Sábado, 27 de abril de 2024

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«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»

Reflexión Domingo XX del Tiempo Ordinario

por La alegría de la Buena Noticia

«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»

Queridos hermanos:

Estamos ante el Domingo XX del Tiempo Ordinario. ¿Qué Palabra nos da la Iglesia? Siempre la Palabra que da la Iglesia es de salvación. Dice el Profeta Isaías en la primera Palabra: “Guardad el derecho y practicad la justicia, que mi salvación está ya ha punto de llegar”. Importante, hermanos, la justicia que presenta Isaías es escuchar la Palabra de Dios y cumplirla. ¿Qué es la justicia? es la Torá y los profetas, los cinco primeros libros de la escritura. Y dice: “se me ha dado el poder de anunciar esto en el monte santo”, el monte santo siempre es el Sinaí, “y sobre él, haré holocaustos”, está preanunciando ya que el Mesías vendrá a anunciar el Evangelio a los paganos para que se salven y experimenten la salvación. Por eso, hermanos, a ti que eres alejado de la Iglesia y a nosotros, que hemos sido alejados de la Iglesia y que por nuestros pecados nos alejamos nuevamente, se nos propone la fe.

Con el Salmo 66 respondemos: “Oh Dios que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben y conozcan la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación”. Por eso, hermanos, ojalá escuchemos la Palabra de Dios, ponte frente a la Palabra, ante las escrituras, la Biblia. Abre la Palabra ¿Qué te dice a ti la Palabra? “Oh Dios que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben hasta los confines del orbe”, es decir, hasta los alejados. Impresionante, esta Palabra va para ti y para mí.

San Pablo a los Romanos dice lo mismo: “Os digo a vosotros, los gentiles”, es decir, a los paganos, “haré honor a mi ministerio”. Hoy que hemos traicionado, hemos vomitado a Jesucristo, has recibido el bautismo, has estudiado el catequismo, has hecho la primera comunión y te has abandonado, ya no estás en la Iglesia, retorna, dice el Señor. Erais rebeldes, has visto cómo Dios te conoce a ti y a mí, somos rebeldes, sin embargo, los dones y la llamada de Dios son irrevocables. La llamada que Dios nos hace es a ser feliz; y ¿cómo ser feliz? Con Jesucristo, participando en la Iglesia. Dios encerró a todos judíos, alejados y paganos, en un círculo, en el no poder amar, por eso viene Jesucristo, muere Jesucristo en la cruz para darnos su resurrección, su espíritu, de tal forma que puedas amar. Nos separa unos de otros el racismo, la política, el pensamiento, el dinero; hermanos, invoquemos este nombre y experimentaremos el poder de Jesucristo.

El Evangelio dice que “en aquel tiempo Jesús se retiró al país de Tiro y Sidón”, que son los paganos; y una mujer cananea le gritaba: “Ten compasión de mi Señor, Hijo de David, mi hija tiene un demonio”. Los discípulos dijeron: “vamos a quitarnos a esta mujer pesada de en medio”; y Jesús le hace un escrutinio, le habla al corazón: “solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Está escrutando su intención, como también a tantas mujeres y a todos los hombres nos escruta Dios. Ella le contestó postrándose de rodillas, le dijo: Señor socórreme. Hermanos, clamemos al Señor: socórreme, échame una mano, basta ya del suicidio del ser. Ahora viene la respuesta de Jesús, le contestó el Señor: no está bien echar a los perros el pan de los hijos. Y la mujer le repuso: tienes razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos, basta una mirada, cura a mi hija. Fijaros lo que dice el Señor: Mujer qué grande es tu fe, que se cumpla como deseas. Eso es lo que nos quiere mostrar hoy el Señor, que se cumpla lo que tú deseas, es decir, háblale al Señor que te cure, que te salve y experimentaras la salvación, como esta mujer pagana. Los perros siempre es un signo pagano, porque los perros es un signo de impureza. Por el poder de Jesús su hija fue engendrada otra vez, o sea, fue curada físicamente y en la fe. Pues bien, hermanos, habla con Dios, invócale y Él te responderá.

Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con todos vosotros.

Mons. José Luis del Palacio

Obispo E. del Callao

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