Religión en Libertad

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Como la santidad es una vocación universal que corresponde a todo bautizado, el matrimonio y la familia (¡Iglesia doméstica!) está llamada a la santidad y, en sí mismo, es un camino de santidad.

Quien imagine la santidad exclusivamente como la vida de los anacoretas y monjes, apartados del mundo, se equivoca. Ese será el camino de quienes han sido llamados a la soledad del eremitorio o del monasterio. Pero quienes han sido llamados al matrimonio y construyen una familia, están igualmente llamados a la santidad, pero con el peculiar estilo de su propio estado de vida. Serán santos en la medida en que su matrimonio sea santo, vivido sobrenaturalmente; serán santos en la medida en que su familia sea una Iglesia doméstica donde Cristo reine. El matrimonio y la familia son un camino de santidad apto y válido mientras se recorra conscientes de esa vocación y viviendo la gracia que dimana del Sacramento mismo del Matrimonio.

El amor conyugal es expresión, signo y manifestación del amor de Cristo por la Iglesia; la creación redimida por Cristo se prolonga en la fecundidad de los esposos, engendrando hijos para Dios; la donación de Cristo a los hombres se visibiliza en la donación mutua de los esposos y en su entrega a los hijos; las virtudes de Cristo se viven en el hogar y se inculcan a los hijos. Así, un hogar se convierte en un ámbito de santificación siendo una Iglesia doméstica, donde Cristo es el centro, se vive en su amor y a imagen de su Corazón, se comunica la fe y se ora juntos. Los esposos están llamados a la santidad en el modo concreto y peculiar de su estado matrimonial. La constitución Lumen Gentium enseña:

La belleza del amor esponsal y de la familia misma muestran su verdad en los matrimonios santos, en las familias santas. La Iglesia hoy necesita, más que discursos, el testimonio de estos matrimonios santos en nuestro mundo cuando la verdad sobre el hombre y la mujer se han diluido y la misma familia se presenta como cualquier asociación afectiva y pasajera.

Los matrimonios santos edifican la Iglesia porque están guiados por la fe y la caridad sobrenatural.

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