Pensar en Tí, Señor
El Señor nos dejo dicho…: “Donde esta tu tesoro, allí estará tu corazón”. (Mt 6,19-21). Y esta sencilla aseveración del Señor, tiene una tremenda importancia para el progreso en nuestra vida espiritual. Porque si nuestro corazón, esta nadando en las materialidades de este mundo, difícilmente puede estar pensando en el amor que le ofrece el Señor. Porque está muy claro, ya que Él también nos dijo: “Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (Mt 6,24).
Si nuestro tesoro es el Señor, deberíamos de estar constantemente pensando en el. Cuando algo se desea en profundidad, no dejamos de cavilar en la forma hemos de hacernos con el objeto de nuestro deseo, es por ello que si nuestro corazón lo ponemos en el amor al Señor, lo nuestro será estar constantemente pensando en Él, anhelando verle, anhelando hablar con Él, lo que nos rodea en el caso de interesarnos algo será siempre con carácter muy subsidiario, porque en nuestra mente solo hay o al menos de de haber un deseo, que es amar más y más intensamente. En esta situación lo más seguro es que cuando el Señor descubre un alma así entregada, no la deja de la mano y se manifiesta a ella de forma muy especial, tan especial como puede ser el que esta alma, encuentre al Señor, en las profundidades de su ser. “Tarde te hallé, estabas dentro de mí y yo de te buscaba fuera”, son las palabras de San Agustín cuando halló al Señor, en su interior.
Para Fulton Sheen: “En cada corazón hay un jardín secreto que Dios ha hecho únicamente para Él. Ese jardín está cerrado como una caja de seguridad: tiene dos llaves: Dios posee una y, por lo tanto, el alma no puede permitir que entre nadie más que Dios. El corazón humano tiene la otra llave y en consecuencia, ni siquiera Dios puede penetrar sin el consentimiento del hombre. Cuando las dos llaves del Amor de Dios y libertad humana, de solicitud divina y respuesta humana se encuentran, entonces el paraíso vuelve al corazón humano”. La vida humana de esa persona cambia radicalmente, él desea compartir su encuentro, que los demás, tengan su felicidad, que se den cuenta, como él se da, de que el amor de Dios es algo inenarrable. Esta persona se convierte en aquella otra que nos cuenta el Señor que encontrón un tesoro en el campo, o en el comerciante de perlas, que encontró la perla maravillosa que nadie podía imaginar que existía.
Bueno, alcanzar esta situación, no es difícil. Dios está deseando que todos la alcancemos. Esta situación es el fruto de mucho amor perseverante, porque sin perseverancia en la vida espiritual nada se alcanza. Este amor al Señor tiene como una de sus manifestaciones, la de que la persona que está en camino hacia Él, estar siempre pensando en el Señor, pensando en el amado, buscando el amado. San Juan de la Cruz nos recomienda y nos dice: Cree, espera y ama, porque entonces tendrás la experiencia de Dios en ti. Es decir, aumenta la intensidad de tus tres virtudes básicas: la Fe, la Esperanza y la Caridad, y tendrás la experiencia de Dios. Pero es necesario que medie una entrega absoluta al amor que Dios nos ofrece, que dejemos en sus manos el timón de nuestras vidas y ciegamente confiemos en Él, sin querer traernos el juego de querer compaginar lo imposible, el aceite nunca lo podemos mezclar con agua y nosotros no podemos vivir apegados a este mundo y querer al mismo tiempo entregarse a Dios. Él lo quiere todo, quiere la totalidad de nuestro amor y no acepta ninguna posibilidad de aceptar una amor compartido.
Escribe Slawomir Biela, y nos dice: “Si estás sumergido en la temporalidad y tu corazón encuentra en ella su tesoro, entonces el encuentro con Dios en la Eucaristía, se vuelve solo un episodio o una emoción pasajera y al mismo tiempo un drama que muestra el vacío de tu fe. Nosotros no tenemos sed de Dios como Simeón y por eso no somos capaces de traspasar el velo de las especies eucarísticas para llegar a la presencia viva del Redentor en el altar”. Si así actuamos aunque diariamente tomemos la comunión, es difícil que encontremos al Señor en las profundidades de nuestro corazón, porque para buscar a Dios en nuestro interior, dice Santa Teresa de Jesús, es esta una gran merced que Dios hace a las almas y este encuentro les sirve de gran ayuda. Y no penséis que es por el entendimiento adquirido, procurando uno pensar que dentro de si tiene a Dios, ni por la imaginación, imaginándole en sí. Bueno es esto y excelente manera de meditación, porque se funda sobre la verdad, que lo es, estar Dios dentro de nosotros mismos; más no es esto, que esto cada uno lo puede hacer (con el favor del Señor se entiende todo), mas lo que digo es diferente manera. Y esta diferente manera que nos dice la madre Teresa, es a la que hace referencia Biela cuando un alma es capaz: de traspasar el velo de las especies eucarísticas para llegar a la presencia viva del Redentor en el altar.
Solo negándonos a nosotros mismos y tomando la cruz podemos seguirle a Él y gozar de sus dones.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. BUSCAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461164516
- Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
- Amar a quien no se ve. Glosa del 29-07-12
- ¡Tarde te amé! Glosa del 22-09-10
- Templos vivos de Dios. Glosa del 07-09-11
- ¿Somos templos vivos de Dios? Glosa del 19-07-12
- Tener a Dios dentro de sí. Glosa del 20-08-12
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