Evangelización (Magisterio - XVIII)
¿Retomamos para la nueva evangelización algo que hemos perdido? Lo hicimos en su momento y fue enriquecedor. La cultura recibió magníficas expresiones y formas, transidas de belleza y espiritualidad, cuando la fe buscó cauces de expresión. Una larga historia lo avala, si se recorre con objetividad. En vez de ser antagónicas, pensando que la fe es subjetividad y sentimiento, y la cultura es objetividad y razón, la alianza de ambas fue fecundísima. Pero en un cierto momento, fruto de la modernidad y de otras causas, los caminos se bifurcaron sin llegar a encontrarse. La fe se refugió mucho en sus iglesias perdiendo su influjo en la sociedad, su capacidad de belleza en muchos casos, y la cultura prescindió de la espiritualidad cristiana para transitar senderos que, en muchas ocasiones, acababan en precipicios. Hagamos memoria.
Esto lo repetirá, de una manera u otra, en distintos discursos. Creo que no deberíamos olvidar los grandes logros que la fe católica ha logrado para la cultura y la civilización. Nada nuevo es, por tanto, evangelizar y trabajar en el campo de la cultura. Simplemente, hemos de retormar lo que siempre se hizo y tanto bien hizo. La nueva evangelización debe afrontar ese reto y no temer, no replegarse en la sacristía.
¿Y hoy?
Las grandes obras de arte -literatura, escultura, pintura, música- eran expresión de un genio cristiano, de una mentalidad cristiana que refleja la verdadera cultura, el culto a Dios en la vida del creyente.
El amor de Dios por Cristo, que llega a cada uno de nosotros, engendra hombres nuevos, y sólo estos hombres nuevos, con la experiencia previa del Amor de Dios, pueden dar vida a la cultura, al arte, al pensamiento. ¿Caminos nuevos para la nueva evangelización? Más bien caminos que recorrimos muy bien y que se abandonaron.