Religión en Libertad

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Bastaría que mirásemos un poco para darnos cuenta de la tremenda secularización en la que vivimos, de la descristianización vigente, como también de la secularización interna de la Iglesia. Se soñó que plagiando los modos y métodos del mundo, asumiendo el nuevo credo de la postmodernidad, la Iglesia se encarnaría más y mejor y llevaría el Evangelio a todos. Se soñó que los problemas reales eran de organización, de estructura, de lenguaje y sobre todo de contenido, donde la Iglesia sería la que tendría que aprender del mundo y de la cultura actual y modernizarse. Los contenidos de la fe se sustituían por aquello que el mundo esperaba a oír.

¿Éxito? Sólo se podía esperar un gran fracaso. La Iglesia -entiéndase que se generaliza, claro- por ese camino se convertía en sal sin sabor, en una luz apagada. La realidad se impone. Muchísimos bautizos de párvulos se realizan por "tradición", sin garantías reales de educación en la fe del bautizado, porque sus padres no viven la fe; las primeras comuniones de los niños, convertidas por los pastoralistas en un inmenso y pueril festival sin unción religiosa alguna, es un trámite, un rito social de paso; los matrimonios que aún se realizan sacramentalmente suelen ser por motivos más bien espúreos a la fe: la belleza del templo, la escalinata, etc., sin la verdad sacramental de hacer lo que hace la Iglesia y aceptar todas y cada una de las dimensiones del Matrimonio cristiano en el fuero interno. No seamos ilusos, por favor. Ésta es la realidad y se nota en tantísimos detalles: no saben ni el Padrenuestro, no han participado en la Misa del domingo. Miremos, por ejemplo, la asiduidad o el recurso a la práctica del sacramento de la Penitencia: escasísimo para la inmensa mayoría de cristianos; miremos la participación dominical e inserción eclesial de muchos miembros -hijos de esta generación, sin mala voluntad probablemente- de asociaciones con sede en la parroquia. A veces somos ilusos: vemos ocasionalmente llena la iglesia (unas primeras comuniones, por ejemplo) y pensamos que ya está la evangelización, que no estamos tal mal porque al menos estos niños "han recibido al Señor". ¿Nada más? Con un balance parecido del Papa Juan Pablo II en un discurso, concluía lanzando el reto de la nueva evangelización, igualmente válido hoy a más de 30 años de ser pronunciado:

Subrayemos únicamente las ofertas, tal vez nada "novedosas", pero que no siempre se dan en todos y por todas partes: -Catequesis continua, permanente, capilar también para adultos-itinerarios de fe completos para familias (grupos de familias, movimientos familiares)-Catequesis intensivas-Misiones populares-Movimientos y asociaciones con solidez formativa-Escuelas diocesanas de formación o Instutos Superiores de Ciencias Religiosas (o sus redes capilares: escuelas arciprestales o parroquiales, bien preparadas).

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