Las empresas y la Iglesia (y las ONG)
Una colaboración necesaria y un vínculo que transforma

Donativos de empresas
Cuando pensamos en empresas que colaboran con ONG o entidades de la Iglesia, enseguida nos vienen a la cabeza grandes nombres como McDonald’s, Sony o Banco Santander. Sin embargo, la verdadera fuerza de la colaboración no se encuentra solo en las grandes corporaciones, sino también en la farmacia de la esquina, la pequeña empresa familiar, la panadería del barrio, la finca agrícola o la ganadería local.
En todas ellas existe un potencial enorme para apoyar causas sociales y eclesiales. Y es que, es justo y necesario reconocer que las actividades económica generan empleo, riqueza e impulso económico, pero, en el mundo actual las empresas tienen la oportunidad —y la responsabilidad— de dar un paso más: contribuir de manera activa al bien común, no solo desde la producción y el mercado, sino también desde la solidaridad.
El nuevo contexto de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
Durante décadas, el concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se ha centrado en tres grandes pilares: cuidar el medio ambiente, ofrecer productos y servicios de calidad, y garantizar una justa remuneración a los empleados. Estos principios son necesarios, pero en la actualidad resultan insuficientes.
¿Por qué? Porque la sociedad, los clientes e incluso los propios trabajadores esperan algo más. Hoy se valora enormemente a aquellas empresas que devuelven parte de sus beneficios a la comunidad, que no se limitan a cumplir lo básico, sino que se comprometen activamente con proyectos sociales, culturales, cuidado del mendio ambiente, educativos o de ayuda humanitaria.
“Es de buen nacido ser agradecido”. Y el agradecimiento, en el ámbito empresarial, se concreta en generosidad y compromiso social.
Nuestra moral y conciencia nos recuerda constantemente que somos simples administradores de los bienes que nos ha dado Dios o la vida. Todo lo que poseemos es un talento que, más allá de disfrutar y multiplicar, estamos llamados a compartir.
La Doctrina Social de la Iglesia lo expresa con claridad:
• “Los bienes económicos y la riqueza no son condenados en sí mismos, sino por su mal uso… de Él proviene todo bien como un don que hay que administrar y compartir.” (n. 323)
• “Los bienes, aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el destino universal que Dios creador asignó a todos los bienes.” (n. 328)
• “Cada uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos frutos de sus esfuerzos.” (n. 336)
Estas enseñanzas no solo inspiran la vida personal, sino que también ofrecen un camino claro a los empresarios: usar la riqueza de manera justa, solidaria y compartida.
Formas de colaboración entre empresas y ONG
Las posibilidades son muy variadas. Lo importante es comprender que cualquier empresa, grande o pequeña, puede colaborar de manera significativa. Aquí presento algunas modalidades:
• Donación puntual o recurrente de dinero: La ayuda económica directa, ya sea en un único aporte o de manera periódica, sigue siendo la forma más flexible y eficaz de apoyar a una entidad sin ánimo de lucro.
• Donación en especie: En este ámbito las oportunidades son inmensas. Una empresa puede donar:
o Excesos de producción. En todos estos casos, lo que quizá para la empresa sea un “excedente” o un “sobrante”, para una ONG puede convertirse en un recurso valiosísimo.
o Artículos próximos a la fecha de consumo preferente.
o Productos descatalogados.
o Lotes con defectos menores.
o Equipos o mobiliario que van a ser reemplazados.
o Espacios físicos para actividades de la ONG.
o Servicios profesionales gratuitos: contabilidad, página web, marketing, asesoría legal, etc.
o La contratación de una persona de la ONG como parte del equipo de la empresa.
• Patrocinio: La empresa aporta recursos económicos o materiales para un evento o proyecto específico de la ONG, a cambio de visibilidad y reconocimiento.
• Esponsorización: Muy similar al patrocinio, pero con un carácter más comercial: la marca de la empresa se asocia públicamente a la causa, beneficiándose en reputación y posicionamiento.
• Convenio de colaboración empresarial: Se trata de un acuerdo formal a medio o largo plazo que establece objetivos concretos y beneficios para ambas partes.
• Mecenazgo: Apoyo económico o material, normalmente sin buscar visibilidad, motivado por razones éticas, culturales, espirituales o de gratitud personal.
• Matching gift: La empresa iguala (o mejora) las donaciones que sus empleados hacen a una ONG. Así, se multiplica el impacto y se fomenta la cultura de la solidaridad dentro de la compañía.
• Marketing con causa: Parte de las ventas de un producto o servicio se destina a apoyar un proyecto concreto de una entidad no lucrativa.
• Voluntariado corporativo: Los empleados, con el respaldo de la empresa, se involucran directamente en actividades de la ONG, aportando su tiempo, talento y compromiso.
Además las empresas obtienen un beneficio palpable
Colaborar con una entidad sin ánimo de lucro no solo es un gesto generoso; también aporta ventajas tangibles para las empresas:
• Refuerzo de la RSE y la sostenibilidad: la colaboración se integra como parte de la estrategia corporativa.
• Reputación e imagen positiva: está demostrado que los clientes valoran y prefieren a las empresas que se asocian con causas solidarias.
• Motivación de los empleados: aumenta el orgullo de pertenencia y la satisfacción laboral cuando sienten que su trabajo contribuye al bien común.
• Ventajas fiscales: aunque no suele ser la principal motivación, en España e Hispanoamérica existen deducciones significativas para las donaciones.
En definitiva, la empresa no solo ayuda, sino que también recibe: en confianza, en reputación, en fidelidad de clientes y en motivación interna.
Una alianza de futuro
Después de todo lo expuesto, resulta evidente que debe existir una colaboración estrecha entre empresas y la Iglesia. Se trata de una relación en la que todos ganan: gana la empresa, gana la entidad sin ánimo de lucro, y sobre todo gana la sociedad.
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