Aprender de la Escuela de Salamanca
Me encuentro tomando un curso de un par de semanas en la Universidad de Salamanca. Ha sido una muy buena experiencia. En los ratos libres, he visitado el convento de San Esteban de los dominicos. En concreto, la sala del capítulo antiguo en el que descansan los restos de grandes teólogos como Fr. Francisco de Vitoria O.P., padre del derecho internacional moderno por sus célebres clases y esfuerzos en el contexto de la universidad. Al ver todo aquello me he puesto a reflexionar en tres puntos que quiero comentar en las siguientes líneas:
a) La Escuela de Salamanca y el tipo de cristianismo que necesitamos
Los teólogos de la Escuela de Salamanca son recordados hasta nuestros días por ateos y creyentes gracias a sus contribuciones. No se dedicaron a escribir cosas abstractas o a confundir la fe con ideología, sino que hicieron de su visión de la realidad una lectura adecuada a su tiempo y, desde ahí, propusieron claves como los precedentes de lo que hoy son los Derechos Humanos. La pregunta es qué tipo de cristianismo estamos enfocando. A veces, nuestro foco parece diluido, como sin identidad o hasta con ciertos complejos al exponerlo abiertamente. Los frailes de aquellos años supieron aportar desde la teología. El tipo de cristianismo que necesitamos es el que asume los retos actuales sin perder por ello su esencia en las aportaciones. O sea, ser capaces de (1) reconocer los problemas actuales, (2) iluminarlos a partir de los valores cristianos ricos en contenido y (3) hacer una propuesta constructiva. Por ejemplo, Francisco de Vitoria no estaba en contra de que se llevara a cabo la evangelización en América, pero pedía que se hiciera respetando el derecho de los pueblos originarios. Es decir, un claro ejemplo de acción sin que por ello tal acción destruyera o eliminara las cosas buenas que estaban al origen.
b) Intelectuales que no se avergüencen de su fe
Francisco de Vitoria o Domingo de Soto no tuvieron problemas en ser personas de altos estándares intelectuales y creyentes. Esto sigue siendo una invitación para todos nosotros que nos desarrollamos en ámbitos universitarios. No se trata de que si me toca impartir la materia de Derechos reales y sucesiones me ponga a enseñar el catecismo, sino iluminar conceptos como justicia, propiedad, posesión, bienes, etc., con la contribución del cristianismo. Por ejemplo, explicando el pensamiento de los frailes de la Escuela de Salamanca. Lo anterior, reconociendo explícitamente que el derecho canónico ha sido clave al comprender la naturaleza de las normas civiles. Esto no excluye a los estudiantes que no sean creyentes, simplemente les da una visión completa en términos de cultura general y, si alguno se abre, puede ser el primer paso hacia la evangelización.
c) Ni ideólogos ni fanáticos
A veces, en redes sociales, uno lee lo que algunos católicos escriben en los comentarios y realmente dejan mucho que desear. No podemos asumir un tono desmesurado, sino al estilo de Salamanca. ¿Cómo? Formándonos y diciendo lo que consideramos verdad, pero en términos adecuados, asertivos. Fr. Francisco de Vitoria sabía explicarse y eso es lo que nos toca a nosotros, a los católicos de hoy. Decir lo que pensamos, pero de forma tal que se comprenda y resulte atractivo. Además, siendo propositivos, porque la fe ha sumado mucho a la cultura y toca seguir con el legado.
Conclusión
La Escuela de Salamanca nos recuerda que, frente a la realidad actual, no hay que darles la vuelta a los problemas, sino enfrentarlos con identidad; es decir, a partir del Evangelio con un lenguaje comprensible.