Robert Grosseteste: precursor del método científico

Hoy hablaré del obispo, filósofo y teólogo inglés Robert Grosseteste (1175-1253). En el título me he permitido hacer una pequeña broma —que me perdone este gran erudito—, traduciendo su apellido del francés normando, de donde proviene, al español. Las dimensiones de su cabeza las desconocemos, pero lo que sí podemos apreciar es su enorme sabiduría.

Robert Grosseteste tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la Universidad de Oxford, una institución cuyos inicios se remontan al periodo entre los siglos XI y XII, aunque su consolidación oficial tuvo lugar en el siglo XIII.

Además de su influencia académica, Grosseteste publicó 120 obras de ciencia, poesía, teología e incluso de gestión de patrimonio, aunque su mayor contribución se sitúa en el ámbito del método científico. Hay quien lo considera uno de los principales artífices del método experimental. Toma como base a Aristóteles, quien sugiere que, partiendo de las observaciones de nuestros sentidos, podemos llegar a principios universales mediante los que hacer predicciones. Entonces, aporta su visión cristiana, reconociendo que la mente humana está oscurecida por el pecado, con lo que se hace necesario realizar experimentos controlados. Un buen ejemplo es el de la planta Convolvulus scammonia, cuya ingesta produce secreción de bilis roja (en diarrea y vómitos). Para descubrir la relación causa-efecto, propone quitar de la dieta todas las cosas que provocaban secreción de bilis roja y luego dar de comer la convolvulus scammonia. Con esta metodología era posible, según él, llegar “de los sentidos a un principio universal”.

Por otro lado, a diferencia de Aristóteles, no creía que la filosofía natural (lo que hoy en día llamamos ciencias experimentales) y las matemáticas fueran independientes. Consideraba que “el estudio de las líneas, los ángulos y las figuras era de la máxima utilidad, pues sin él era imposible conocer la filosofía natural”.

Tener seguidores de renombre refuerza la idea de que un determinado personaje es un sabio, y también Grosseteste destacó en este aspecto. Aunque no está claro si Roger Bacon, conocido como Doctor Mirabilis, fuera su discípulo directo, es evidente que fue profundamente influido por sus ideas. Por otro lado, a Bacon le gustó tanto la orden religiosa a la que pertenecía Grosseteste que se hizo franciscano y estudió en el propio Oxford. Después se marchó a París, donde lo apreciaron mucho porque, gracias a Grosseteste, conocía bien a Aristóteles, quien había sido prohibido en París. Cinco años después, llegó al mismo París Santo Tomás de Aquino, un dominico que quería conocer a Alberto Magno y que recibió de este el encargo de asimilar en el cristianismo el saber aristotélico. Así que podemos constatar una fabulosa conexión de sabios de la antigüedad.

Suele ser raro que exista un erudito aislado. Los sabios beben los unos de los otros, y, así como en Grecia encontramos interconexión entre Aristóteles, Platón y muchos otros, en la parte final de la Edad Media también podemos hallar un elenco de figuras de un nivel excepcional, donde probablemente Grosseteste merezca el título de piedra angular.

Con todo, la biología no fue el tema principal de interés de este sabio inglés. La luz es lo que verdaderamente le fascinó. De ello hablaré el próximo día.