Jueves, 02 de mayo de 2024

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Una bandera dedicada a la Virgen (en el Día de la Bandera argentina)

Una bandera dedicada a la Virgen (en el Día de la Bandera argentina)
Bandición por el canónigo Juan Ignacio Gorriti de la bandera argentina que sostiene Manuel Belgrano, el 25 de mayo de 1812 en la catedral de San Salvador de Jujuy. Luigi De Servi.

por En cuerpo y alma

 

            Celebra hoy la Argentina el que se llama en el país “el Día de la Bandera”, una fiesta que ya me gustaría tener en España, aunque en este país vexiliclasta y bandericida, si tuviéramos tal día a lo mejor sólo servía para constatar que, efectivamente, cada español tiene una bandera diferente, y no hay dos que usen la misma.

             Recuerdo que una vez se dio el caso de hallarme en la Argentina tal día como hoy. Volaba en un avión junto con mi familia y las azafatas repartieron un pequeño pin con una banderita que la gran mayoría de los viajeros se pusieron en la solapa, nosotros incluídos. Me pareció un precioso detalle, llamado a estimular el sentimiento de común pertenencia, fraternidad y solidaridad. No pude evitar preguntarme qué habría pasado si algo similar hubiera acontecido en un avión español.

             Como quiera que sea, la bandera argentina la crea Manuel Belgrano, prócer de la patria argentina, fallecido un día como hoy 20 de junio, pero de 1820, razón que me imagino se halla detrás de la fecha elegida para celebrar el día de la enseña.

             En las escuelas argentinas –lo cual me consta por ser mi misma madre argentina y habérmelo confirmado así- se enseñaba que se eligieron los colores de la enseña patria por ser los del cielo. Con todo, existen otras dos teorías con suficiente predicamento sobre el origen de sus colores, las cuales nos llevan ambas a la Virgen María como motor y motivo de la elección, algo que ya veíamos ocurrir en el caso de la bandera de la Unión Europea (pinche aquí para conocer del tema).

             La primera, muy extendida en la historiografía argentina y en la propia memoria colectiva de la nación, habla de que Belgrano se habría inspirado en los colores de la Orden de Carlos III, -celeste y blanco en honor precisamente a la Inmaculada Concepción-, para confeccionar la bandera. La razón bien podría hallarse en esa ambigüedad de las juntas de gobierno americanas, en muchas de las cuales, la sublevación contra España (bajo el yugo napoleónico entonces) se hacía precisamente en nombre de la dinastía legítima (la borbónica), identificada, en este caso, en los colores de la Orden de Carlos III.

             Significativamente, doy fe de que en el Club Jockey de Buenos Aires, reconocido lugar de encuentro de la sociedad y la intelectualidad porteña y argentina, uno de los tesoros más apreciados por sus socios es un retrato de Fernando VII en el que el monarca de infausta memoria luce, precisamente, una banda celeste y blanca, que sirve a los socios del reputado club, -más aún si el invitado es un español-, para bromear diciendo que cuando quería ir elegante, hasta el Rey de España elegía la bandera argentina.

             Una segunda teoría hablaría directamente de la devoción profesada por Belgrano a la Virgen María, cuyos colores son el celeste y el blanco, y no sólo en la advocación que se refiere a la Inmaculada Concepción, sino en muchas otras algunas de las cuales precisamente argentinas y muy argentinas. Así la Virgen de Luján que, como saben bien ya los lectores de esta columna (y si aún no lo saben pueden hacerlo pinchando aquí donde les cuento todo sobre la singular devoción), es la patrona de la nación hermana.

             Y hasta existe una tercera teoría que en principio parece más endeble, pero a la que cabe también dar un pequeño espacio en esta columna, que relacionaría la bandera argentina con una devoción religiosa, aunque en este caso no propiamente a la Virgen María, sino más bien el Espíritu Santo. Sería su posible inspiración en el escudo tradicional de la Ciudad de Buenos Aires, que puede Vd. también observar en la ilustración, el cual, junto a los símbolos que lo vinculan directamente con su condición portuaria, dos barcos, un ancla, la mar, -y por cierto, los pendones de León y Castilla que portan ambos navíos-, dedica sus cuarteles superiores a una paloma que no representa otra cosa que al Espíritu Santo, el cual emana sobre la ciudad sus benéficos rayos blancos protectores que, en el marco del cielo azul, vuelven a dar los colores de la enseña patria.

             Y bien amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

 

             Dedicado a toda mi maravillosa familia argentina

 

            ©L.A.

 

 

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