En el duodécimo programa de la temporada en Otra vuelta de tuerka (Público TV), Pablo Iglesias tuvo un invitado que a muchos habrá sorprendido: Juan Manuel de Prada.

Podía servir de pretexto la publicación más reciente del escritor vasco-zamorano, Los tesoros de la cripta, donde ofrece su visión del cine a través de una personal selección de películas notables... mas no siempre conocidas o reconocidas. Y sí, de cine y películas conversó Prada con el diputado y secretario general de Podemos, reivindicando no menos al "extraordinario" Rafael Gil (1913-1986) que, entre los cineastas contemporáneos, a Álex de la Iglesia.


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Pero el contexto es otro. Prada lleva ya bastante tiempo manteniendo un intenso diálogo intelectual con el entorno donde se ha fraguado la ideología podemita. El pasado 20 de diciembre debatió en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid en torno a G.K. Chesterton: anticapitalismo y tradición, con representantes de esa tendencia como Carlos Fernández Liria, Santiago Alba Rico y Mercedes Martínez Arranz.

Prada ha fraguado en los últimos años una buena amistad personal con ellos, a pesar de su importante contraposición ideológica, manifestada, por ejemplo, en su crítica a En defensa del populismo, de Fernández Liria. Desde un común rechazo al capitalismo y una idéntica admiración por Chesterton, Prada reprocha a los ideólogos de la extrema izquierda supuestamente antisistema haberse entregado a la promoción de los que denomina "derechos de bragueta" (la supuesta liberación sexual), sin comprender que se trataría de un señuelo lanzado por el poder del Dinero para desviarlos de la lucha por los derechos de los trabajadores.

Así pues, no es tan sorprendente, aunque sí mediáticamente más llamativo, este encuentro cara a cara entre el autor de novelas como Me hallará la muerte (sobre la División Azul),  Morir bajo tu cielo (sobre los últimos de Filipinas) o El castillo de diamante (sobre Santa Teresa de Jesús), y quien hace ahora un año planteó una fallida moción de censura para convertirse en presidente del Gobierno. 



En los inicios de la conversación, Prada explica el temprano nacimiento de su vocación literaria por su voracidad lectora, inducida sobre todo por su abuelo. Esa pasión por la letra escrita incluía desde la hojita del clásico calendario del Sagrado Corazón de Jesús y de un boletín periódico sobre Santa Rita que recibía su abuela, a las historias del Antiguo Testamento que conocemos como Historia Sagrada: "Para una imaginación infantil son maravillosas... La visión de lo maravilloso, la irrupción de lo sobrenatural en la vida".


Posteriormente, al inicio de quince minutos centrados en la religión, Pablo Iglesias confiesa que hay algo en Prada que le produce "fascinación": "Eres un intelectual católico que reivindica el catolicismo y la doctrina social de la Iglesia como un elemento crucial para afrontar el mundo hoy, y además contrapones lo que significa el catolicismo y sus elementos de justicia social respecto a los peligros del protestantismo. Esto me interesa muchísimo".

En su explicación, Prada rechaza que la Reforma fuese un acto "liberador del ser humano". La consecuencia más evidente de la ruptura teológica que introduce Lutero es la económica, porque, afirma citando a Hilaire Belloc en Europa y la Fe, "los poderosos se dieron cuenta de que en Lutero tenían su gran protector". Podían entregar a los pobres a la anarquía moral mientras ellos podían dedicarse a enriquecerse: "La Reforma protestante y la falta de ética capitalista están íntimamente ligadas".

Del mismo modo, el libre examen luterano y su rechazo a que alguien (el sacerdote en confesión) perdone los pecados libera al hombre de su obligación de reconocer el mal que ha hecho: si tú mismo puedes ponerte en paz con Dios, "terminas justificando tu mal", explicó Prada. Esto "desembridó el poder político", que ya solo se guía por la razón de Estado.

Además, el protestantismo introdujo "un elemento devastador para la salud de los pueblos, que es el puritanismo": la moral protestante introduce "un elemento de reproche constante que es algo monstruoso y desgraciadamente se ha infiltrado en las sociedades católicas".


Iglesias se interesó luego por la condición de "conservador católico antiliberal" de Juan Manuel de Prada.



"Ser católico", respondió, "es tener una fe que te impulsa a la imitación de una persona que tuvo una andadura terrenal, pero que tú crees que era Dios, que se encarnó, y en quien encuentras un ejemplo". Ahora bien, "si Dios se encarnó para vivir en este mundo, tu religión tiene que penetrar todas las realidades naturales. Tu visión de la economía tiene que ser una visión cristiana. Tu visión de la política tiene que ser una visión cristiana". 

"Esto es lo que siempre he tratado de trasladar a mis lectores", recordó evocando el programa Lágrimas en la lluvia, que dirigió durante cuatro temporadas en Intereconomía TV. En él "trataba de mostrar que hay una fe que se concreta en las realidades naturales": la visión cristiana de la economía, dijo, no puede basarse en el lucro, tiene que condenar la usura y poner en el centro al trabajador.

Prada considera que la Segunda Guerra Mundial introdujo un cambio en las encíclicas papales sobre la economía, antes (León XIII, Pío XI) mucho más radicales contra el capitalismo, después (Pío XII) menos. Se debió al "miedo a la expansión del comunismo": "Yo creo que el capitalismo hubiese sido condenado por la Iglesia, no por método de organización de la economía (tampoco hubiera entrado a condenar el comunismo si solo hubiese sido una forma de organizar la economía) sino porque el capitalismo tiene una antropología".



"Tú me has definido antes como un conservador católico. Yo soy un católico tradicional", matizó, "y en este sentido pienso que el cristianismo tiene un discurso propio que se tiene que hacer oír frente a las ideologías en boga".


Tras unos minutos de conversación sobre cine, Pablo Iglesias pidió a Prada algunas opiniones breves sobre libros, películas y autores (Ramón Gómez de la Serna, Ramón María del Valle Inclán, Camilo José Cela, Francisco Umbral).

Preguntado por un "maestro", Prada se decantó por el escritor argentino Leonardo Castellani, S.I. (1899-1981), a quien ha introducido en España en la última década con continuas menciones en sus artículos y prologando y editando sus obras: "Un 'maldito' a quien no se le reconoce su talento, y que me marcó mucho, como me marcó Chesterton". Su referente político, Alexis de Tocqueville (1805-1859), quien en La democracia en América "alertó sobre los peligros de la democracia". Su novela favorita, El Quijote ("la habré leído no menos de veinte o veinticinco veces"), y aparte de ella, Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski, "una novela sobre la culpa". (A la culpa consagró Prada en 2003 La vida invisible, con la que ganó los premios Primavera de Novela y Nacional de Narrativa.) Su película, Vértigo (1958), de Alfred Hitchcock, por la "perfección cinematográfica" de cada plano y de su montaje. Su serie de televisión favorita, el thriller político y de espionaje Homeland. Su canción, Cadillac solitario de Loquillo y Los Trogloditas.

Y un sorpresa final: "Mi cantante predilecto y el mayor genio de la música española nunca reconocido es Miguel Bosé". Le atribuye "algunas de las mejores canciones de la historia de la música mundial". Destaca los álbumes Salamandra (1986) y Bajo el signo de Caín (1993), "donde todas las canciones son obras maestras" con letras "portentosas". Entre ellas, en el primer disco, "Cuando el tiempo quema".

Según costumbre del programa, el invitado lo cerró brindando a cámara, y Juan Manuel de Prada lo hizo "por dos personitas que están en camino", los hijos de Pablo Iglesias e Irene Montero, "a quienes su padre está esperando gozoso".


La conversación se centró en cuestiones religiosas entre los minutos 15:42 y 29:33.