo. Por ejemplo cuando un niño que aprende a no tocar el fuego porque se quema. Es una lección aprendida por una experiencia que le lleva al miedo. En el contexto moral, este primer paso podría ser evitar mentir por miedo a ser descubierto o perder la confianza de los demás.

El objetivo no es permanecer en el temor, sino trascenderlo. A medida que practicamos la abstención del mal, empezamos a vislumbrar la belleza del bien. Empezamos a entender que el bien no es solo la ausencia del mal, sino algo positivo y valioso en sí mismo. Este entendimiento genera un amor por el bien, un deseo de vivir de acuerdo con la justicia y la verdad. Volviendo al ejemplo del niño, eventualmente entenderá que no tocar el fuego no es solo para evitar quemarse, sino también para protegerse y proteger a los demás. En el contexto moral, podríamos empezar a ser honestos no por miedo a las consecuencias, sino porque valoramos la verdad y la integridad en nuestras relaciones.

Pero San Agustín no solo habla de evitar el mal, sino de abrazar la justicia. Y no la ve como una obligación fría y legalista, sino como una fuente de belleza. La justicia, cuando se practica con amor y compasión, crea armonía, paz y bienestar. Es hermosa porque refleja el orden divino y la dignidad inherente de cada persona. La justicia, por ejemplo, en la distribución equitativa de recursos, en la defensa de los derechos de los oprimidos, en la búsqueda de la verdad y la reconciliación, tiene un impacto transformador en la sociedad y en nuestras propias almas.

Con este frase, San Agustín describe un proceso de maduración de la voluntad moral que va del miedo irreflexivo al amor por entendimiento. Nos anima a comenzar donde estamos, incluso si nuestra motivación inicial es imperfecta, pero a no quedarnos ahí. A través de la práctica constante del bien, podemos desarrollar un amor genuino por la justicia y descubrir la belleza que reside en ella. Es un llamado a la conversión continua, a la búsqueda constante de la verdad y al servicio a los demás.

¿Qué podemos aplicar a la evangelización digital? Como evangelizador digital debemos examinar las motivaciones que nos mueven. ¿Por qué evitamos hacer/decir/comentar ciertas cosas? ¿Es por miedo o por amor? ¿Qué pasos puedes dar para pasar del miedo al amor? Busquemos oportunidades para practicar la justicia en la relación con otras personas. Intentemos ver con lo ojos de las personas que no piensan como nosotros antes de buscar confrontaciones ideológicas. Reflexionemos sobre las consecuencias positivas de la justicia. ¿Cómo mejora la vida de las personas? ¿Cómo contribuye a la paz y la armonía? No olvidemos algo esencial: este proceso no es puramente un esfuerzo de voluntad humana. Busquemos la gracia de Dios a través de la oración y los sacramentos, para fortalecer la voluntad y amar el bien cada vez más.