Aunque simbólica, la presencia de la Iglesia en Camboya avanza con paso firme y cada año se cuentan por decenas los autóctonos que abandonan el budismo mayoritario -profesado por el 95% de los habitantes- al conocer la fe. Precisamente el pasado miércoles de ceniza, celebrado por la Iglesia universal el 22 de febrero, 95 camboyanos recibieron la imposición de la ceniza por parte del obispo y vicario apostólico de Phnom Penh, Olivier Schmitthaeusler, comenzando así la preparación para una cuaresma que concluiría con su recibimiento en la Iglesia.

Con una comunidad de 60 sacerdotes, 20.000 fieles -menos del 1% de la población- y cientos de catecúmenos, la labor evangelizadora y apostólica es elevada, pero el obispo Schmitthaeusler invita a ser conscientes de que los conversos, más que una obra humana, significan "una obra de Dios, que da la fe y cambia los corazones".

A sus 67 años, Francios Sarum Koy es uno de los 94 catecúmenos que recibirán los sacramentos del bautismo, eucaristía y confirmación en la próxima Vigilia Pascual este de abril.

Evangelizado por su trabajo en la parroquia 

En su caso, su acercamiento a la Iglesia se produjo como fruto de la labor evangelizadora de la iglesia camboyana, que aunque no era católico aceptó encomendarle el puesto de profesor de arte de niños y jóvenes en la parroquia de Santa María de la Sonrisa en Chamkar Teang en 2002.

Especializado en arte clásico, Sarum Koy aceptó el trabajo y poco después fue contratado en la oficina de Arte Católico del Vicariato de Phnom Penh.

Durante aquellos años, debió hacer una profunda labor de investigación en la cultura e historia cristianas para elaborar sus piezas de teatro en las festividades más importantes, especialmente en Navidad. Algo que no resultó nada fácil viniendo de un entorno y educación budista y sin conocer la fe.

Por ello, comenzó a leer la Biblia para adquirir las nociones básicas de la historia cristiana con que poder elaborar sus piezas.

"Cada vez que tenía una duda o me quedaba atascado en algún lugar, leía la Biblia una y otra vez y discutía con Oum Samean, el director de la oficina de Arte Católico, y Kol Cheang, miembro del comité de la iglesia", relata a UCA News.

A más leía las Escrituras se daba cuenta de que no solo disfrutaba leyéndola, sino que lo que también profundizaba su comprensión de la existencia humana. Le marcaron especialmente las palabras de Lucas  3,11: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo".

"Pude ver que todos somos iguales", observó.

Francios Sarum Koy, durante una de sus lecciones teatrales a jóvenes camboyanos. 

Catequista, con el deseo de evangelizar Camboya 

Tras más de 20 años leyendo la Biblia, trabajando para la Iglesia y participando en sus actividades, Sarum decidió comenzar a recibir catequesis.

Casado y con cuatro hijos, el profesor de arte decidió contarle a su familia su decisión, a la que ninguno se opuso. 

"Hasta donde yo sé, los católicos son buenas personas que ayudan a los demás", dice Thnousarapor Koy, el menor de sus cuatro hijos, de 15 años.

Sarum admite que su decisión no ha supuesto ningún problema en cuanto a su familia, aunque desde el inicio de Cuaresma sus rutinas se han visto alteradas conforme va asumiendo sus nuevos deberes.

"Es el momento de educar mi corazón, mi mente y mis palabras, no para ser mejor que los demás, sino para que la gente sepa que soy un verdadero católico", explica.

Pidiendo la fe para su familia

El día a día de Sarum, con todo, no cambiará. Por el momento, quiere seguir dedicándose al arte y al estudio de la Biblia para, una vez recibido en la Iglesia, comenzar a realizar labores de apostolado y evangelización en Camboya, especialmente con su familia.

"Tengo que estudiar la Biblia cada vez más, quiero que mi esposa y mis hijos también se hagan católicos", concluye. 

Savong Duong, director de los catequistas de Phnom Penh, coordina la formación y actividades que deben realizar los 94 catecúmenos que serán recibidos en la Iglesia, como retiros o jornadas de preparación intensivas.

"Nuestros catecúmenos esperan llevar una vida siguiendo el camino de Cristo", concluye.