Religión en Libertad

Necesitamos jóvenes líderes para proyectos transformadores

Con Fran Ramírez Mora, director de Juventud e Infancia de la CEE

Fran Ramírez Mora es el nuevo director de Juventud e Infancia de la Conferencia
Episcopal Española

Fran Ramírez Mora es el nuevo director de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española

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-¿Cómo planea implementar el proyecto marco de pastoral juvenil, ratificado por los obispos, para que los jóvenes se encuentren con Cristo y sean líderes del cambio en sus comunidades?

-El Proyecto Marco de Pastoral con Jóvenes, que lleva por título “Poneos en Camino”, ha sido el resultado de un maravilloso proceso, de varios años, de escucha, diálogo y trabajo conjunto entre jóvenes y agentes de pastoral de las diferentes diócesis, movimientos y congregaciones de todo el país. Un ejercicio notable de sinodalidad y concordia, buscando entre pastores, acompañantes y jóvenes, un objetivo común: posibilitar espacios de encuentro entre Jesucristo y los jóvenes en el momento actual y en la realidad que, con gozo, nos ha tocado vivir.

»La implementación de este documento se llevará a cabo apostando por la comunión, como siempre se ha hecho desde la Subcomisión de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española.

»“La comunión” es proponer, a todos los agentes que están al servicio de la pastoral con jóvenes, este documento como una herramienta eficaz para su propuesta evangelizadora diaria a los jóvenes de sus realidades.

»Mostrar el nuevo Proyecto Marco de pastoral con jóvenes como algo comunitario, colectivo y de todos es la clave de la inserción de sus intuiciones para todos los procesos de pastoral con jóvenes.

-¿Qué estrategias concretas tiene para promover la santidad en los jóvenes, y cómo pueden los referentes y testigos de fe inspirarlos a seguir caminos de santidad?

-La santidad se consigue siendo fiel en el día a día de nuestra relación con Cristo. La mejor manera de acercar a los jóvenes a la belleza, la verdad y, por tanto, a la santidad es proponerles una vida en comunidad.

»Uno de los deseos del nuevo Proyecto Marco es motivar a que los jóvenes vean la vivencia de la fe desde una opción comunitaria.

»Los grupos de parroquia, los equipos de vida y las comunidades de base son el instrumento eficaz para acercar a los jóvenes a la oración, degustar la formación activa y dinámica, y ser enviados a la misión evangelizadora, y como opción auténtica, real y definitiva, proponerles, desde ahí, la santidad.

»La santidad no es un objetivo inalcanzable. Debemos invitar a los jóvenes a “hacer lo que deben hacer” en cada momento y vivir con intensidad cada instante de sus vidas en clave de fe. De este modo, caminarán en sendas de santidad.

»Los testigos de los últimos tiempos acercan el hecho de la posibilidad de ser santos de una manera próxima y tangible. Ejemplos como el de San Pier Giorgio Frassati, canonizado el pasado 7 de septiembre, acercan este objetivo como deseable entre los jóvenes católicos de nuestra sociedad.

-¿Cómo puede la Iglesia ser una voz autorizada y constructora de paz en el mundo, y qué papel juegan los jóvenes en esta misión?

»Los jóvenes, como protagonistas y líderes de la evangelización y motor de proyectos pastorales, (así quería que fueran nuestro querido Papa Francisco) también deben ser los impulsores de la construcción de una sociedad en paz.

»“Bienaventurados los que trabajan por la paz…”. La iglesia tiene la obligación de ser promotora para la creación de iniciativas que pacifiquen los corazones de las personas, así como las estructuras sociales y políticas.

»Por ello, los jóvenes deben huir de sesgos y manipulaciones y construir realmente desde la fe y el amor la propuesta de paz cristiana.

»La juventud cristiana puede y debe dirigir grandes iniciativas en favor de este objetivo, y la mejor manera de conseguirlo es ser ejemplo de paz.

»Si los jóvenes con fe desde los ámbitos de trabajo, estudio, familia, ocio y tiempo libre, etc., ofrecen palabras, gestos y acciones de paz, evitando la violencia, el machismo, el odio y el racismo, y cualquier signo de desigualdad entre las personas, se les podrá llamar constructores de paz.

-¿Qué mensaje le gustaría transmitir a los jóvenes que se sienten desencantados o alejados de la Iglesia, y cómo pueden encontrar un lugar en la comunidad eclesial?

-Les diría que en la iglesia encontrarán un hogar. Una casa cálida, donde se les acogerá y abrazará para presentarles a Jesucristo y anunciarles una forma definitiva y plena de vivir.

»“Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. Si eres un joven que se siente desencantado con este mundo porque a veces te ofrece opciones deshumanizantes, consumistas, y egoístas, la iglesia te regala la posibilidad de conocer a alguien que plenificará tu corazón para siempre y te enseñará a amar con autenticidad.

»Y si eres un joven feliz con inquietud y curiosidad en búsqueda de la felicidad, te invito a conocer el amor auténtico y verdadero que nos ofrece Jesús.

-¿Cómo se puede evitar la ideologización de la fe y promover una fe auténtica y vivida, que sea un cambio de vida y no solo una etiqueta?

-La opción definitiva para evitar la ideologización es la formación. La formación acerca a los jóvenes a conocer con autenticidad a Cristo y su Iglesia para formar, en libertad, su opción definitiva por la fe.

»La propuesta de la vivencia de la fe en comunidades y grupos parroquiales es eficaz para evitar la manipulación de los jóvenes y motivarles a abrazar al diferente, al que quizás no piensa como yo, pero que, en cambio, nos une los mismos objetivos: el amor, la paz, la justicia social, un mundo mejor, etc.

»Yo invitaría a un joven a reflexionar que si alguien le dice que para creer en Dios debes odiar, quizás debería poner en seria duda ese pensamiento.

»Invitemos a los jóvenes a pensar, a formarse, a preguntarse cuestiones importantes de la vida. Acompañémoslos a encontrar a Cristo por sus propios medios, sin ponerles etiquetas que no nos han pedido.

-¿Qué importancia le da a la formación y la capacitación de los líderes juveniles, y qué planes tiene para promover la participación de los jóvenes en la toma de decisiones de la Iglesia?

-Fundamental. Subrayo de nuevo que la formación, no desde un punto de vista academicista, sino entendida desde la vivencia comunitaria de un grupo de vida, es eficaz para generar cristianos.

»No necesitamos capacitar a los jóvenes para que sean “jóvenes cristianos” sino “cristianos para toda la vida” y eso se consigue con una comunidad.

»Necesitamos jóvenes que fundamenten su relación con Dios en un grupo parroquial donde compartan la vida y compartan la fe. Donde su corazón se vaya confortando poco a poco, reunión a reunión, en sintonía con el corazón de Cristo.

»La iglesia necesita jóvenes formados para liderar, no solo iniciativas en clave de pastoral juvenil, sino grandes proyectos pastorales transformadores para todos los ámbitos eclesiales.

-¿Cómo puede la Iglesia ser una comunidad que sonría y sea atractiva para los jóvenes, y qué papel juegan la alegría y la naturalidad en la evangelización?

-Siendo normal, real y auténtica. Necesitamos jóvenes normales que susciten a otros jóvenes una curiosidad, una inquietud y una llamada. Jóvenes que inviten a otros jóvenes a que vivir la una inquietud y una llamada. Jóvenes que inviten a otros jóvenes a que vivir la fe es algo natural y apasionante.

Los mejores evangelizadores de los jóvenes son otros jóvenes

»Debemos acompañar a los jóvenes a encontrar en lo habitual del día a día la presencia cercana de un Dios que les sonríe.

»Vivir esa normalidad desde la base y acompañar a los jóvenes para que con naturalidad les guste la música de Rosalía (por ejemplo) y a la vez que estén profundamente enamorados de Cristo puede ser profundamente natural.

»Necesitamos jóvenes que, pese a la propuesta, a veces, egoísta del mundo, donde se enfrentan a la precariedad laboral, la dificultad por emanciparse y encontrar una vivienda, y la incertidumbre personal en multitud de ámbitos vitales, lo vivan con una actitud positiva y constructiva porque tienen una mirada de gozo, eternidad y alegría que solo puede venir de Jesucristo.

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