Antes se trataba de engañar a las mujeres a quienes remordía la conciencia por lo que iban a hacer. Si preguntaban "¿Abortar es matar a mi hijo?" la respuesta debía ser "No".

Carol Everett, antigua propietaria de dos abortorios y administradora de otros cuatro, lo explica así: "Respondíamos que es un producto de la concepción, o un coágulo de sangre, o un trozo de tejido. Aunque viésemos todos los días bebés de seis semanas con las piernas, los brazos o los ojos enteros. ¿Cuántas mujeres abortarían si supiesen la verdad?".

Linda Couri,  antigua trabajadora en un abortorio de Planned Parenthood, confirma esto: "Matar o niño son palabras muy fuertes. Estás terminando con el producto de la concepción", decía a sus clientas. Cuando tuvo dudas sobre si su respuesta había sido correcta y le preguntó a su supervisora, ésta no le negó que se tratase de un "niño", pero en el caso de la adolescente de quien se trataba, el aborto era un "mal necesario". Linda no pudo aguantar mucho mintiendo, dejó la clínica y es hoy militante provida.


Pero los aborteros saben que la batalla del engaño la tienen perdida, y están cambiando de táctica.

Peg Johnston, trabajadora en un abortorio de Nueva York, explicó en un artículo cómo comprendió que, entrando en esa discusión, se estaba dejando llevar al terreno de los provida. "Durante un tiempo corregía a mis clientas cuando usaban palabras como ´matar a mi hijo´ o ´asesinar a mi hijo´. Pero ahora nuestra reacción es más del tipo: si te parece que es como matar a tu hijo, ¿cómo vas a afrontarlo?". Ya no se trata pues de negar la evidencia, sino de instruir a las madres en cómo convivir con la certeza de lo que han hecho.


Lo confirma en su blog, Abortion Witness [Testigo del aborto], la trabajadora de un abortorio, en un post titulado "Hablando de bebés: diciendo las cosas que no podemos decir".

"¿Por qué te sientes culpable?", le preguntó a una madre la primera vez que se enfrentó a esa cuestión. "Me siento culpable porque voy a matar a mi hijo", le respondió. "La primera vez que una paciente de aborto me dijo esto, no estaba en absoluto preparada para ello. Aunque era activista proaborto desde hace tiempo, y médico que había estudiado la teoría feminista, y yo misma antigua paciente de aborto, nada en mi experiencia me había preparado para hablar con una mujer sobre matar niños. ´Oh, no´, le dije tan amablemente como pude, ´no es un niño, sólo tejido´".

Pero el engaño no es tan fácil: "Todos sabemos que en cada aborto muere un niño no nacido. La mayoría de los trabajadores del aborto aceptamos nuestra responsabilidad por nuestro papel en esas muertes. Por diversas razones, hemos decidido que participar en esas muertes es algo importante y ético".

Y recuerda el caso de una compañera suya que, embarazada de 18 semanas, estaba practicando un aborto a una mujer también embarazada de 18 semanas, y extrayendo de ella la pierna de su hijo al tiempo que sentía en la barriga una patada del suyo. ¿Cómo decirle que no estaban hablando de niños?

"La respuesta corta -increíblemente simple y a la vez muy complicada- es que el niño no nacido que se mueve en el seno de la madre médico lo lleva alguien que ha decidido completar su embarazo y dar a luz un niño vivo, mientras que el otro niño no nacido lo lleva alguien que, por razones que pueden comprenderse o no, ha decidido que no puede completar su embarazo. En otras palabras, la vida o la muerte del niño no nacido está determinada por la decision de la madre de compartir o no compartir su cuerpo con otro ser", explica.


"Por tanto", concluye, "no debemos negar que el aborto mata a un niño no nacido. Cuando surja el tema, hay que decir como la directora de la clínica donde yo trabajo explicó una vez en la radio y decir: sí, es un niño, y sí, vamos a matarlo. Las mujeres lo saben, y sin embargo abortan. Justo por eso el aborto es algo complicado, como muchos de los desafíos de la vida. Pero debemos recordar que complicado no siempre significa equivocado".

Se trata, pues, de llevar la conversación a otro plano y decirle a la madre: "Hablemos de cómo vas a lidiar con saber que has matado a tu hijo. ¿Qué crees que nos pasa cuando morimos?", les dice. "A partir de ese momento, podíamos mantener una conversación honesta sobre cómo entendía ella la decisión de abortar en el contexto de sus circunstancias vitales, de sus creeencias, de su ética".


"Esta franqueza", afirma LifeNews, página especializada en la lucha contra el aborto, "es cada vez más frecuente", y "está documentado que tanto los activistas proaborto como los aborteros admiten que el aborto es un asesinato. Al menos ya rechazan los eufemismos, y queda claro dónde se sitúa el debate del aborto".