Lunes, 29 de abril de 2024

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Creo que crees más de lo que crees

por Un obispo opina

CREO QUE CREES MÁS DE LO QUE CREES
(Entrevista 2)

Después de la primera entrevista en la que hemos hablado de la fe, vamos a publicar esta segunda que también puede ser interesante como prólogo del tratamiento de los mandamientos.

PREGUNTA ¿Qué aconsejaría Ud. a los que no creen o creen a medias para que puedan acercarse a la fe y vivirla?
RESPUESTA Me haces una pregunta a la que podría contestarte con un sermón, pero como no tenemos tiempo para sermones, te cito dos textos de la Escritura: Uno, de San Pablo a los Romanos y el otro, de San Marcos.
San Pablo afirma que se puede conocer a Dios: "Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos" (Rom. 1, 19-22). El problema de la increencia está más que en la inteligencia, en el corazón, es decir, que si uno cree, sus obras deben estar en sintonía con la fe.

Y San Marcos nos narra le escena del padre que acude a Jesús para que cure a su hijo y le dice: “Si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros. Jesús le dijo: « ¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree! Al instante, gritó el padre del muchacho: « ¡Creo, ayuda a mi poca fe! »" (Mc. 9, 22-24). Desgraciadamente, los que tenemos fe, a veces es un poco débil, por lo que también podríamos pronunciar las mismas palabras que el padre del niño: « ¡Creo, ayuda a mi poca fe! »".

PREGUNTA Yo soy precisamente un joven que tuve fe de pequeño, pero que, al ir creciendo, tengo la sensación de que mi fe se va debilitando. ¿Qué me aconseja?
RESPUESTA ¡Hombre! A ver si tenemos aquí un joven que se convierte. Ya en serio, te pongo un ejemplo. Uno se encuentra junto al fuego y no tiene frío, pero a medida que se va alejando del fuego, va perdiendo calor y va sintiendo frío. En la fe sucede algo parecido. Cuando uno está cerca de Dios siente el calor de la amistad con Él; y a medida que se va alejando, llega hasta casi estar indiferente ante Dios y las cosas relacionadas con Dios.

PREGUNTA: Lo comprendo, pero no lo acabo de entender, ya que llego a un extremo en que no sé si tengo fe o si no. Claro que estoy seguro de que Dios existe, pero ¿por qué no lo siento como algo vivo con quien me relaciono como con un amigo? Eso es lo que quería que me aclarase y por eso le preguntaba qué consejo me podría dar.
RESPUESTA: Ya vamos llegando al punto central de la cuestión. Creo que debes empezar a preguntarte algo muy importante: ¿Qué buscas en tu vida? E insiste en los porqués y en los para qué. ¿Por qué buscas lo que buscas y para qué lo buscas? Y pregúntate también si puede haber alguien que te esté buscando, y que ese alguien sea Dios. Y ¿por qué te busca? Porque te quiere. ¿Y por qué te quiere? Porque te ha creado.
Y es que Dios no hace las cosas por que sí. Y si Dios te busca ¿por
qué rehuyes encontrarte con Él?

PREGUNTA: Y ¿cómo lo puedo encontrar? Porque entro en la iglesia y no siento nada; voy alguna vez a misa y lo mismo; me dicen que está en el sagrario y no sé si creérmelo o no; en otras palabras, estoy hecho un lío y lo dejo.
RESPUESTA: Ese lío hay que desliarlo. Que tu Padre Dios te ha puesto en el mundo para que le ames y para que ames a todos porque todos somos hermanos, es claro para quien cree en Dios. Dios no hace las cosas porque sí. Tiene un porqué y un para qué al crearte; y si Dios es amor hace las cosas por amor y para el amor; y a ti te ha creado por amor, (y por tanto te quiere) y para el amor (y por tanto, para que ames). Y si Dios ama a todos, y el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, ¿por qué no has de amar tú a todos? ¿a quiénes? a quienes ama Dios, es decir a todos.
Ésa es la misión que Dios te ha encomendado; misión que es lo que debes cumplir amando a tu familia, a tus compañeros de trabajo, a cualquiera que se sienta oprimido, injustamente tratado por unos o por otros, porque todos somos hermanos. Esto es lo que creemos todos los cristianos y es el mandamiento básico que dio Jesús a su Iglesia; y hay muchos que dicen que no creen porque no se deciden a amar a todos, porque no se deciden a darse. Ahí es donde duele. ¿Te pasa algo de eso?

PREGUNTA: Pues, diciendo la verdad, a mí no me cuesta creer; lo que me cuesta es vivir en serio lo que me está diciendo. Claro que Vd. me dirá que eso es creer, pero me da un poco de miedo meterme de lleno en la fe.
RESPUESTA: Claro que te digo que eso es la fe, porque la fe sin obras no vale, como nos dice el apóstol Santiago: “La fe, si no tiene obras, está realmente muerta" (Sant. 2, 17).
Y te hablo como sacerdote que soy. Si has tenido una etapa de fe en tu vida, seguro que tienes más fe de lo que crees. Sencillamente, por poco que te quede de la fe recibida, te rogaría que pensases en serio, desde luego prescindiendo de lo que los demás puedan pensar de ti, que Dios te quiere; y te quiere porque es tu Padre.
Lo que pasa es que somos débiles tú y yo y todos para ser coherentes con la fe, y es más fácil escudarse en que si los obispos, que si los curas, que si los que van a misa, que si… No olvides que la Iglesia es como un hospital; casa de salud, pero llena de enfermos y esos enfermos del alma somos tú, yo y todos.

José Gea
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