Desde el pasado sábado 13 de noviembre, las Hermanas Pobres de Santa Clara en Lorca cuentan con una nueva clarisa en la comunidad. Y han sido ya varias las vocaciones que han ido llegando en los últimos años, la última hace apenas unas semanas.

Se trata de sor María de los Milagros del Divino Amor, que profesó los votos simples en la comunidad de Lorca con 29 años ante el obispo auxiliar de la diócesis de Cartagena, monseñor Sebastián Chico.

Vestida de novia y cogida del brazo de su padre, sor María entró en la iglesia de Santa Ana y Santa María Magdalena para profesar sus votos temporales como hermana pobre de santa Clara. Tras la lectura del Evangelio, la religiosa pidió su consagración al obispo.

Concluida la homilía, relata el portal de la diócesis de Cartagena, la novicia realizó el mismo rito que la fundadora de su congregación, Santa Clara.

Primero cambió su vestido blanco por un hábito marrón con toca y velo y anudó a su cintura una cuerda con tres nudos. Después, su madre cortó su pelo adornado con pequeñas flores blancas y cambió sus tacones por las sandalias propias del hábito.

Acompañada de su padre y vestida de novia, sor María ingresó el sábado 13 de noviembre en el monasterio al que acostumbraba a ir a misa cada domingo. 

Por último, y antes de profesar los votos de pobreza, castidad, obediencia y clausura, abadesa, vicaria y maestra de novicias le impusieron la medalla de la Inmaculada y le entregaron las constituciones de la orden y una cruz.

Sor María comienza así un camino junto a las Hermanas Pobres que tendrá que ser renovado por primera vez en tres años y nuevamente a los dos siguientes. Tras esos cinco años, profesará los votos perpetuos.

Necesitaba una relación más profunda con Dios

Como cuenta la misma sor María, siempre tuvo “esa 'cosica' dentro”.

“Siempre he sentido algo que no sabía ni lo que era. Cuando veía a una religiosa, algo se removía dentro de mí muy fuerte”, detalla.

Hace solo cuatro años que la nueva hermana clarisa superó una crisis vital que le hizo ver que Dios siempre se mantuvo fiel.

A partir de ese momento, algo cambió. Empezó a sentir algo distinto, una atracción especial a la vida religiosa que le llevó a manifestarlo a su familia.

“Te conozco y sabía que esto me lo dirías algún día, que esto iba a pasar”, le confesó su madre al enterarse.

Sor María inició la búsqueda del que sería su nuevo hogar, movida por su necesidad “de una relación más profunda con el Señor”. Solo quería “estar en una burbuja con Él”, detalla.

Y sin embargo, tardó poco en encontrarlo, muy cerca de su ciudad natal, en Lorca. Cada domingo acostumbraba a ir a misa en el templo del convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara, pero aquella vez sintió algo especial.

No tardó en probar y pasar doce días de convivencia con las que, desde este sábado, serán sus hermanas el resto de su vida.

Aquellos días concluyeron con unas lágrimas y alegría que “nunca había experimentado por nada”, y dos meses después fue recibida en el monasterio.

Finalmente, tras tres años de convivencia, comienza una aventura que, como ella misma explica, solo le causa felicidad y alegría.

Comparte alegría con las hermanas, y juventud

A sus 29 años, sor María comparte alegría y también juventud con las Hermanas Pobres. Hace poco más de un mes, Esther María del Espíritu Santo precedió a la entrada de sor María, que con 20 años y tras uno como postulante ingresó en la comunidad el pasado 12 de octubre.