Los vientres de alquiler y la transexualidad masculina han puesto en pie de guerra a las archilesbianas contra los archigays. Las dos grandes asociaciones del activismo homosexualista en Italia han chocado, víctimas de las inexorables consecuencias lógicas de la ideología de género. Lo cuenta Tommaso Scandroglio en La Nuova Bussola Quotidiana:

Entre el 8 y el 10 de diciembre tuvo lugar en Bolonia el VIII congreso nacional de la asociación italiana Arcilesbica. En el congreso se presentaron dos documentos: Redescubrir las relaciones y A males extremos, lesbianas extremasNos detenemos en este último. Leyéndolo descubrimos que dentro de Arcilesbica dos han sido las cuestiones que más división han causado: la práctica del vientre de alquiler y el transexualismo.


El equipo que conforma la nueva Secretaría General de ArciLesbica (en la foto) se ha encontrado con la oposición de Arcigay y grupos transexualistas por su rechazo al vientre de alquiler.

Respecto a la primera, en el documento leemos que "algunas socias han expresado públicamente su posición contraria a la maternidad subrogada, otras se han declarado favorables a la introducción en Italia de una reglamentación y el resto son favorables a la maternidad subrogada comercial".


En principio, Arcilesbica no rechaza la maternidad subrogada. De hecho, en el congreso de 2015 la asociación había "pedido que también se legalizara en Italia la maternidad subrogada altruista (voluntaria y gratuita), pero descubrimos que, de hecho, ésta no existe". De ahí la petición que la maternidad subrogada sea prohibida a nivel universal: "Somos contrarias a la introducción de la ley que permita el vientre de alquiler en Italia, y nos adherimos a las campañas internacionales para abolir las leyes que lo han introducido en otros países, a los que se dirigen las parejas italianas para beneficiarse del mercado de recién nacidos".

Lo subrayamos de nuevo: Arcilesbica no es contraria al útero de alquiler en sí mismo, sino sólo al que comercializa el cuerpo de las mujeres. Por los mismos motivos se opone al comercio de óvulos y espermatozoides. Obviamente, en su documento no se menciona para nada la masacre de inocentes que la maternidad subrogada provoca y la cosificación del niño, incluso cuando dicha técnica se practica gratuitamente.
 
Las lesbianas en el congreso sugieren soluciones alternativas a la maternidad subrogada: la adopción, la acogida y la autoinseminación. La última es aceptada sólo cuando "una mujer utiliza el semen de un donante conocido, que podrá ser el padre del niño nacido o sólo su origen genético, según la relación que se establezca entre los progenitores". En resumen, no una fecundación heteróloga con donante masculino anónimo, sino con un donante conocido.

Permaneciendo en temas bioéticos, el documento citado recuerda que Arcilesbica está a favor de la anticoncepción y el aborto. No nos olvidemos, de hecho, de que el movimiento lesbio nace del feminismo radical, como confirman las numerosas alusiones presentes en el mismo documento. Son tan feministas que el hombre ya no sirve para nada y, por lo tanto, lo único que se puede hacer es ser lesbianas. En resumen, el lesbianismo nace, paradójicamente, de la negación de algunos rasgos distintivos del ser mujer: la negación de la maternidad y el rechazo a la atracción por el hombre, por ejemplo.


El segundo motivo de disensión interna en el mundo lésbico es la transexualidad, que no se rechaza por principio, sino por motivos culturales. La sección 5.1 de las actas lleva el título: "Lo femenino, ¿es accesible a todos?". El origen del malestar de las lesbianas es que se han visto expropiadas del papel femenino por los transexuales que, como es evidente, interpretan de manera falsa el papel de mujeres.

Dan ganas de añadir: quien bien tiene y mal escoge, del mal que le venga que no se enoje. Si, de hecho, para el feminismo radical ha sido un factor decisivo abolir los roles sexuales porque una mujer puede lícitamente comportarse como un hombre, hacer trabajos de hombres, etc., es lógico que, según el principio de reciprocidad, también un hombre pueda comportarse, vestir y pensar como una mujer. Si el criterio de la abolición de los roles sexuales estereotipados es válido, debe serlo para ambos sexos y no puede aceptarse en sentido unívoco. Pues no: en lo que atañe a la feminidad, el copyright lo tienen las mujeres, es monopolio de las que tienen pecho y curvas auténticas. La autenticidad del sexo biológico, y no la idea de que el sexo es un constructo social, vuelve a ser el centro de las reflexiones de las lesbianas.

Es decir, eran necesarios los transexuales para despertar una sana autoconciencia femenina. Cortocircuitos del arco iris.
 
En la sección que acabamos de citar podemos leer que la cultura queer ha hecho que las "mujeres, paradójicamente, sean anuladas de nuevo debido a la apropiación de lo femenino por parte de tod*" (asterisco en el texto). Si un hombre también puede ser "mujer", entonces esto implica borrar lo propio de ser mujer, significa matar la identidad femenina, significa caer en lo indistinto sexualmente, que es el punto fuerte de la ideología de género.

De hecho, el documento continúa con una crítica interesante: estamos caminando hacia la fluidez de "género", la neutralización de lo femenino y lo masculino. Pero el movimiento lésbico reclama su propia identidad: somos mujeres que tenemos relaciones con otras mujeres. Esto molesta a muchos gays hombres. En las actas, a este respecto podemos leer: "Si no queremos ser pansexuales, sino lesbianas, no gustamos; si queremos reunirnos entre mujeres, no gustamos; si damos valor al hecho de ser mujeres, en un mundo que nos lo niega, no gustamos".


Efectivamente, el mundo gay masculino no comparte las posiciones de Arcilesbica porque es favorable al vientre de alquiler -única manera para que una pareja gay masculina pueda tener su "propio" bebé- y al transexualismo. A este respecto, Arcilesbica declara que "parece urgente verificar con Arcigay la factibilidad de nuestros posicionamientos y, en general, de las diferencias dentro del movimiento. La retórica arco iris no es suficiente si los colores del mismo no admiten visiones diferentes. Ante la intolerancia estamos dispuestas a interrumpir las relaciones políticas que hemos privilegiado hasta ahora, poniendo de nuevo en discusión la pertenencia a este movimiento. Mientras persista la actual situación de falta de reconocimiento por parte del liderazgo del movimiento LGBT* de la autonomía de un pensamiento feminista lésbico, valoraremos una posible ruptura con el movimiento LGBT* y la consiguiente búsqueda de alianzas con todas las realidades críticas a la homologación conformista al modelo hetero-patriarcal y neoliberal".


La prensa italiana se ha hecho eco del conflicto: "Arcilesbica condena los vientres de alquiler. Insultos desde el mundo LGBT". Sus "ex aliados" las llaman "fascistas", dice la entradilla de la noticia de La Verità.
 
Esto indica otra paradoja: la confrontación dentro del mundo homosexual tiene lugar, de nuevo, entre hombres y mujeres en mérito a los papeles femeninos y masculinos, y la orientación sexual se convierte, en cambio, en un elemento neutro en el debate. Lo que demuestra que el binarismo sexual es imprescindible en las relaciones entre las personas, también en las conflictivas.
 
La posición oficial de Arcilesbica ha sido rápidamente criticada. De hecho, en la website Gay.it, una de las más representativas en Italia de la galaxia LGBT, se comentan así los resultados del congreso: "En el congreso de la asociación gana la línea contraria al vientre de alquiler, transfóbica y anti-queer. [...] ¿Puede una asociación, aunque sea histórica dentro del universo LGBT, seguir formando parte plenamente cuando fomenta una posición agresiva y acríticamente contraria al vientre de alquiler, a los padres gays, a la unidad entre mujeres cisgénero y transgénero, al no-binarismo?". No está mal para alguien que se declara abierto a las diferencias y contrario a cualquier tipo de discriminación.


El feminismo lésbico, por lo tanto, aunque a través de un recorrido erróneo, está obligado a reclamar lo que el derecho natural afirma desde siempre: la humanidad está divida en hombres y mujeres y cada uno tiene su propia función. La cultura de género, en cambio, declara lo contrario. El acuerdo entre los gays varones y las lesbianas parece que subsiste sólo en lo relativo a la orientación sexual, es decir, la homosexualidad. Pero es un acuerdo frágil. De hecho, sólo si se niega la identidad sexual masculina y femenina es posible predicar la homosexualidad, dado que la atracción sexual está vinculada de manera imprescindible a la identidad sexual masculina y femenina. Sólo si borras tu pertenencia masculina podrás sentirte atraído por otro hombre, precisamente porque el deseo por la mujer es una atribución específicamente masculina. En resumen, la homosexualidad deriva de una fragilidad de la identidad sexual psicológica. Por lo tanto, confirmar, como han hecho las lesbianas en Bolonia, el valor del papel de la mujer no hace más que poner en discusión también la homosexualidad en cuanto tal y, por lo tanto, también el lesbianismo. En conclusión: llevar al extremo las premisas teóricas de la ideología de género -tal como han hecho en el congreso de Arcilesbica- sólo puede llevar a verificar su falta de fundamento.