

A los ancianos les sometieron a largos interrogatorios. El domingo 30 de agosto llegó el turno al P. Girón y al P. Requejo, ninguno de los dos negó su condición de sacerdote y religioso. Inmediatamente los montaron en un automóvil y se los llevaron a fusilar. El portero del asilo, que les vio subir al auto, observó que el P. Requejo iba con paso firme, alta la cabeza. Este portero era un preso común que tenía 30 años de presidio. Uno de los milicianos apodado el matador, le decía a un joven de 17 años a quien estaban adiestrando a disparar con buena puntería, que matara a esos dos sacerdotes, porque no se moverían. Los cadáveres aparecieron al día siguiente en un descampado llamado Fuente Carrantona, cerca de Vicálvaro.
Los dos fueron enterrados en el Patio de la Paz del cementerio de Vallecas (Madrid). Fueron exhumados el 6 de marzo de 1965, y trasladados al Valle. Se hallan en la capilla de Nuestra Señora del Pilar de la Basílica (Salvo / Moreno Garvi).
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BEATO RAFAEL LLUCH GARÍN
Rafael era el menor en una familia de la clase media alta de Valencia, exquisita en cuanto a la educación religiosa, moral, social y cultural de sus hijos. Su madre, María Garín Martí, y sus hermanos mayores serán sus modelos desde niño. El padre, D. José Lluch Meléndez, catedrático de matemáticas, falleció el 24 de octubre de 1918, cuando él tenía apenas dos años.
En 1928 la familia se trasladó a Madrid. En 1931 se fundó la rama juvenil de la Asociación de la Medalla Milagrosa en la Basílica de la Virgen de la Medalla Milagrosa y entre los fundadores, figuran sus hermanos Vicente y Santiago. Este último fue un gran misionero paúl en Norteamérica y muy buen músico. Rafael también formó parte de la Asociación y ayudaba a misa en la Basílica cuando celebraba el P. Serra. En 1933 regresaron a Valencia, sin perder el contacto con el centro mariano de la Basílica de la Virgen Milagrosa de Madrid.
En 1936 Rafael era un joven de 19 años de espléndida salud y constitución atlética, alegre, inteligente, muy responsable, generoso, de recta moral, servicial, piadoso, y de fina sensibilidad artística. En plena persecución religiosa llevaba en el bolsillo una estampa de la Virgen de los Desamparados. Advertido del peligro de llevar símbolos religiosos, contestó: “Antes me quitan la vida que a mi Madre”. Desde la casa de su amigo José Luis Giménez Sanchín, en la Cañada, cerca de Valencia se oían las ametralladoras que en el picadero de Paterna fusilaban a la gente. Él declaró que si venían a por él moriría gritando ¡Viva Cristo Rey! Es lo que hizo.
El 20 de julio de 1936 fue apresado su cuñado, el farmacéutico de Picassent (Valencia) y él se hizo cargo del establecimiento. Regentaba la farmacia con el beneplácito de las autoridades republicanas, pero bien controlado. Al anochecer del 12 de octubre de 1936 dos milicianos y una chica de Alcàsser con correaje y pistola, inspeccionaron la farmacia. Le quitaron su bicicleta Altión que le servía de transporte y no protestó. Pero cuando los milicianos comenzaron a proferir blasfemias contra la Madre de Dios, y quisieron arrancar el cuadro de la Virgen que se hallaba en la zona del laboratorio, Rafael les dijo que se llevaran lo que quisieran, pero que no tocaran a la Virgen. Ante esta actitud la miliciana dijo: ¿Y a este guapo lo vais a dejar aquí?... Inmediatamente se lo llevaron preso. Lo retuvieron tres días en el cuartel de la guardia civil de Sollana, incitándole a blasfemar, con amenazas de represalias y el día 15 de octubre lo mataron en Silla. Los Milicianos asesinos entregaron a su madre esta nota encontrada en su bolsillo: “No llores, mamá; quiero que estés contenta, porque tu hijo es muy feliz. Voy a dar la vida por nuestro Dios. En el Cielo te espero”.
Enterrado en fosa común en el cementerio de Silla, sin caja, la inhumación del cadáver de Rafael fue imposible. Fueron trasladados en masa a la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos en 1959 (Salvo / Moreno Garvi).